Gran parte de lo que antes fué una vegetación exuberante que serpenteaba a lo largo de las estribaciones montañosas de la isla, desde el oeste hasta las altas zonas pluviales del este, ha quedado devastadas por el fuego.
Las verdes y protegidas zonas húmedas en Jamaica han caído víctimas del continuo desgaste de suplir las deficiencias cotidianas a costa de la naturaleza.
Según los ambientalistas, los incendios anuales y la destrucción forestal causada por plantadores de café y otros granjeros sobre las majestuosas faldas montañosas están arruinando las naturales vertientes acuíferas, y muchos calculan que solo el cinco por ciento de los bosques permanece intacto.
Cerca del 80 por ciento de los incendios forestales que arrasaron terrenos húmedos fueron causados por pequeños campesinos y mineros de carbón que emplean el método de talar y quemar. A menudo esos incendios se extienden fuera de las áreas previstas, destruyendo vastas extensiones de bosques.
Otro 15 por ciento de esos incendios que asuelan la vegetación natural del país son provocados por pirómanos y solo el cinco obedece a causas naturales.
"Los incendios forestales constituyen el problema más grave que afrontamos en la sección sudoriental de las Montañás Azules, donde hay una extensa población de pequeños granjeros. Esos campesinos practican el método de talar y quemar para sus cultivos y, en muchos casos, los incendios escapan a su control y destruyen grandes extensiones boscosas", explicó Roger Williams, administrador del Parque de las Montañas Azules.
Las majestuosas Montañas Azules cubren el 40 por ciento de las zónas húmedas en la isla y forman el espinazo de las parroquias orientales de Saint Andrew, Portland y Saint Thomas, que se elevan hasta 2.256 metros sobre el nivel del mar, el punto más alto de esta isla del Caribe septentrional.
Los terrenos en las 26 unidades administrativas de zonas húmedas protegidas del país han sido dañados, afirmó David Smith, director ejecutivo del Trust de Conservación y Desarrollo de Jamaica.
Las tierras húmedas del Valle de la Esperanza, que cubren alrededor de 7.563 hectáreas en la parte septentrional de Saint Andrew figuran entre las más perjudicadas.
"Esta cuenca ha sido virtualmente arruinada. Las faldas están desnudas y tienen escasa cobertura boscosa, por lo cual cuando llueve se producen grandes aluviones con fuertes pérdidas de tierra fértil", apuntó Smith.
Los dos embalses principales de la isla, Mona en el este y Hermitage en el oeste, son alimentados por el agua que cae de las faldas de las Montañas Azules. Ambos estanques abastecen de líquido a los 750.000 residentes de Kingston, la capital comercial e industrial del país.
Además, muchos residentes rurales dependen de los ríos provenientes de las Montañas Azules para sus necesidades diarias.
Sin embargo, esas zonas húmedas a menudo deben ser clausuradas para prevenir la acumulación de sílice y lodo. Esto se refleja en la incapacidad de la isla para almacenar agua durante la estación de las lluvias que se extiende de octubre a mayo, en previsión de los meses secos y tórridos del verano.
"En épocas anteriores el flujo de agua hacia los diques era gradual en el curso del año. Actualmente, solo se registran períodos en los cuales afluye el agua a las represas. Esto significa que la cantidad total de agua para almacenar en los embalses se ha reducido", declaró Orville Benjamin, gerente de operaciones de la Comisión Nacional del Agua.
"Debido a que la recolección de agua en los diques es baja, afrontamos serios períodos de sequía y nos vemos obligados a racionar el abastecimiento durante los meses secos de junio a septiembre", añadio Gillian Parkins, funcionario de la Comisión.
Las 26 cuencas húmedas de la isla que abarcan más de 100 estanques, cubren una superficie de 10.000 kilómetros cuadrados.
La destrucción de bosques en las faldas montañosas no solamente ha provocado aluviones sino tambien la perdida de tierra fértil a un promedio de 40 toneladas anuales cuando se requieren 400 años para generar dos centímetros de humus, indicó un informe oficial.
Además, en los años '80, la Corporación de Desarrollo de la Industria Forestal, de propiedad del estado, cortó miles de pinos para obtener madera y dejó largos tramos montañosos desnudos. Esos árboles, que integran una gran parte de la cobertura forestal de la isla, jamás fueron reemplazados.
"Es un círculo vicioso. Cuanto más árboles perdemos, tanto mayor es la pérdida de tierra fértil para la agricultura. Cuanto más serias son las sequías que padecemos, peor es la amenaza sobre el suministro de agua", apuntó Williams.
Pronosticó que "muy pronto perderemos nuestras especies endémicas de plantas y tambien la fauna que hay en la falda de las montañas, si no se hace nada para frenar la destrucción forestal".
Devi Persaud, botánico de la Universidad de Indias Occidentales, predijo que Jamaica podría tener serios problemas de abastecimiento de agua en 15 años si no se adoptaban medidas para proteger la cobertura boscosa de la isla.
El gobierno anunció que está desarrollando un programa de rehabilitacion de zonas húmedas con la asistencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El programa afrontará sobre todo la destrucción de las cuencas en el Valle de la Esperanza, Saint Andrew y el área del Río Grande en la Bahia Montego, en el extremo occidental de la isla, declaró Ed Farnworth, asesor ambiental para el Caribe del BID. (FIN/IPS/tra-en/ml/cb/ego/en).
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