La vivienda como derecho fundamental ganó hoy una batalla en la segunda Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II) al conciliarse en principio las posiciones de Estados Unidos, el Sur en desarrollo y la Unión Europea (UE), indicaron delegados latinoamericanos.
El documento que se aprobará dentro de siete días reconocerá ese derecho humano "pero con implementación progresiva de la vivienda adecuada", dijo a IPS Arlete Rodrigues, de la Asociación de Geógrafos de Brasil y presente en las deliberaciones del subcomité sobre derechos.
En cambio, "todavía no se ha progresado en la discusión sobre los desalojos forzosos", advirtió un delegado mexicano que prefirió el anonimato. Varios estados se rehúsan a apoyar desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) a quienes ocupan tierras de modo irregular para hacerse un techo propio.
El subcomité sobre derechos, guiado por la brasileña Marcela Nicodemus y con activa negociación entre Canadá, Estados Unidos y la UE, fue creado para desbloquear las discusiones acerca del documento final de esta conferencia, que debe contener una declaración general y un plan de acción.
"Están desapareciendo los corchetes", indicaron delegados latinoamericanos, en alusión a que los negociadores lograban eliminar modificaciones propuestas por países y grupos de naciones y que se anexan entre corchetes al proyecto preparado por la ONU.
Los avances en los casi 150 puntos que contiene el borrador de plan de acción fueron obstaculizados por la indefinición del primer punto del documento de principios y objetivos, un problema de "redacción" que se convirtió en el eje de los debates en Estambul.
El reconocimiento del derecho a la vivienda y de sus agregados puede ser una herramienta para la búsqueda y asignación de recursos por los estados y organismos financieros internacionales, y también un arma de lucha frente a las autoridades por parte de quienes no tienen techo.
Estados Unidos objetaba el reconocimiento de la vivienda como derecho humano fundamental. Según el delegado estadounidense Michael Stegman, debería ser considerado "un componente de los derechos humanos ya establecidos".
El temor de Estados Unidos y de otros países, como Japón y Malasia, radicaba en el eventual uso de ese principio como medio de presión para que los estados otorguen vivienda a todos sus ciudadanos.
La representación estadounidense también temía que la consagración de ese derecho fundamental pudiera revalorizar la demanda de los indígenas de Estados Unidos sobre sus tierras de hogar.
El mexicano Enrique Ortiz, de la Coalicion Internacional para el Hábitat, que reune 300 organizaciones no gubernamentales (ONG) de 50 países, dijo a IPS que "el reconocimiento del derecho a la vivienda es una victoria para celebrar, aunque su redacción no quede como a nosotros nos gustaria".
Tambien se ha avanzado "en el reconocimiento de que hay una convergencia de derechos en la ciudad", dijo Ortiz, pues en el espacio urbano "confluyen derechos humanos universales, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales".
"En esos aspectos de la declaración de Estambul ya tenemos 90 por ciento de lo que queríamos", observó Ortiz, "aunque queda todavia el problema de los desalojos".
Delegados latinoamericanos señalaron que "hemos encontrado más apoyo para defender el derecho a la vivienda que para atacar el desalojo de quienes ocupan tierras para hacerse un hogar".
El borrador que se negocia en Estambul compromete a los estados a evitar en lo posible el desalojo forzado de ocupantes de espacios para vivienda, y a procurar la rehabilitación de las familias afectadas, en caso de que el desalojo resulte inevitable.
Para Joanna Weschler, representante ante la ONU de la organizacion humanitaria Humans Rights Watch, "al derecho a la vivienda deben agregarse el principio de proscribir los desalojos por conflictos internos, razones económicas y étnicas y por razón de la violencia doméstica contra las mujeres".
Clara Angel, de la Federación colombiana de la Vivienda, había advertido que muchas mujeres deben abandonar su casa o venderla al separarse de su pareja, sin contar con recursos para vivienda nueva.
El tema de los desalojos, pendiente de dilucidación, atañe a situaciones muy sensibles políticamente, como la expulsión de palestinos en Medio Oriente o de kurdos en el sureste de Turquía, el país donde se desarrolla la conferencia.
Entre tanto, el reconocimiento del derecho a la vivienda se abría paso como primera victoria del Sur y de la UE y de otros países industrializados. También de las ONG, que con esa primera bandera congregaron unos 7.000 activistas en Estambul, en foros paralelos a la conferencia. (FIN/IPS/hm/mo/ff/pr/96)