Las naciones pesqueras del este de Asia están evaluando las capturas que pueden lograr si ratifican la Convención de la ONU sobre la Ley del Mar, que establece zonas económicas exclusivas de 200 millas náuticas desde la costa a los signatarios.
En enero, el parlamento surcoreano ratificó la Convención de la ONU, la semana pasada China la imitó, y en junio se espera que la Dieta Japonesa haga lo propio, en lo que analistas consideran como intentos de los tres países para legitimar sus reclamos sobre aguas disputadas en el mar oriental de China y el Mar de Japón.
La convención reconoce la autoridad de las naciones signatarias de ejercer jurisdicción exclusiva sobre zonas de pesca y recursos minerales que se encuentran hasta 200 millas de sus costas.
En el caso actual, esto crea un escenario para superar reclamos en aguas consideradas ricas en recursos minerales y, desde el punto de vista pesquero, vital para las respectivas economías y el mantenimiento del flujo de suministros a las naciones consumidoras.
El viceministro nipón de Agricultura, Bosques y Pesca, Hiroshi Ueno, dijo la semana pasada que esperaba que la ratificación de la convención allanara el camino a las negociaciones, en vez de exacerbar disputas sobre reclamos territoriales.
La ratificación de China "debería permitirnos iniciar conversaciones con honestidad", declaró Hueno a la prensa en Tokio el jueves pasado, un día despues que el Congreso Nacional del Pueblo en Beijing decidiera ratificar la convención marítima.
En el pasado, China no había demostrado la menor disposición de comprometer sus reclamos territoriales que ahora se han ampliado, con la ratificación, de 370.000 kilometros cuadrados desde su línea costera a tres millones de kilómetros cuadrados.
Por ejemplo, Beijing permanece enfrascado en su disputa con los países del Sudeste Asiático por el archipiélago Spratly, un conjunto de 200 islotes y arrecifes que, al parecer estarían, sobre vastas reservas de gas de petróleo todavía no comprobadas.
Los otros reclamantes de las Spratly, que tambien están en el paso de vitales conexiones marítimas para transportar combustible y bienes en el mar de China, son Brunei, Malasia, Filipinas y Taiwán.
En el caso del este de China y el Mar de Japón, la principal barrera de contención hasta ahora han sido los derechos de pesca, con Seul y Tokio endilgándose sendas violaciones cometidas por pescadores de los dos países.
Tokio afirmó que más de 1.000 embarcaciones surcoreanas de pesca cometieron violaciones en aguas niponas en 1993.
La principal área de contención es el grupo de islotes rocosos en el Mar de Japón, conocido como Takeshima por Tokio y Tokdo por Seul. Las aguas en torno a las islas son fértiles zonas de pesca para los dos países.
La cuestión salió a relucir debido a la merma de capturas que, según el ambientalista nipón Naoko Kakuta, se debe sobre todo al exceso de pesca.
El volumen pesquero anual de Japón ha disminuído el 33 por ciento en los últimos años a ocho millones de toneladas en 1994. Su cosecha de sardinas costeras, por ejemplo, de 4,5 millones de toneladas en 1989 descendió a un millón de toneladas en 1994.
Como consecuencia, los dos países se vieron obligados en años recientes a importar pescado para satisfacer su demanda interna.
Corea del Sur importó alrededor de cuatro millones de toneladas de productos marinos, en comparación con los dos millones de toneladas de 1970.
En 1995, en un libro blanco sobre pesca adoptado por Tokio en abril, el gobierno nipón culpó a China y Corea del Sur por la depedración de las existencias de peces y reclamó mecanismos para limitar el volumen de las capturas.
Un nuevo sistema de control basado en disposiciones de la ley de la ONU deberá ser puesto en vigor para mantener estable y sostenible el uso de recursos marinos, dijo el Libro Blanco.
Documentos oficiales demostraron que el nivel de autosuficiencia nipón en materia de suministros pesqueros cayó al 61 por ciento en 1994 del 64 en 1993. El pescado representa el 39 por ciento de las proteínas animales ingeridas por la población nipona.
De un total de 1,5 millones de toneladas de atún pescadas en todo el mundo en 1992, la parte japonesa fué de 350.000 toneladas, lo que redujo en 770 millones de dólares sus exportaciones anuales. Japón teme perder su cuota de mercado pero, lo que es peor, verese obligado a importar atún.
Un vocero de la Organización Japonesa de Investigaciones Marítimas (JMRO) dijo que a menos que Tokio, Beijing y Seul lleguen pronto un acuerdo, posiblemente basado en un sistema de cuotas, las tres naciones podrían pagar un alto precio en el futuro.
"No hay otra manera de sobrevivir", aseveró un portavoz de JMRO. "Corea del Sur y China tienen ahora agresivas industrias pesqueras. Japón no tiene más remedio que afrontar esa competencia".
En la actualidad, la industria pesquera nipona está bajo sitio, apuntó, y citó estadísticas que muestran que en 1994 habia 167.000 unidades de administración de pesca en Japón y 313.000 pescadores, 2,4 por ciento y 3,7 menos, respectivamente, que en 1993.
El vocero relacionó esa caída con la merma de capturas, lo cual hace especialmente difícil a pescadores en pequeña escala de sobrevivir en el comercio. (FIN/IPS/tra-en/sk/cpg/ego/ip-if).
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