"No estoy ni ahí (de ningún modo) con la política". Esa frase, repetida por los jóvenes en Chile, expresa dramáticamente la indiferencia de una generación ante el registro de votantes para los comicios municipales de octubre.
El gobierno, organizaciones juveniles oficiales, partidos políticos, corporaciones privadas y universidades están en una carrera contra el tiempo para atraer a los jóvenes hacia los registros electorales, cuando restan menos de dos semanas para su cierre.
La ley determina que los registros deben cerrarse cuatro meses antes de cada votación para actualizar los padrones electorales, y en este caso corresponde hacerlo el día 28, ya que los comicios municipales serán el lunes 28 de octubre.
Las cifras de la Dirección del Registro Electoral revelan que el padrón de votantes se redujo desde 1994, lo cual refleja la apatía de los ciudadanos entre 18 y 24 años de edad para concurrir a los centros de inscripción.
Todos los chilenos mayores de 18 años, así como los extranjeros con un mínimo de cinco años de residencia en el país, tienen derecho al voto. Pero la inscripción es voluntaria, según la ley que la dictadura del general Augusto Pinochet expidió a fines de 1987.
La norma, que rige desde el plebiscito presidencial de octubre de 1988, establece que los inscriptos están obligados a votar, en contraste con la ley electoral vigente hasta el golpe de estado de septiembre de 1973, en que la inscripción era obligatoria y el voto voluntario.
En diciembre de 1994, Chile, país de 14 millones de habitantes, contaba con un padrón de 8.014.209 de votantes que, un año más tarde se redujo 0,7 por ciento, para totalizar 7.953.954 inscritos.
Las bajas por muerte no fueron contrarrestadas por la presencia de los 243.000 jóvenes que cada año alcanzan la mayoría de edad y, de hecho, en 1995 se registraron menos de 10.000 nuevos votantes.
En los dos primeros meses de este año la situación no experimentó mayores cambios, lo cual facilitó un acuerdo de todas las fuerzas políticas para postergar para octubre los comicios municipales que originalmente correspondía realizar en junio.
La decisión, sin embargo, fue justificada por razones climáticas. Se adujo que la cruda temporada invernal en el sur del país, entre mayo y agosto, dificulta el acceso a los centros de votación en localidades rurales.
El director del Servicio Electoral, Juan Ignacio García, y el viceministro del Interior, Belisario Velasco, analizaron con optimismo las últimas cifras, que denotan una mayor afluencia juvenil a los centros de inscripción.
Sin embargo, el cálculo más positivo de Velasco indica que este año habrá hasta el 28 de este mes 100.000 nuevos inscritos, lo cual equivaldría sólo a poco más de 20 por ciento de quienes cumplieron edad para votar en los últimos dos años.
"Este país es mío. Voto y voy por mi comuna", es el lema de la urgente campaña lanzada por el Instituto Nacional de la Juventud (INJ), que contará con el apoyo en "spots" televisivos de tres populares animadores juveniles.
La Fundación Participa, una corporación privada, el Ministerio de Educación y la Asociación Chilena de Municipalidades respaldan la campaña con que el INJ pretende atraer a los jóvenes a los registros electorales.
"No votes por el PPD, pero inscríbete", rezan los carteles que el Partido Por la Democracia, segunda fuerza de la coalición gobernante, difunde profusamente desde hace algunas semanas.
La preocupación por la indiferencia electoral de los jóvenes es mayor cara a los próximos comicios debido a que los poderes locales en el municipio o comuna son considerados más participativos y por tanto más motivadores que las votaciones parlamentarias o presidenciales.
Para el sacerdote Rodrigo Tupper, titular de la Vicaría de la Esperanza Joven del Arzobispado de Santiago, el problema no radica en que los jóvenes no sean participativos, sino en su escepticismo ante la actividad política.
"Creo que esta forma de actuar de los jóvenes es una manera de castigar o protestar por la forma en que se realiza la labor política o el servicio público", escribió el religioso en el diario La Nación.
El actual desencanto de las nuevas generaciones contrasta con el entusiasmo con que los jóvenes participaron en el proceso de apertura de fines de la pasada década, que llevó a la derrota de Pinochet en el plebiscito del 5 de octubre de 1988.
El "no estar ni ahí con la política" expresa en el fondo la frustración con una recuperada democracia que en su expresión socioeconómica se torna cada vez más excluyente. Las mayores tasas de desempleo se verifican precisamente entre los jóvenes.
Alejandro Foxley, presidente de la Democracia Cristiana, la mayor fuerza política del gobierno de Eduardo Frei, reconoce que el neoliberalismo predominante no estimula el interés en la política de los sectores juveniles.
Foxley, quien condujo la política económica durante el gobierno de transición de Patricio Aylwin (1990-94), justificó recientes manifestaciones de protesta de los estudiantes universitarios y los instó a buscar nuevas formas de participación. (FIN/IPS/ggr/ff/ip/96)