Hace hoy exactamente un año, el volcán Monte Soufrière, inactivo por más de 450 años, comenzó a rugir, despedir humo y cenizas hasta formar una capa semisólida de lava sobre la montaña Chances, el pico más alto de Montserrat (915 metros).
Desde entonces, los 11.000 residentes de esta pequeña colonia británica del Caribe deben convivir con los temblores de tierra, que llegaron a superar los 100 por día.
Los habitantes de Montserrat vieron cómo las cenizas del Soufrière cubrían Plymouth, la capital, convirtiendo el día en noche y deteniendo la vida cotidiana.
También vieron cómo la cúpula de lava se rompía y se mezclaba con cenizas y otros materiales para formar lo que los científicos denominan "flujos piroclásticos", que se deslizaban por la montaña a velocidades de hasta 112 kilómetros por hora.
Los residentes locales debieron además luchar con las compañías de seguros, que se niegan a cubrir los daños ocasionados por las erupciones volcánicas. La mayoría de los comercios de la capital y sus alrededores tuvieron que cerrar, causando graves problemas de desempleo.
La Universidad Americana del Caribe, una facultad de medicina "off-shore" que funcionaba en Montserrat desde 1978 y constituía una importante fuente de divisas, debió trasladarse a la vecina isla de St. Martin. La facultad contaba con 2.500 estudiantes.
Además, la agricultura fue destruida, la industria manufacturera se redujo significativamente y el turismo está en crisis, afirmó el ministro jefe Reuben Meade.
Los más de 4.000 habitantes del sur de Montserrat debieron ser evacuados dos veces hacia el norte, y desde la segunda evacuación no han podido regresar a sus hogares.
El total de la población de la isla reside actualmente sobre un tercio del territorio de su territorio, estimó la organización humanitaria británica Christian Aid, que recientemente envió una misión investigadora a Montserrat.
Los desplazamientos de población causados por la actividad volcánica, incluyendo la reubicación de hogares, escuelas y empresas, forzaron al gobierno a organizar un censo para recavar información con el fin de afrontar la crisis de un modo más eficaz.
Sin embargo, los observadores señalan que los datos del censo no ofrecerán el tipo de información que el gobierno necesita para solucionar uno de los mayores problemas: el nivel de estrés de la sociedad.
Los habitantes de Montserrat viven con un fuerte estrés que probablemente aumentará a medida que se acerque la temporada de huracanes, advirtió Christian Aid en un informe, y destacó que "algunas personas viven en escuelas e iglesias desde diciembre".
La calidad de vida se ha visto afectada, señaló Robert Archer, asesor de la organización. "El mayor problema no consiste en el riesgo de una gran erupción, sino en que el material se siga acumulando y produzca con el tiempo un gran daño en la zona que rodea al volcán, incluso en las áreas más pobladas de la capital", señaló.
"Eso también significaría que los desplazados no podrían volver a sus hogares por un largo tiempo", añadió Archer.
Otros miembros de Christian Aid recomendaron que el gobierno británico mejore su oferta de levantar las restricciones normales de inmigración para aquellos habitantes de Montserrat que deseen mudarse a Gran Bretaña, facilitándoles además los pasajes aéreos.
Pero hasta la semana pasada, menos de 100 personas habían expresado su voluntad de mudarse a Gran Bretaña, informó Meade. La mayoría de los residentes no desean abandonar su tierra, y los que emigran lo hacen hacia islas vecinas como Antigua y St. Martin, en busca de empleo.
En medio de todos estos problemas, sin embargo, Montserrat se convirtió en un importante laboratorio sismológico donde científicos británicos y de las llamadas Indias Occidentales investigan movimientos de tierra, emisiones de gas y de roca.
La actividad volcánica colocó a Montserrat "en el centro del interés científico internacional", observó Franklyn Michael, director del Centro de Operaciones de Emergencia.
Algunos académicos británicos sugirieron que su país podría obtener sustanciales beneficios económicos a largo plazo de la exportación de encimas naturales que habitan en la inhóspita atmósfera del volcán. (FIN/IPS/tra-en/ps/cb/ml/en/96