La mujer ha defendido su derecho a la vivienda como pasaporte para ejercer el de ciudadanía, señalaron dirigentes de organizaciones latinoamericanas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II) en esta milenaria ciudad de Turquía.
La Cumbre de las Ciudades debe dejar una declaración de principios y un plan de acción de 150 puntos para encarar el hábitat mayoritariamente urbano de la humanidad en el siglo XXI, y el nudo gordiano del debate, que ya empieza a desatarse, ha sido la vivienda como derecho humano fundamental.
"Nuestra lucha por ese derecho parte de concebir el hábitat como el espacio para ejercer todos los demas derechos, y para desarrollar la vida misma", declaró a IPS la peruana Josefina Huaman, de la Red Latinoamericana Mujer y Hábitat.
Se trata, destacó, "del punto de partida, del territorio donde se realiza la vida, imposible sin los servicios esenciales", por lo que en la lucha por la vivienda confluyen muchas otras "desde la sobrevivencia hasta la ciudadanía".
Según Clara Angel, de la federación colombiana de asociaciones de vivienda, "no se puede hablar de asentamientos sin agua, indispensable para la vida, y nuestro hábitat son ciudades o pueblos donde las mujeres, y los niños, acarrean el agua".
Huaman dijo que "en esta etapa de urbanización, modernización y globalización aceleradas, es imposible acceder al ejercicio de los derechos sin información", lo que contrasta "con que en América Latina 30 por ciento de la población urbana no tiene acceso a los servicios mínimos esenciales".
Para Ana Falu, activista argentina de la Coalición Internacional para el Hábitat, "sin una mínima calidad de vida la mujer no puede ejercer su derecho a la plena soberanía".
"Bajo la constante presion de resolver la vida cotidiana, buscar agua, saneamiento, servicios urbanos básicos, alimentar, educar y cuidar la familia, no hay oportunidad ni podemos hablar de ejercer los derechos de ciudadanía", opinó Falu.
A los problemas tradicionales y casi endémicos de pobreza en América Latina "se suma ahora la nueva pobreza, representada por aquellos sectores que fueron de clase media y han sido empujados por debajo de la línea de pobreza con las políticas económicas y sus ajustes en la región", dijo Falu.
Huaman señaló que entre los años 50 y 70 "en toda América Latina el crecimiento económico y la urbanización aumentó la clase media, con niveles diferentes", más extendida hacia el sur y menos hacia el norte de la región.
Argentina y Uruguay, dijo Falu, "fueron países con un proyecto definido de estado de bienestar, con una clase media acostumbrada a determinados niveles de participación política, y hoy día cambia luego que seguimos el camino de Chile como laboratorio de economía neoliberal".
En numerosas ocasiones "se trata de mujeres y familias que recibieron una educación en sintonía con el ejercicio de derechos de ciudadanía pero les es imposible atenderlos por ocuparse de los problemas más básicos", indicó Falu, para quien "allí tiene base el desencanto político y la abstención".
Ciriticó la "nueva pobreza" en Argentina, cuya población "padece un nivel de desempleo de 20 a 24 por ciento y encaja una caída brutal en los servicios públicos, por un Estado que todo lo descentraliza pero aisladamente y sin recursos".
Conferencias como la de Estambul, además de establecer principios valiosos para la elaboración teórica y la cooperación internacional, "sirven porque nos permiten hacer visibles estos temas, tan relegados en la última década en América Latina", comentó.
"Los gobiernos nacionales y locales pueden desarrollar estos temas, con el seguimiento de organizaciones no gubernamentales (ONG), y los principios y el plan de acción aquí esbozados nos sirven para el debate de la sociedad civil", agregó Falu.
Para Huaman, "las cumbres son ambiguas, los acuerdos son elaborados por los Estados pero sin obligarse por ellos y no se traducen necesariamente en políticas concretas", pero a la vez "nos sirven de contrapeso al auge neoliberal".
"Para nuestras organizaciones es un gasto de dinero, tiempo y esfuerzo estar aquí", recordó Huaman, "pero sin las ONG muchas cosas se aprobarían rápidamente en estas cumbres, sin ser debatidas suficientemente, como el derecho a la vivienda".
Las ONG reivindican como éxito que comienzan a desaparecer las observaciones y surge un consenso en la conferencia oficial para reconocer el derecho humano a la vivienda, aunque su instrumentación se presenta como progresiva.
Para Falu "seguirá la lucha por el reconocimiento a la producción social de hábitat" y al papel de las mujeres "a quienes la sociedad asigna la responsabilidad de cuidar a sus hombres, a los hijos, a los enfermos y a los ancianos".
Huaman advirtió finalmente que "demasiado reconocimiento de la mujer también es contraproducente, porque le venimos muy bien al modelo neoliberal para que nos ocupemos socialmente de las tareas de las que se despoja al Estado".
"Tampoco tenemos todas las mujeres los mismos problemas ni queremos las mismas soluciones", opinó Falu. "Lo que reclamamos es equidad y ejercicio de ciudadanía". (FIN/IPS/hm/jc/pr-dv/96)