Para quienes visitan Nueva York, pocas experiencias son tan desagradables como una incursión por sus trenes subterráneos. Calurosos, atestados y lentos, este sistema de transporte ha sido un símbolo de decadencia urbana durante buena parte del centenar de años que tiene de existencia.
Pero en los últimos tiempos un nuevo ingrediente le ha dado un toque de elegancia al viaje, a pesar de los muchos obstáculos del trayecto. Se trata, simplemente, de poesía.
Este mes, los pasajeros pueden mirar por entre los brazos y cabezas de sus vecinos un cartel. "A él le parece que hay/ mil barrotes, y más allá de los barrotes, no hay mundo." Es "La pantera", del austríaco Rainer María Rilke.
Si estos versos se parecen demasiado a la angustiante experiencia de viajar en subterráneo, en las estaciones aparecen otros que pueden dar ánimo a los viajeros.
Allí se puede encontrar los versos de Ogden Nash, el más celebrado escritor de poesía ramplona de Estados Unidos: "Que todos se den prisa para darse el gusto,/ sea cerveza, champaña, sidra;/ mi mayor placer, tanto de hombre como cuando era niño,/ es viajar en tren."
May Swenson describe así el viaje en la línea A hacia Harlem. "Ruedas/ y vías/ en la flor de la vida/ chocan,/ hacen el amor/ deslizándose/ con destreza/ y fricción." Y concluye con versos con los cuales los viajeros habituales jamás estarán de acuerdo: "La estación/ se alcanza/ demasiado rápido."
Los poemas que hacen más placentero el viaje fueron introducidos en 1992 por la Autoridad Metropolitana de Tránsito (MTA) y la Sociedad de Poesía de Estados Unidos (PSA). El entonces presidente de la MTA, Alan Kiepper, quedó encantado con los poemas que había visto en el subterráneo de Londres.
Kiepper y la presidenta de la PSA, Molly Peacock, dieron vía libre al proyecto "Poesía en Movimiento" y seleccionaron docenas de poesías breves. Luego, los mandaron imprimir con grandes caracteres para instalarlos a lo largo y a lo ancho del sistema de la MTA.
Después de los cuatro primeros poemas (de Lucille Clifton, Emily Dickinson, Walt Whitman y William Butler Yeats), el proyecto eclosionó. Ahora, las piezas aparecen en 4.000 vagones y 3.700 autobuses. Dos nuevas poesías se agregan cada mes.
Parte del éxito de "Poesía en movimiento" se atribuye a que siempre hay algo para todos, desde extractos de William Shakespeare hasta versos minimalistas modernos, de haikus a creaciones de aborígenes norteamericanos, o trozos de canciones de comedias musicales.
Esto también sirve para comprobar la capacidad de la poesía para trascender cualquier cosa, incluso la frustración que produce el monótono sistema de transporte urbano.
"Difícilmente haya otro lugar donde se concentre tanto el caos de la vida urbana moderna como en los trenes subterráneos y los ómnibus de Nueva York. Levantar tus ojos y, por unos minutos, dejarte atrapar por algunas líneas de poesía es una experiencia extraordinaria", dijo Kiepper.
La idea fue tan exitosa que la editorial Norton Books publicó una colección de 100 poemas aparecidos en subterráneos y ómnibus. El volumen recaptura la delicia de los breves y rápidos trazos de poesía que pueden acometerle a quien viaje en el tren.
Allí, por ejemplo, aparecen unos versos de un indígena inuit, titulados "Palabras mágicas": "Una palabra dicha porque sí/ puede tener extrañas consecuencias./ Puede nacer a la vida…"
Peacock afirma con orgullo que los poemas tratan de reflejar todas las nacionalidades y puntos de vista que existen en Nueva York y que se intenta incluir a tantos creadores como sea posible.
Tan es así que solo Edna St. Vincent Millay apareció más de una vez, y muchos otros, como John Keats, Louise Gluck, Pablo Neruda y Audre Lorde, tuvieron su turno.
Peacock estima que los poemas llegan a cinco millones de pasajeros cada día. El ejemplo fue imitado por la ciudad de Chicago, mientras otras, como Boston, Washington y Los Angeles, consideran iniciar sus propios proyectos.
Pero no importa. Seguramente ninguna pueda incluir versos tan encantadores como estos de "Manhattan", de Lorenz Hart: "La gran gran ciudad es un juguete maravilloso/ recién hecho para una niña y un niño./ Convertiremos Manhattan/ en una isla de alegría." (FIN/IPS/tra-en/fah/mj/cr/96