Estados Unidos muestra el combate a la corrupción como nueva carta en su baraja de herramientas para el comercio internacional, según analistas del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), con sede en la capital de Venezuela.
En la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el próximo diciembre en Singapur, Estados Unidos llevaría a debate la incidencia de la corrupción como uno de los nuevos temas de comercio, junto con medio ambiente, normas laborales y compras gubernamentales.
Mickey Kantor, representante comercial de Estados Unidos, ha dicho que en 1994 y 1995 recibió más de 100 denuncias de casos en los cuales sobornos extranjeros impidieron que empresas estadounidenses ganasen contratos por un total de 45.000 millones de dólares.
El recurso a la lucha anticorrupción como un tema de comercio tiene antecedentes en problemas políticos trasplantados a la relación comercial y puede resultar "un arma de doble filo", especialmente para países en desarrollo, según Manuela Rangel, directora de relaciones económicas del SELA.
Un antecedente es la ley estadounidense Helms-Burton, con sanciones a empresas de terceros países que comercien con Cuba en términos que Washington considere lesivos a sus ciudadanos.
En el futuro inmediato, Colombia arriesga la posibilidad de suspensión de preferencias y otras represalias comerciales, según la evaluación que Washington haga de nexos entre política y narcotráfico en el país sudamericano.
"La última novedad en neoproteccionismo es tratar que se combata comercialmente la corrupción", observó Rangel, agregando que "la erradicación de ese flagelo nos interesa a todos, pero es un tema que debe analizarse con cuidado".
Más que neoproteccionismo, el trasvase de conflictos políticos al terreno comercial es mostrado por Rangel como unilateralismo, o "medidas comerciales decididas por un país en virtud de una determinada situación excepcional, en función de una crisis".
Estados Unidos "considera que sus razones son suficientemente válidas, por encima de cualquier compromiso legal, como para justificar estas medidas, y recurren a argumentos éticos y morales", observó la especialista.
"En el caso de Colombia es por el narcotráfico, y en el de Cuba eminentemente político", recordó Rangel, para quien "la ilegalidad en estos casos es indiscutible".
Embargos unilaterales como el de Cuba o eventuales sanciones comerciales a Colombia "no tienen ninguna legalidad y contravienen los principios básicos internacionales, los cuales son mucho más importantes que los que puedan estar concluidos en un acuerdo bilateral puntual", dijo Rangel.
Sin embargo, Washington avanza en la presentación del tema de la lucha anticorrupción en el marco de o asociado con los acuerdos internacionales de comercio.
Por ejemplo, Estados Unidos apoyó a Venezuela cuando su mandatario Rafael Caldera propuso incluir el tema de la lucha anticorrupción en la Cumbre de América, de 1994 en Miami, y en la que el anfitrión, Bill Clinton, logró el acuerdo de negociar un área hemisférica de libre comercio antes del año 2005.
Como resultado, una conferencia interamericana aprobó en Caracas, en marzo de 1996, una convención anticorrupción que ordena a los estados del hemisferio cooperar para combatir el soborno trasnacional y otras corruptelas asociadas al comercio.
De cara a la reunión de Singapur, Kantor solicitó incluir la lucha anticorrupción como uno de los nuevos temas para la adopción de normas comerciales, junto con trabajo, ambiente y términos de compras por los estados.
La búsqueda estadounidense sería que las condiciones de acceso a los mercados de los países en desarrollo sean iguales a las establecidas en las naciones industrializadas, o igualdad comercial más allá de los términos arancelarios.
Los países en desarrollo tienen en cambio en la OMC una alternativa para protegerse de represalias comerciales que contradigan el principio del multilateralismo, observó Rangel.
La OMC, por ejemplo, dio la razón a Brasil y Venezuela en un conflicto con Estados Unidos por la discriminación de sus gasolinas frente a las estadounidenses bajo alegatos ambientalistas insustentables, según la Organización.
Sin embargo, el rival republicano de Clinton en la carrera presidencial de Estados Unidos, Bob Dole, ha defendido que su país abandone la OMC apenas se produzcan tres fallos desfavorables a Washington. (FIN/IPS/hm/ag/if/96