China y Estados Unidos se aprontan para enfrentarse en una nueva batalla política, esta vez en torno a la reelección del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Boutros Boutros-Ghali.
Washington anunció oficialmente el mes pasado su oposición a la reelección de Boutros-Ghali cuando concluya su período al frente de la ONU a fin de año, pero Beijing manifestó con igual claridad que respaldará al diplomático egipcio.
En los últimos meses, los dos países protagonizaron varias disputas en materia de derechos humanos, comercio y piratería de derechos de autor, entre otros asuntos, y, si bien lograron acuerdos en varios puntos, la tensión se mantiene.
La sucesión de Boutros-Ghali podría tener derivaciones más profundas que estos conflictos, debido a que la naturaleza del campo de batalla es mucho más amplio que la simple bilateralidad.
El diario The New York Times informó que Washington podría usar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear la aspiración del diplomático egipcio.
Este organismo debe dar su aval a los candidatos antes de que sean puestos a consideración de la Asamblea General, que nuclea a los 185 países de la ONU. Pero Francia, Rusia y China, tres de los cinco países con poder de veto, anunciaron que lo respaldarán.
Y Beijing aseguró, incluso, que vetará cualquier otro candidato.
Gran Bretaña anunció públicamente que no apoya ni se opone a otro período de Boutros-Ghali al frente del barco, por lo que Estados Unidos es el único de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad contrario a su candidatura.
La decisión del secretario general de presentarse a la pelea con el respaldo de la mayoría del mundo en desarrollo suministra a China una plataforma desde la cual puede pasar a la ofensiva y cuestionar los motivos que están detrás de las objeciones de Estados Unidos a la reelección.
Pero si Boutros-Ghali conquistara la reelección, sería para él muy difícil cumplir con las tareas que impone su cargo sin el respaldo de la nación más poderosa del mundo.
Estados Unidos no es el único país con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero, aunque sea en los papeles, contribuye con la cuarta parte del presupuesto ordinario del cuerpo mundial y con 31 por ciento del dinero gastado en misiones de mantenimiento de la paz.
Para Washington, Boutros-Ghali fracasó en la concreción de las reformas que entiende necesarias en la organización de la ONU, que, por lo tanto, necesita una cara nueva y fresca al frente.
Para Beijing, en cambio, buena parte de los esfuerzos por reformar el cuerpo que desarrolló el diplomático en favor de la reforma del cuerpo mundial fracasaron porque no coincidían con las intenciones de Estados Unidos.
Un vocero de la Cancillería de China describió a Boutros-Ghali como un "viejo amigo" del país y aseguró que su desempeño en cuatro años en la dirección de la ONU fue positivo.
El diario oficialista Guangming Daily acusó a Washington de bloquear la reelección de Boutros-Ghali porque el diplomático se rehusó a convertir la ONU en "un instrumento de la política de Estados Unidos".
China contempla al secretario general de la ONU como un amigo por varias razones.
En 1993, Boutros-Ghali accedió a un pedido de China y prohibió al disidente Shen Tong entrar a la sede de la organización en Nueva York, donde había convocado una conferencia de prensa para conmemorar el cuarto aniversario de la masacre de la plaza Tiananmen, en junio de 1989.
Los observadores recordaron que ésta fue la primera vez que un secretario general accedió a un pedido de esta naturaleza por parte de un país miembro de la ONU.
Durante una visita de cinco días a Beijing en marzo, cuando las tensiones en el estrecho de Taiwan alcanzaron su cima debido a los ejercicios militares dispuestos por el gobierno de China, Boutros- Ghali aclaró que las posibilidades de que Taipei ingresara a la ONU eran virtualmente nulas.
"No se puede admitir un miembro sin la recomendación del Consejo de Seguridad, y China tiene poder de veto. A menos que Beijing cambie de idea, no hay posibilidades", dijo.
El año pasado, además, el diplomático rechazó la integración de Taiwan como observador, categoría que ostentan el Vaticano, Suiza y la Organización para la Liberación de Palestina.
Beijing percibe en Boutros-Ghali un aliado que puede ser de valor en los próximos años.
"Para China, tener un 'viejo amigo' como el secretario general de la ONU significa que no tiene que apelar a su poder de veto en el Consejo de Seguridad con tanta frecuencia, por lo que evita perjudicar su imagen frenta a la comunidad internacional", dijo un diplomático en Hong Kong.
Pero el jefe de la ONU recibió críticas, no solo de Estados Unidos. También apuntaron contra él varias organizaciones no gubernamentales.
El grupo humanitario estadounidense Human Rights Watch cuestionó a Boutros-Ghali por no haberse pronunciado respecto de la falta de libertad de expresión que sufrieron quienes asistieron a la Cuarta Conferencia de Naciones Unidas sobre la Mujer en Beijing el año pasado.
El británico Centro Internacional contra la Censura acusó a Boutros-Ghali de impedir que se leyera una declaración del líder espiritual de Tibet, Dalai Lama, en la celebración del cincuentenario de la ONU. Según el grupo, esta medida violó la carta del cuerpo mundial.
Por otra parte, si Boutros-Ghali es reemplazado por un candidato que cuente con el visto bueno de Estados Unidos, Alemania y Japón podrían ser admitidos como miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Beijing se resiste a esta posibilidad, especialmente desde que Tokio fortaleció su alianza militar con Washington, lo cual es visto por el gobierno comunista como una medida para contenerlo en la región.
Hasta el momento, ni Estados Unidos ni China se dieron por vencidos y la posibilidad de veto a Boutros-Ghali o a sus competidores sigue en pie.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher, calificó la decisión de Boutros-Ghali de presentarse a la reelección de "innecesariamente conflictiva". "Tenemos poder de veto y estamos preparados para usarlo", advirtió.
Si Washington persiste en su rechazo a la reelección de Boutros- Ghali, muchos países podrían respaldarla en oposición a una nación que debe 1.600 millones de dólares en contribuciones al cuerpo mundial, según los observadores.
Sin embargo, en caso que Boutros-Galhi gane la batalla, su autoridad se verá minada por su conflictiva relación con el país más poderoso del mundo.
En 1991, un bloque conformado por el Movimiento de Países No Alineados y China aseguró que solo una candidatura africana, la del propio Boutros-Ghali, obtendría suficiente adhesión en la Asamblea General para ganar.
Algunos funcionarios de la ONU consideran que el respaldo que concita actualmente el secretario general entre los estados miembros podría frenar, igual que en 1991, las objeciones de Washington.
Pero, en pleno año electoral, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, no quiere dar señales de debilidad frente a Boutros- Ghali, afirman los observadores.
Las riñas del diplomático egipcio con la representante de Estados Unidos en la ONU, Madeleine Albright, fueron notorias.
Aunque Washington respaldó al principio el ambicioso plan de Boutros-Ghali de expandir las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU en 1992 y 1993, el secretario general no tuvo el aval de Estados Unidos en el manejo de varias crisis.
En ese sentido, se le acusa de haber sido blando en algunos conflictos, como el de Somalía, y demasiado duro en otros, como el de Bosnia-Herzegovina.
Irónicamente, como hace cinco años, Boutros-Ghali deberá demostrar que es una opción que todos los intereses que se enfrentan en la ONU pueden aceptar.
Arabe propuesto como candidato por Africa, cristiano copto casado con una judía, diplomático que cuenta con un fuerte apoyo musulmán, Boutros-Ghali parece llenar ese requisito. Además, habla francés, lo que le granjea la simpatía de París.
El actual secretario general fue, como vicecanciller de Egipto, uno de los principales negociadores del acuerdo de Camp David, que abrió en 1979 el actual período de paz entre su país e Israel con el patrocinio de Estados Unidos, entonces gobernado por Jimmy Carter.
Además de Boutros-Galhi, otros posibles candidatos con los que se especula son la presidenta de Irlanda, Mary Robinson, la primera ministra de Noruega, Gro Haarlem Bruntland, Kofi Annan, el subsecretario general de ONU de Ghana, y la Alta Comisionada de la ONU para los Refugiados, Sadako Ogata, de Japón.
La lista de fracasos y empantanamientos en misiones de mantenimiento de la paz de la ONU en lugares como Ruanda, Liberia y el Sahara oriental fue tan amplia como la lista de éxitos, que incluye el fin de los conflictos en El Salvador y Camboya. (FIN/IPS/ys-fah/cpg/mj/ip/96