La creciente popularidad de los acuarios está causando preocupación entre conservacionistas y activistas de derechos de los animales, quienes denuncian que sus propietarios obtienen cuantiosas ganancias a expensas de la vida marina.
Los acuarios en cuestión no son los pequeños que comúnmente se encuentran en las casas, si bien los dueños de esas peceras tambien son criticados por los ambientalistas que acusan a los japoneses ricos de importar especies en peligro. Se trata de grandes tanques de vidrio con gran despliegue de vida marina que incluye hasta delfines y focas.
"Mientras otros países están reduciendo esas prácticas abusivas como espectáculos con delfines, los acuarios japoneses han convertido ese entretenimiento en un punto de venta", señaló William Travers, director de la Fundación Nacido Libre, de Londres.
Los conservacionistas afirmaron que muchos peces mueren debido a la mala calidad del agua en los acuarios y las extenuantes condiciones generadas por la vida en cautiverio.
"Grandes peces como el atún son obligados a nadar en espacios reducidos durante horas sin ningún alivio. Hay muchos otros peces que padecen de problemas en los ojos y otros que, como resultado, son deformes", apuntó Eiji Fujiwara, quien encabeza en Japón el Grupo de Acción contra los Acuarios.
Los propietarios de acuarios no están de acuerdo. Afirman que brindan refugios seguros a especies en peligro y, al mismo tiempo, tienen valor educativo para un público que, de otra manera, no podría apreciar de cerca esas especies.
"Los acuarios son lugares donde los seres humanos pueden observar la vida marina en sus distintas formas desde un punto de vista ecológico", sostuvo Tomoka Kondo, portavoz del acuario Kasai Rinkai, uno de los mayores y más exitosos parques marinos nipones.
Debido a la falta de datos concretos, es difícil determinar cuántas especies de peces y mamíferos retenidas en cautiverio en los acuarios japoneses mueren prematuramente por haber sido quitadas de sus ambientes naturales.
Incluso Fujiwara admite que es difícil obtener información sobre lo que sucede entre bambalinas en los parques marinos, especialmente porque los propietarios temen una prensa adversa. "Nos mantienen completamente en la oscuridad", se quejó.
No obstante, a juzgar por la proliferación de acuarios en los últimos siete años y el número de participantes en el Cuarto Congreso Internacional de Acuarios realizado el mes pasado en Tokio, no hay duda que obtienen cuantiosos beneficios.
Kasai, construído en 1989, fue uno de los primeros parques marinos de ese tipo en Tokio. En la actualidad hay más de 70 acuarios comerciales distribuídos en todo Japón.
Además, Kasai, con un despliegue de más de 500 especies de vida marina, atrae alrededor de dos millones de visitantes cada año. El billete de admisión de un adulto cuesta 24 dólares. En total, más de 33 millones de personas visitaron acuarios en 1992.
El suceso de los propietarios japoneses de acuarios atrajo ávidos hombres de negocios e investigadores de 28 países a la reunion internacional de Tokio, durante la cual los grupos interesados discutieron el desarrollo de un parque marino "ideal" para el final del siglo.
Los ambientalistas, a los que no se permitió una activa participación en la conferencia, denunciaron que la concurrencia evitó el tema del derecho de los animales y se concentró en los aspectos comerciales de la actividad.
Un experto en mamíferos marinos en el Zoológico Ueno de Tokio, enfocó los dos aspectos del problema. Indicó que los acuarios en Japón seguirán vigentes pero, al mismo tiempo, si las especies mantenidas en cautiverio no son adecuadamente tratadas, la industria no será "sostenible".
Sostuvo que debían ser puestas en vigor normas estrictas para los acuarios.
Por el momento, los ambientalistas insisten que la mayor parte de la vida marina puesta en exhibición en los acuarios nipones está sometida a lo que en términos humanos podría considerarse una tortura.
Un documento distribuído en la reunión por el Grupo de Acción Delfines y Ballenas describió a los acuarios como lugares "crueles" donde criaturas altamente inteligentes como los delfines, ignorantes del público que paga, son hambreadas para que ejecuten trucos.
"La única manera de hacer que los delfines actúen es tenerlos constantemente hambrientos. Muchos mueren como resultado de la escasez de alimentos durante períodos prolongados de tiempo", señaló Hemmi Sakai, un miembro del grupo.
Además, el rápido crecimiento de la industria de los acuarios podría impactar en el mar a la población de delfines, los animales más populares y de mayor atracción en los parques marinos.
Pescadores en la ciudad costera de Taiji, una base clave para la caza de delfines y ballenas, son los principales proveedores de acuarios japoneses. Según informes de 1994, los pescadores de Taiji capturaron 620 delfines con nariz de botella con la esperanza de venderlos a los acuarios.
Los selectivos propietarios, que prefieren hembras jóvenes porque son más fáciles de amaestrar, adquirieron solo 20. (FIN/IPS/tra-en/sk/cpg/ego/en)