BRASIL: El proceso de privatización entre fantasías y realidades

Con la asunción de Antonio Kandir como ministro de Planeamiento de Brasil, importantes sectores de la actividad privada apostaron a que el proceso de privatización dejaría su cautela tradicional y se podría en pocos meses vender empresas que estaban hace mucho tiempo en oferta.

Como ningún buen negociante muestra abiertamente sus cartas, esos sectores -probablemente los mismos que lograron deshacerse de José Serra y promover a Kandir- ocultaron su interés en una amplia y urgente privatización, y la presentaron como cuestión de vida o muerte para la estabilidad financiera del país.

Varios medios de prensa se transformaron en buenos aliados para desarrollar esa estrategia, coincidiendo en que al no realizarse un ajuste fiscal importante, las privatizaciones deberían ser el principal instrumento de sustentación del Plan Real, plan de ajuste que desde hace un año impulsa el gobierno.

Sin embargo, hasta la Bolsa de Valores de Sao Paulo, con una caída de 0,6 por ciento, reflejó el martes el desencanto de los privatizadores a ultranza cuando Kandir, al asumir su nuevo cargo, aunque se comprometió a "una lucha sin cuartel" por las privatizaciones" no fue tan enfático como ellos esperaban.

En realidad el Plan Real no parece estar ante un riesgo inminente, ni el gobierno tan urgido como para tener que rematar todos los activos del Estado en un solo día.

Pero es también cierto que de las 17 empresas incluidas en el cronograma de privatización para 1995, apenas ocho -casi todas del sector petroquímico- modificaron su situación jurídica para permitir una participación minoritaria del capital privado.

Las grandes ventas, como las de la empresa eléctrica Light, del estado de Río de Janeiro, y el Banco Meridional, se pospusieron para este año y, de ellas, sólo se concretó la primera, y a un precio mucho más bajo que el esperado, 2.200 millones de dólares por 54,67 por ciento de su capital.

Además del Meridional, en la lista de espera están la poderosísima compañía minera Vale do Rio Doce (CVRD), las telecomunicaciones y la red ferroviaria, entre otras empresas y sectores públicos.

Por supuesto que Serra, hasta el comienzo de esta semana responsable de la marcha del proceso, nunca admitió públicamente la existencia de un desfasaje con respecto al cronograma original del Programa Nacional de Desestatización (PND).

En cambio, prefirió destacar que en un año y medio el gobierno de Fernando Henrique Cardoso privatizó 42 por ciento de lo realizado juntos por los gobiernos de Itamar Franco y Collor de Mello.

Además, se defendió de las acusaciones de lentitud, especialmente provenientes del derechista Partido del Frente Liberal (PFL), principal aliado del gobierno, sosteniendo que en Estados Unidos y Japón la privatización del sector ferroviario llevo 11 años.

"La privatización sólo es rápida cuando se venden acciones en la Bolsa. Una alternativa que nadie quiere porque en ese caso los precios son inferiores al valor patrimonial de las empresas", argumentaba Serra.

Con su salida y la asunción de Kandir, prácticamente todos los analistas interpretaron que la hora de apurar el paso había llegado, y destacaron las dotes negociadoras del nuevo ministro, capaces de vencer las resistencias del Congreso, especialmente en lo que a la compañía Vale do Rio Dolce se refiere.

La Vale do Rio Dolce, con seis minas de oro en explotación -además de actividades de prospección y extracción de otros minerales- y alrededor de 15.000 empleados, es la más grande de América Latina y ocupa el tercer lugar entre las compañías mineras a nivel mundial.

Es por ello que la posición mayoritaria en el Senado, que aspira a tener la última palabra en el proceso de su desestatización, es que "su venta no puede ser considerada como cualquier otra".

Fue la economista Elena Landau, directora del PND de 37 años, la primera en hablar en los comienzos del actual gobierno de la privatización de la minera, lo cual le valió una reprimenda del presidente Cardoso.

Sin embargo, menos de dos meses después, se anunció oficialmente la inclusión de la Vale en la lista de empresas estatales a ser vendidas, y su licitación fue prevista para el primer trimestre de 1997.

En los últimos días los principales medios de comunicación brasileños se esforzaron por presentar a Kandir como una especie de "super hombre" capaz de acelerar los trámites para ofertarla antes de terminar el año, pero las informaciones más recientes indican que se continuará con el programa inicial.

Según Luis Carlos Mendonza de Barros, presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), del cual depende el PND, la complejidad y el volumen de la operación hace imposible acortar el plazo original.

De esta manera, segun Mendonza de Barros, en el primer trimestre del 97 será vendido 47 por ciento del capital total a inversores extranjeros y empresarios del sector que participaron en la gestión de la compañía.

El 53 por ciento restante será "pulverizado" al máximo en el mercado bursátil, en un plazo que hasta ahora no ha sido establecido.

"Cuanto mayor sea la demora de esa segunda etapa, mejor, porque esos papeles se valorizarán después de la transferencia y, con ello, el Estado obtendrá una mayor ganancia", argumentó el presidente del BNDES. (FIN/IPS/jg/jc/ip-if/96)

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