INFANCIA: Comienza batalla contra trabajo infantil en Venezuela

Una batalla para erradicar el trabajo infantil y proteger a las niñas y niños trabajadores comenzó en Venezuela, donde millón y medio de menores de 18 años desarrollan estrategias de sobrevivencia.

"Se estima que entre 150.000 y 200.000 menores de 14 años laboran en Venezuela, aunque carecemos de cifras ciertas", observó a IPS el español Eliseo Cuadrao, representante de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un seminario sindical que examinó el tema este jueves en Caracas.

El trabajo infantil en el sector formal es casi nulo -la ley lo prohibe a menores de 14 años- por lo que los niños y niñas que trabajan lo hacen en la economía informal "en medio del empobrecimiento colectivo y las peligrosas condiciones de la marginalidad urbana", dijo la experta Marlene Jairala.

Jairala, de la organización educativa católica Fe y Alegría, planteó la urgencia de "crear empleo para los padres y madres, para que la pobreza no obligue a los niños a trabajar", en este país de 11 por ciento de desempleo abierto (oficialmente) y la mitad de quienes trabajan laborando en el sector informal.

Cuadrao explicó que el programa de la OIT para la erradicación del trabajo infantil pretende crear comisiones nacionales abocadas al tema, con representación de instituciones oficiales, sindicales, empresariales y no-gubernamentales (ONG).

En América Latina son trabajadores 7,2 millones de menores de 14 años, según estadísticas basadas en encuestas nacionales de hogares, pero la OIT maneja como estimado real que entre 18 y 20 millones de esos menores van al mercado de trabajo.

En Africa y Asia, la existencia de 200 millones de niños y niñas laborando llevó a la OIT a crear el programa, con apoyo financiero del gobierno alemán, en tanto para América Latina se dispone de financiamiento español.

"En América Latina se observa un importante crecimiento, y es un problema notable en Brasil, Colombia, Perú y México", dijo Cuadrao, mientras que entre los países menos afectados han estado Chile, Cuba, Argentina y Venezuela.

Entre las causas, Cuadrao observa "el impacto de los ajustes estructurales aplicados a la economía de la región en la última década, y el decaimiento de los presupuestos de educación, pues existe una relación apreciable entre deserción escolar y aumento del trabajo infantil".

Jesús Urbieta, directivo de la Confederación de Trabajadores, principal central sindical del país, dijo a IPS que "Venezuela puede ser un país piloto en medidas preventivas ante el posible paso de este problema a la economía formal".

Los sindicatos venezolanos "se nutren de afiliados de grandes empresas y el sector público, principalmente, por lo que reivindicaciones respecto del trabajo infantil no han figurado hasta ahora en sus plataformas".

"Frente al trabajo infantil no tenemos un programa elaborado, salvo unir esfuerzos con las alcaldías y las ONG", dijo Urbieta, anunciando que la Confederación organizará en los próximos meses una red de seguimiento del problema en Caracas y tres de los 22 estados del país, ribereños del mar Caribe.

Los sindicatos "observan que la OIT ha variado su primer criterio, que era claramente abolicionista del trabajo infantil, y por eso inaplicable a las realidades de Asia, Africa y América Latina", agregó.

Con Urbieta coincidió Corina Parisca, presidenta de la Federación de Instituciones Privadas de Asistencia al Niño, quien presentó "el ejemplo de Johnny, un lustrabotas del aeropuerto de Caracas, de 12 años, quien debió dejar la escuela para buscar ingresos para su madre y cuatro hermanos más pequeños".

"Es preferible tener a muchachos como Johnny, orgulloso de su trabajo y de llevar semanalmente a casa 6.000 bolívares (13 dólares) y no a los miles de niños falsamente protegidos por nuestras legislaciones", declaró Parisca.

La otra cara de la moneda fue expuesta por Jairala, quien describió "el entorno de conflicto en que comienza el trabajo temprano de la niña por ejemplo en los barrios marginales de Caracas, lavando, cosiendo, o calentadndo comida para los demás miembros de la casa".

El niño "comienza trabajando cargando cajas de cerveza, recogiendo 'pichache' (alimentos deteriorados) en los mercados, o va de casa en casa llevando apuestas de caballos, y luego expone su vida al llevar 'terminales' (boletos de lotería ilegal) y sus premios de un lugar a otro".

"La pobreza que padece 80 por ciento de los venezolanos no sólo impide adquirir alimentos, sino que inmoviliza a las comunidades, para quienes su barrio es y será el horizonte y el mundo porque se reduce la movilidad social", dijo Jairala.

Los niños y niñas trabajadores "no tienen perspectiva de que lo que hacen es temporal en sus vidas", subrayó, señalando que "las niñas que acuden al mercado y trabajan a los cuatro o cinco meses están embarazadas".

"El problema no puede medirse en términos de salario sino con la apreciación de que una niña trabajadora que va a la maternidad entre 12 y 14 años se encierra en un círculo de pobreza cada vez más grave", añadió.

Jairala abogó por que los sindicatos de Venezela, muy fuertes en el sector público, "des-sindicalicen las aulas, los quirófanos y los institutos de cuidado de niños y lleven sus luchas a las casas sindicales y a las mesas de negociación".

Cuadrao, finalmente, observó que la OIT lucha por una "erradicación progresiva" del trabajo infantil "pues debe complementarse con mayor desarrollo de los países, pero es preciso alejar a niños y niñas de actividades de alto riesgo como la minería, la recolección de basura o la prostitución". (FIN/IPS/hm/dg/lb-pr/96

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