La floreciente clase media de Indonesia, hasta ahora apenas preocupada de su ascensión social, es aún un factor desconocido en la lucha política que se tornó violenta en Jakarta este fin de semana.
Megawati Sukarnoputri lidera un movimiento de oposición que se ha rehusado a ceñirse a la estricta reglamentación de los partidos políticos de Indonesia y cuenta con mucho respaldo en las clases populares, pero esto acaso sea insuficiente para ocasionar cambios decisivos en el panorama político del país.
A menos que un sector importante de la clase media asuma un papel activo en las protestas en reclamo de cambios, parece poco probable que vayan a registrarse modificaciones de peso en el futuro cercano, según un cientista político de la Universidad de Indonesia en Jakarta.
"Las movilizaciones en Tailandia, Corea del Sur y Taiwan lograron la transición de regímenes militares a sociedades más democráticas. Al principio fue lento, pero, al fin, los cambios se produjeron. Eso es lo que sucederá en Indonesia", pronosticó.
Pero todavía es temprano para hablar de cambios políticos en este país, aunque los disturbios registrados este fin de semana, los mayores en más de 20 años, demostraron que muchos están perdiendo la paciencia frente al gobierno y al control que éste ejerce de la oposición legítima.
Desde que ascendió al poder hace casi 30 años, el presidente Suharto legitimó su régimen permitiendo el funcionamiento de apenas tres partidos políticos y amordazando a cualquier medio periodístico que lo criticara.
Suharto pudo hacerlo no solo por el respaldo militar de que dispone. Fundamentalmente, se ganó el respeto y la admiración de los indonesios por el modo en que ha guiado la economía a través de aguas tormentosas hasta la fortaleza que hoy disfruta.
El éxito de Indonesia en la reducción de la pobreza se destaca en el sudeste de Asia y en todo el mundo en desarrollo.
Setenta por ciento de los indonesios vivían debajo de la línea de pobreza hace 25 años. Las cifras oficiales señalan que esta proporción cayó sucesivamente a 29 por ciento en 1980, 17 por ciento en 1990 y 14 por ciento de los 192 millones de indonesios en la actualidad.
Al mismo tiempo, el producto interno bruto de este archipiélago de 13.600 islas creció en más de siete por ciento anual desde 1990.
Pero este éxito económico no ha sido acompañado por avances políticos, y hoy, más que nunca antes, amplios sectores de las masas recientemente educadas e integrantes de una red de organizaciones no gubernamentales sólida desafían el status quo.
Los tumultos registrados este fin de semana en las calles de Jakarta son testimonio de ello. Los disturbios comenzaron el sábado por la mañana en Menteng, una de las áreas de mayor ingreso de Jakarta, donde se ubican numerosas embajadas y sedes de ministerios.
Las manifestaciones se iniciaron en la sede del Partido Democrático de Indonesia (PDI), donde los simpatizantes de Megawati demostraban su oposición a la expulsión de la líder, orquestada por el gobierno el mes pasado.
Partidarios de Soerjadi, el líder impuesto por gobierno al PDI, se enfrentaron con los de Megawati con el respaldo de la policía, lo que provocó un violento choque.
La refriega incluyó pedreas en las calles. Varios edificios fueron incendiados y las unidades de la policía y el ejército, acosadas, no pudieron controlar la situación hasta el domingo de tarde.
Para ese entonces, habían muerto por lo menos dos personas, 170 habían resultado heridas y más de 200, arrestadas. Edificios de bancos y tiendas, así como automóviles y ómnibus, quedaron incendiados en el centro de Jakarta.
La agresividad de los manifestantes fue una señal de frustración. Una periodista de IPS vio que una multitud estuvo a punto de linchar a un soldado frente al Banco Kesawan, que estaba en llamas.
"Deténganlo, quemen su bicicleta", gritó un manifestante. En unos momentos, rodearon al soldado, pero prefirieron no atacarlo y, finalmente, escapó. "Qué lástima, debieron haberlo acabado", dijo uno.
Cada explosión que iniciaba el incendio de un edificio o vehículo era celebrada con júbilo. "¿Por qué no vienen los bomberos?", preguntó un manifestante. "¿Estás loco? Los lincharían", respondió otro.
Un camión de bomberos llegó al lugar, pero dentro de él viajaban policías antimotines que fueron rechazados rápidamente.
Ante este abierto desafío a los poderosos militares, las autoridades no vacilarán en mantener un control más estrecho sobre Megawati previo a las elecciones parlamentarias del año próximo.
"La toma de la sede del PDI fue un ejemplo de la inutilidad del uso del poder por parte del gobierno para zanjar un conflicto partidario interno", dijo Megawati el domingo.
Estos comentarios iban dirigidos al presidente Suharto, quien se reunió la semana pasada con Soerjadi en lo que fue considerado el reconocimiento oficial del dirigente como nuevo líder del PDI.
"El gobierno reconoce al congreso del PDI (que expulsó a Megawati). El congreso es la asamblea suprema del partido y todos sus miembros deben acatar sus resultados", dijo, por su parte, Soerjadi.
Megawati, hija de Sukarno, el primer presidente y fundador de Indonesia a quien sucedió Suharto, acusó al gobierno ante la justicia por considerar inconstitucional su interfencia en los asuntos internos del partido. "Mientras se produce la sentencia, yo soy la líder legítima del PDI", aseguró.
La medida del gobierno sobre Megawati respondió a la intención del gobierno de mantenerla al margen de la escena antes de las elecciones parlamentarias, según los analistas.
Calificada como "solo un ama de casa" por sus críticos, Megawati, de 49 años, es una política avezada y su oposición al gobierno es cada vez más estridente. Se la compara frecuentemente con la líder de la oposición demócrata de Birmania, Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la paz.
Pero necesitará algo más que apoyo popular para permanecer en el escenario político. Una pequeña pero creciente clase media podría dar impulso a su causa.
Pero, para eso, la clase media deberá ver en Megawati una garantía de estabilidad y seguridad para sus ingresos. En cualquier caso, sus integrantes no desean verse asociados con algunos elementos que componen la base popular de la líder del PDI. (FIN/IPS/tra-en/yi-lem-js/cpg/mj/ip/96