HABITAT: América Latina presenta 13 trabajos urbanos en Estambul

Trece experiencias latinoamericanas fueron presentadas hoy por organizaciones no gubernamentales (ONG) en la segunda Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II), como modelos de intervención alternativa en comunidades urbanas.

Se trata de "una muestra del tremendo esfuerzo que se hace en América Latina para la producción social de hábitat y para la intervención sin destrucción", dijo el promotor Alfredo Rodríguez, del centro chileno de estudios sociales Sur.

En las ciudades se concentran problemas de pobreza y se expresan territorialmente las desigualdades económicas, sociales y culturales, con nuevas demandas no satisfechas de suelo, vivienda, infraestructura, servicios y participacion, subraya Sur.

"La gente construye sus propias alternativas en condiciones muy difíciles, organizándose, interviniendo en la ciudad, y creando asentamientos y organizaciones productivas", dijo Rodriguez.

De los 440 millones de latinoamericanos que se contaban en 1990, cerca de 196 millones eran pobres y de ellos, 116 millones se concentraban en las ciudades, señala un estudio de Sur.

La primera experiencia presentada en un foro de la Coalición Internacional para el Hábitat, una de las ONG que acudio a la conferencia de Estambul, fue la peruana de Alternativa, del norte de Lima, una muestra de trabajo conjunto entre ONG y poderes locales.

Desde 1990, en el distrito limeño de Ventanilla, esa cooperación hizo posible establecer un sistema de vigilancia y control del agua, saneamiento con 100 letrinas, desarrollar un programa de empleo juvenil y otro, de construcción con materiales extraídos de la zona, y crear una escuela de líderes sociales.

También en Lima, el Centro de Investigaciones y Proyectos Urbanos y Regionales participó en la consolidación del sector de San Joaquín, concluido con la entrega de títulos de propiedad de la tierra a sus moradores.

Otra ONG peruana, el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo, acompaña familias para gestionar recursos ante la banca, ofrece asistencia técnica para autoconstrucción y busca crear un ámnito de concertación entre el sistema financiero, las autoridades locales y los pobladores.

En la ciudad brasileña de Sao Paulo, el Centro de Asesoría a la Autogestión Popular apoyó a grupos de base para la solución colectiva de sus programas de vivienda, que han redundado, según sus promotores, en la identificación de los pobladores con sus barrios, y tuvieron impacto positivo en toda la ciudad.

Mientras, el Centro de Investigación y Educación Popular oriento su trabajo en Bogotá a la interlocución entre organizaciones comunitarias y entidades con autoridad formal en los barrios orientales de Chapinero y San Cristóbal.

En esos barrios se intenta aumentar la capacidad de control popular sobre los circuitos económicos locales, para acumular recursos destinados a la comunidad, y también se implementan programas educativos.

La Federación colombiana de organizaciones de vivienda popular se ha concentrado en cambio en programas de capacitacion y en la promoción de grupos de participación ciudadana sobre desarrollo urbano, ambiente, vivienda y servicios públicos.

En Quito, el centro de investigaciones Ciudad actuó sobre 40 barrios pobres del noroeste de la ciudad, destacándose la protección de las faldas del volcán Pichincha, con limpieza de quebradas y reforestación. La experiencia se transfirió a la localidad sureña de Machala.

En Santa Fe (Argentina), el Colegio Mayor Universitario acompanó el Movimiento Los Sin Techo, partiendo de un trabajo de estudio y difusion, hasta la construcción de centros comunitarios en 18 de los 22 barrios donde actúa ese grupo.

Otra entidad argentina, el Servicio Habitacional y de Acción Social, promueve en Córdoba la unión de organizaciones de base y el establecimiento de una Mesa de Concertación, para relacionar a las comunidades con el poder público.

Los recursos obtenidos por esa conjunción de esfuerzos superaron en tres años los 10 millones de dólares y se emplean en la compra de terrenos, el tendido de redes de agua potable y de energía eléctrica, la construcción de nuevas viviendas y el mejoramiento de las existentes, y la habilitación de cloacas, calles y centros comunitarios.

La salvadoreña Fundación Desarrollo y Vivienda Mínima promovió la autoconstrucción en Popotlán, la rehabilitación de viviendas insalubres en Las Palmas y el repoblamiento y reasentamiento en Obsidiana.

En este último caso, la Fundación esa ONG asumio de común acuerdo con los ex combatientes en la guerra civil la reinserción de la población afectada por el conflicto, tras largos años de desplazamiento y desarraigo.

Por Guatemala se presentó el Instituto para el Desarrollo Económico y Social de América Central, con trabajos habitacionales y ambientales, productivos (seguridad alimentaria) y educativos y culturales.

De Chile, un país "donde casi no existen las ONG", según Rodríguez, Sur presentó su Escuela de Planificadores Sociales.

Emula de Sur, el centro urbano de asistencia tecnica "Norte", de Santiago, apoyó un proyecto de mejoramiento habitacional en la comuna de San Joaquín, tras la combinación de aportes del gobierno central y el municipal, de las familias concernidas y de agencias de cooperación internacional.

"Antes, la intervención urbana trocaba a las poblaciones en víctimas. Ahora se trata de hacerlas beneficiarias a partir de su propio esfuerzo y con respaldo creativo y organizativo de las ONG", senaló Rodriguez a modo de resumen. (FIN/IPS/hm/ff/pr en/96)

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