Abandonado por años, el teleférico que enlaza Caracas con la montaña que la domina, el Avila, y a ésta con el litoral Caribe, funcionará dentro de pocos meses y buscará mostrar la ruta a un nuevo panorama turístico en Venezuela.
"Se trata de una ofensiva de privatización de hoteles e infraestructura turística que obedece a razones más filosóficas que económicas: el Estado no debe ser hotelero", dijo este jueves el ministro de Turismo, Hermann Soriano.
En la cima del Avila, a 2.137 metros sobre el mar y desde donde se domina a la vez el Caribe y el valle de Caracas, un hotel corona la estructura del teleférico y también será privatizado, explicó Soriano mientras se desdoblaba en guía para corresponsales extranjeros.
El conjunto es parte del interés por reducir el tamaño del Estado y redefinir su papel, pero también por desarrollar el turismo como fuente de divisas, en este país que recibe la lección de haberse hecho demasiado dependiente del petróleo durante demasiado tiempo.
Unos 600.000 visitantes que llegaron en 1995 dejaron 700 millones de dólares, "lo que significa que el turismo es casi la segunda fuente de divisas después del petróleo", en disputa con el aluminio, dijo Soriano.
Se trató, explicó el ministro, de un incremento de 40 por ciento sobre los 430.000 turistas que arribaron en 1994, esperándose para 1996 y años venideros un crecimiento de 20 por ciento hasta llegar a un millón de visitantes a fin de siglo.
Recordó Soriano que Venezuela recibía a comienzos de la década más de medio millón de turistas por año, pero la crisis política y militar de 1992-1993 (hubo dos cruentas asonadas) desmoronó la imagen de este país como destino seguro.
Venezuela contrasta con sus competidores más inmediatos, las islas de habla inglesa, holandesa y francesa en el Caribe, como escenario donde en menos de una hora de vuelo un turista puede ir de la playa a la selva amazónica, la llanura, la montaña nevada y aún a desérticas dunas.
Soriano dijo que islas como las holandesas Aruba y Curazao quieren asociarse para ofrecer múltiples destinos a sus turistas, que apenas retienen por pocos días, mientras que el promedio de permanencia en Venezuela se acerca a dos semanas.
Una "tendencia creciente, aunque todavía no cuantificada" es la del turismo ecológico y de aventura, que aumenta junto con las opciones para que quienes llegan como turistas de playa por ejemplo a la caribeña isla de Margarita -180.000 anuales- se desplacen a tierra firme durante su estadía.
Un atractivo adicional serán los casinos, formalmente no autorizados en Venezuela aunque funcionan semilegales casas de juego, pero para los que progresa una ley en el parlamento.
Un casino será el atractivo esencial del hotel Humboldt, en la cima del Avila y a 600 metros de la estación del teleférico que hace de bisagra entre Caracas y el litoral Caribe.
El Humboldt es un hotel de apenas 70 habitaciones en una torre cilíndrica de 14 pisos, construido hace 40 años y escasamente usado, principalmente como escuela de hostelería, debido a los vaivenes de la política y de la gestión pública en Venezuela.
Su arquitectura, decorados y mobiliario, estilo años 50 y con líneas que ahora evocan el posmodernismo, "se han convertido en atractivo adicional por las idas y venidas de la moda", comentó Soriano al mostrar un área de café, de bar o de piscina.
El gobierno descartó vender el hotel o el teleférico, por razones legales (el Avila es parque nacional) y económicas, pues el costo más inversiones para preparar su explotación hacen un conjunto poco atractivo para el limitado número de habitaciones.
En cambio, se entregará como concesión a la empresa que junto al mayor monto por arrendamiento ofrezca un mejor programa de servicios para los 3.000 a 5.000 caraqueños que subirían por el teleférico cada día.
El sistema teleférico mide en total 10.561 metros, de los cuales 3.200 desde el norte de Caracas hasta la cumbre del Avila, 615 hasta Galipán -una aldea agrícola en la falda del cerro que mira al mar- y el resto hasta llegar al litoral caribeño.
Un contrato lo cedería por 20 a 30 años, y la aspiración de Soriano es que el sistema funcione completamente en manos privadas para fines de 1996 o comienzos de 1997, como alterativa de recreación para los cuatro milloes de caraqueños.
Otro sistema teleférico funciona en los Andes del suroeste -es el más alto y largo del mundo, pues mide 20 kilómetros y llega a 4.800 metros de altura- y también será entregado en concesión a operadores privados, después de agosto de 1996.
El Estado venderá este año tres grandes hoteles -uno de playa, otro de golf y un tercero de aguas termales- y después de 1997 revisará concesiones de otros grandes hoteles cuyos edificios posee pero operan cadenas internacionales.
"Aunque la filosofía es entregar el negocio a manos privadas, para no ser un Estado hotelero, tampoco es cierto que seamos una carga para el Tesoro, pues obtenemos ingresos netos del sector por más de siete millones de dólares", concluyó Soriano. (FIN/IPS/hm/dg/if/96)