Las mujeres pobres son las que llevan el mayor peso de la urbanización de América Latina, al precio de un enorme desgaste no reconocido, plantearon hoy organizaciones no gubernamentales (ONG) en la Cumbre de las Ciudades o segunda Conferencia Mundial sobre el Hábitat.
"América Latina demanda reconocimiento de que es la gente misma, individualmente o con sus organizaciones de base, la que está produciendo las ciudades, sobre todo en el Sur", postuló la colombiana Clara Angel, de la Coalición Internacional para el Hábitat.
La Coalición, que reúne unas 300 ONG de 50 países, junto a la Red de Mujeres de Base (GROOTS), el Consejo Internacional de Mujeres y la Organización de Mujeres para el Medio Ambiente y el Desarrollo (WEDO) despliega una estrategia para sostener sus puntos de vista en la declaración que discute Hábitat II.
La cumbre urbana en esta ciudad turca, mitad en Asia y mitad en Europa, Hábitat II, tras la primera conferencia de Naciones Unidas sobre hábitat en Vancouver, hace 20 años, adoptará una declaración de principios y un plan de acción sobre los asentamientos humanos en el próximo siglo.
Para cada uno de los temas que consideran esenciales, las coaliciones de mujeres desarrollan una doble estrategia, de "lobby" (cabildeo) ante delegados oficiales para sostener los párrafos convenientes, y de presión externa a partir del foro de ONG paralelo a la conferencia gubernamental.
El primer y gran punto por el que se baten las organizaciones de mujeres, el resto de las ONG y los países en desarrollo es para que se reconozca y establezca claramente que el derecho a la vivienda es un derecho humano fundamental.
"El derecho humano a un lugar donde vivir se vincula estrechamente con el de la vida, tanto en sus aspectos espirituales como materiales", postula la Coalición cuya rama para Mujer y hábitat tiene a Angel como secretaria.
Cien millones de personas en el mundo carecen de techo, 1.200 millones lo tienen muy precario, y para cuando la mayoría de la población del mundo viva en ciudades, dentro de 10 años, se acentuará el carácter de América Latina como la región con mayor cantidad (85 por ciento) de población urbanizada.
Sin embargo, se acentuará también "la realidad de que somos un pueblo urbano muy pobre", subraya Teolinda Bolívar, arquitecta consagrada al tema de las construciones de barrios (informales) en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela.
La pobreza, fuertemente feminizada en América Latina, "remite al problema de las políticas de ajuste neoliberal", e implica para las mujeres del Sur intentar convncer a sus pares del Norte "más metidas en la lógica del neoliberalismo y de la economía de mercado", señaló Angel a IPS.
La irrupción de esas políticas en América Latina "se refleja en el hábitat con un empobrecimiento apenas amortiguado con el trabajo de las mujeres, al precio de un gran desgaste".
"Si no hay agua, las mujeres y los niños la cargan. Si no hay ropa, las mujeres remiendan. Y si no hay comida, las mujeres buscan, hacen y rehacen, con un enorme desgaste", dijo Angel.
Más de 90 por ciento de los ingresos de las mujeres van a la familia "y este ingreso se logra sin contrapartida de buen empleo, pues las mujeres son mayoría en la economía informal, sin acceso al crédito pues son informales, y sin propiedad, pues no tienen crédito", agregó la dirigente colombiana.
Aunque confía en abrir una brecha para que estas tesis se recojan en la Agenda de Hábitat II, Angel reconoce que países desarrollados "y algunos del Sur" tienen una posición "muy cerrada, para dejar todo al libre mercado".
En tercer lugar, las ONG de mujeres sostienen en Hábitat II luchas que ya libraron en la Cumbre de la Mujer en Beijing, como el derecho a heredar y a poseer la tierra, apenas reconocido legalmente pero no en la práctica en el mundo musulmán, recordó Angel.
En América Latina "ese derecho es reconocido, pero muchas veces las familias consideran que como las mujeres se van a casar, es mejor distribuir o pasar la propiedad a los hijos en vida", indicó la dirigente.
"Otra violación del derecho a la vivienda es la violencia doméstica, intrafamiliar, porque las mujeres sufren maltrato y tienen que abandonar la casa por la que han luchado y conseguido por su propio esfuerzo", según Angel.
Existe la separación legal de bienes "pero es muy costosa para una mujer de las clases populares, y si se vende la casa y la mujer recibe la mitad del dinero, ese monto es insuficiente para poder comprar otra vivienda".
"En este momento este cuadro es grave en República Dominicana, cuyo gobierno auspicia desalojos, en Colombia, donde la violencia lleva miles de migrantes forzados a las ciudades, y en Venezuela, por su crisis económica y ajustes", dijo Angel.
Finalmente, las ONG de mujeres centran su atención en el tema del financiamiento para el hábitat, comenzando por vencer "el escollo de los fundamentalismos y del Vaticano, que desean orientar el apoyo a la familia y no a los hogares, al no reconocer que hay muchos tipos de familia".
En cuanto a la cooperación internacional, "queremos entendernos con instituciones con las que podamos dialogar en igualdad de condiciones, no alguien que decide que es lo que vamos a hacer, y cómo, con sus recursos", concluyó Angel. (FIN/IPS/hm/jc/en-pr/96)