Rusia está dispuesta a mediar en el conflicto entre Cuba y Estados Unidos, al que el canciller ruso Evgueni Primakov calificó en esta capita como "el último pedazo de hielo después de la guerra fría", a la vez que refuerza su ofensiva por reconquistar el mercado de este país caribeño.
"Para la mediación directa no ha mejorado lo suficiente la situación, pero en nuestros contactos hacemos todo lo posible por favorecer las relaciones", aseguró Primakov, de visita oficial en Cuba.
Rusia y China fueron los primeros países que apoyaron a la isla para que interviniera en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), tras el derribo de dos avionetas civiles por fuerzas aéreas cubanas, el 24 de febrero, recordó el canciller Roberto Robaina.
En sus primeras declaraciones en la Habana, el ministro ruso de Relaciones Exteriores calificó a la tensión en las costas cubanas a fines de febrero de este año, como "el último pedazo de hielo después de la guerra fría".
Primakov y Robaina firmaron en La Habana una Declaración de Principios de las Relaciones Recíprocas Cuba-Rusia, así como el Programa de Colaboración Cultural y Científica de 1996 a 1998.
En octubre pasado, los dos países firmaron varios protocolos para el transporte marítimo y el trasiego de mercancías, donde predominan el canje de tres millones de toneladas de petróleo ruso por un millón de toneladas de azúcar cubano.
Poco antes de la visita de Primakov a la Habana, ALFA Eco, una de las empresas petroleras rusas, se quejó del atraso cubano en el suministro de azúcar, lo que elevaría los precios del crudo.
"Hay que dar un margen a los socios para que lleguen a un acuerdo. No creo que las posiciones de ALFA Eco sean muy buenas, pero al mismo tiempo pienso que se pueden hacer algunas concesiones por la parte cubana", dijo Primakov refiriéndose a la posible intervención del gobierno ruso en el asunto.
En una ofensiva considerada por algunos especialistas como nostálgica por el antiguo predominio económico de la extinta Unión Soviética en Cuba, Rusia intentaría normalizar las relaciones que, según Robaina, tuvieron un período difícil.
Sin embargo, Primakov se negó a utilizar el término crisis para referirse a ese período de incomunicación y definió la situación actual como la víspera del auge de las relaciones entre Cuba y Rusia.
Tras la desaparición del bloque socialista europeo, Cuba perdió a su principal aliado económico, la Unión Soviética, país con el que mantuvo un comercio de 9.000 millones de dólares en 1989.
El año pasado, el intercambio entre La Habana y Moscú alcanzó sólo los 400 millones de dólares, según estimados oficiales cubanos.
El canciller ruso considera natural que sea su país el que participe en la modernización de las industrias cubanas, en su mayoría creadas con tecnología soviética.
Rusia se comprometió a buscar financiamiento para concluir la construcción de la central electronuclear de Juraguá, a 336 kilómetros de la Habana, tras la visita a la isla en octubre de 1995 del vicepresidente primero de ese país, Oleg Soskovets.
Los especialistas aseguran que serían necesarios 750 millones de dólares para concluir esa obra de tecnología soviética, paralizada desde 1990.
Estados Unidos se opone a la terminación de la central de Juraguá y promete sancionar económicamente a Rusia, como lo consigna en uno de sus capítulos la ley Helms Burton, que pretende endurecer el bloqueo de más de 35 años a Cuba.
La ley también pretende sancionar a Rusia por el alquiler de un centro electrónico de vigilancia que ese país opera en las cercanías de La Habana.
Primakov restó importancia a las posibles sanciones de Estados Unidos contra su país, pues considera que las relaciones económicas entre Rusia y Cuba sólo le competen a ambas partes y se reglamentarán de acuerdo a sus intereses. (FIN/IPS/mr/ag/ip- if/96)