La decisión de una joven mujer musulmana de casarse con un hombre de su elección ha desencadenado un caso que ha puesto a prueba la libertad de movimiento y los derechos femeninos en Pakistán.
Saima Waheed pertenece a una familia bienestante de Lahore, la ciudad más rica del país. La joven de 22 años, estudiante de administración de empresas, se casó sin el permiso de sus padres.
En lugar de fugarse con Arshad Ahmed, volvió a su casa y contó todo a su familia. "Sabía que se iban a enojar, pero tenía que ocurrir tarde o temprano", dijo a IPS.
Sin embargo, Saima subestimó el alcance del enojo de su padre. Abdul Waheed Ropri, líder de una secta musulmana ultraconservadora, golpeó y encerró a su hija, la dejó sin alimentos y la obligó a firmar ciertos documentos, según declaró Saima ante el Tribunal Supremo de Lahore donde ahora se ventila su caso.
La historia de Saima acaparó en abril la primera página de los diarios cuando escapó de su casa al enterarse que su familia tenía intenciones de casarla con un próspero médico, y luego que su esposo fué obligado a punta de pistola a firmar una declaración que la liberaba de su contrato matrimonial.
"Ya había decidido dejar la casa de mi padre, pero cuando accidentalmente me enteré que la fecha para mi "nikkah"(casamiento musulmán) habia sido fijada para ese fín de semana, supe que debía escapar porque ya estaba casada", contó.
Tras saltar el muro de la casa de su padre, en la lujosa Ciudad Modelo de Lahore, tomó un taxi y se dirigió al AGHS, la oficina de asistencia legal de una prominente abogada de la Suprema Corte y activista de derechos humanos, Asma Jahangir, de quién se había enterado leyendo los diarios.
El subsiguiente enfrentamiento entre padre e hija trajo al foro la silenciosa pero antigua disputa, en Pakistán, entre los puntos de vista de la ultraderecha y los liberales. Puso en descubierto el choque entre viejos y nuevos valores en una sociedad tradicional que está cambiando lentamente, especialmente en áreas urbanas.
"El caso es particularmente significativo porque saca a relucir el tema de la independencia y libertad de movimiento de las mujeres en la República Islámica de Pakistán", declaró Jahangir, una de las abogadas más conocidas del país.
Bajo la Constitución paquistaní, una mujer adulta (mayor de 18 años) puede tomar sus propias decisiones, un derecho garantizado incluso por la ley islámica, la cual dice que una persona que alcanza la pubertad es considerada adulta.
Sin embargo, el padre de Saima objetó su matrimonio basándose en la Ahle Hadees, la secta islamita a la que pertenece, que no permite el casamiento de una joven a menos que su "wali" (guardian) esté presente y consienta.
La secta tampoco autoriza a una mujer, aunque sea legalmente adulta, de dejar la custodia paterna hasta que está casada legalmente, por el padre, con un musulmán ("aunque tenga 60 años de edad", como estipula).
La Ahle Hadees expresa que el padre "tiene el deber vincular de mantener y proteger a su hija hasta que ha contratado y participado en su nikkah. Si fracasa en esa tarea, comete un grave pecado por el cual será castigado en el más allá".
En el debate judicial, la cuestión del casamiento de Saima puso en segundo plano la candente preocupación sobre el derecho de las mujeres paquistaníes de decidir sobre sus propias vidas.
Los abogados de Saima, armados con variados antedecentes islámicos y constitucionales, según los cuales una mujer puede ser su propio "wali", han pedido que la validez de su matrimonio sea decidida primero, porque si no es legal no hay motivo para discutir el derecho de elección de las mujeres paquistaníes.
El caso es seguido con tremendo interés en todo el país. Ropri apeló a la Suprema Corte a comienzos de abril para que su hija cesara de estar bajo la custodia de Jahangir. En aquel momento Saima se encontraba en un refugio para mujeres del AGHS.
El fiscal logró una orden del juez Ihsanul Haq Chowdhry para transferir a Saima a Darul Aman, otro refugio para mujeres en Lahore que trabaja como una suerte de cárcel, donde sus padres podían encontrarla todas las veces que quisieran.
Con la orden judicial y un equipo de policías, Ropri y otros miembros de su familia, algunos armados, fueron a la oficina del AGHS (donde Saima había ido para encontrar a un tío) para hacer cumplir la disposición.
Lo que siguió fué puro drama. Cuando Saima rehusó ir con su familia, Ropri y sus parientes trataron de arrastrarla fuera del lugar, a pesar de las protestas de la policía y el oficial de justicia que estaba presente.
Entretanto Jaganhir interpuso otro recurso ante el juez Malik Mohammad Qayyum, del Tribunal Supremo de Lahore, que es la jurisdicción legal del caso, y objetó la decisión de trasladar a Saima a Daul Aman.
El dictamen del juez Qayyum derogó el anterior, pero dispuso que los padres de Saima no podieran verla sin su propio consentimiento. Tambien ordenó que le brindaran medidas de seguridad en Darul Aman por temor que su familia la asesinara.
El proceso sigue en marcha, pero una decisión sobre el delicado tema de la autoridad paterna demandará tiempo. La opinión está dividida sobre el resultado porque si bien existe una genuina simpatía hacia los padres cuyos hijos se rebelan, tambien hay conciencia que el padre de Saima no debió oponerse a su casamiento con Ahmed.
"Esto fué completamente equivocado", declaró una mujer policía que acompañó a Saima al tribunal. "El Islam otorga a la mujer el derecho de elegir su propio marido", observó. (FIN/IPS/tra-en/bs/an/ego/hd).
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