AMERICA LATINA: Sin piso ideológico, las guerrillas declinan

Las guerrillas latinoamericanas, que en las décadas del 60 y 70 parecían en condiciones de tomar el poder en sus respectivos países, no han sobrevivido al eclipsamiento de la utopía socialista y son ahora un fenómeno extinguido, en proceso de extinción o se han deformado.

Salvo el peruano Sendero Luminoso, los movimientos guerrilleros y ex guerrilleros han abandonado las tesis marxistas y ya no quieren transformar violentamente la sociedad capitalista, en la que se han reinsertado con discursos populistas y de línea parlamentaria.

La práctica guerrillera llegó al sur de América Latina a través de la exitosa experiencia cubana, episodio que convenció a la izquierda de que la guerrilla rural era el único camino posible para imponer una transformación revolucionaria.

Aunque el marxismo se autodefine como ideología obrera, el proyecto insurgente de los guerrilleros latinoamericanos, con excepción de las experiencias argentina y uruguaya, se apoyaba en la energía revolucionaria latente en el sector social más oprimido, los campesinos sin tierra.

"Siempre existirán jovenes hambrientos de heroísmo, pero las masas campesinas y proletarias sólo los seguirán si algo vital, como la propiedad de la tierra o un modelo social de empleo pleno, les es ofrecido. Pero la caída del muro de Berlín sepultó las banderas insurgentes", comentó un ex comunista peruano.

Senaló luego que a partir de 1960 en todas las naciones latinoamericana surgieron intentos guerrilleros, que tuvieron diversa fortuna, y que ahora sóo subsisten en cuatro países, en dos de los cuales, Guatemala y Perú, sus líderes declinan la guerra en negociaciones forzadas por la derrota militar.

En tres países hay grupos minúsculos que siguen agitando el tema: organizan campamentos campestres en Costa Rica, apoyan acciones tumultuosas de agitación gremial o estudiantil en Venezuela, o montan operativos de castigo a violadores de los derechos humanos en Argentina.

En Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay y Uruguay las guerrillas no son un tema político, salvo en reuniones de café protagonizadas por ex militantes no convencidos de la línea parlamentaria, que justifican su inacción "porque no hay condiciones objetivas para la lucha armada".

En México y Colombia las guerrillas parecen consolidadas y revelan cierta expansión, aunque tienen características y perspectivas totalmente diferentes entre sí, casi antagónicas.

Los zapatistas mexicanos, más próximos al modelo romántico de las guerrillas de la década del 60, no proponen la dictadura del proletariado sino sanear la democracia representativa de su país, aunque están prestos a negociar con el gobierno bajo ciertas condiciones.

Colombia es un caso extremo de desvinculación de los objetivos ideológicos originales, pero, curiosamente, en la medida en que ha perdido piso político la guerilla ha ganado fuerza militar y financiera.

Los insurgentes colombianos han sido alcanzados por la distorsión moral e institucional que propicia el narcotráfico.

Según analistas independientes, en 1995 recolectaron unos 800 millones de dólares, de los cuales 33 por ciento corresponde a actividades vinculadas con el tráfico de drogas.

Carlos José Herrera, profesor de la Universidad Javeriana, sostiene que las guerrillas de Colombia "han perdido capacidad de impulsar políticas coherentes, pero han ganado en fuerza militar e influencia territorial", que ahora abarca a 50 por ciento de los municipios de latifundio ganadero y agrícola del litoral Caribe.

En Guatemala subsiste un antiguo movimiento insurgente que en diciembre próximo cumplirá 36 años de lucha en las montañas. Pero es probable que para ese época comience a desmovilizarse, cuando sus dirigentes culminen las conversaciones de paz abiertas con el gobierno central.

Testimonios recogidos por IPS sugieren que para los insurgentes guatemaltecos las guerrillas son una forma de vida envuelta en cierta aura de romántico compañerismo campestre, preferible a vegetar sin empleo ni futuro en alguna barriada urbana.

"Al principio me dolían las piernas todo el tiempo, pero luego me acostumbré y ahora me gusta. Este es un lugar sano, no hay contaminación, el agua es pura y la gente de las aldeas se sorprende que jamás nos enfermemos" comenta Victoria, ex estudiante de medicina con 14 años de vida guerrillera.

Sus frases, que parecen de folleto turístico, se explican porque desde hace dos años los militares guatemaltecos no ingresan a la zona donde está ubicado el campamento en el que Victoria vive con su pareja, otro guerrillero del Frente Luis Ixmata.

En los doce países técnicamente sin guerillas, muchos ex combatientes, e inclusive algunos dirigentes, se han convertido en funcionarios de los gobiernos que están poniendo en práctica modelos de economía liberal.

Los casos más resaltantes se dan en Venezuela, donde los ex comandantes guerrilleros Pompeyo Marquez y Teodoro Petcoff integran actualmente el gabonete del presidente Rafael Caldera. (FIN/IPS/al/dg/ip/96)

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