ZAIRE: Milicias hutus lanzan sangrienta limpieza étnica

Miles de tutsis de Zaire huyen a Ruanda de una sangrienta "limpieza" étnica lanzada por milicias hutus supuestamente apoyadas por el ejército zaireño, se informó oficialmente en esta capital.

Autoridades ruandesas comunicaron que desde fines de marzo hasta el 2 de este mes, unos 2.600 tutsis zaireños arribaron a la localidad de Gisenyi, situada en el noroeste de Ruanda y cerca de la frontera de Zaire.

Ese contingente se sumó a otros refugiados que llegaron a principios del año. Todos proceden del distrito de Masisi, donde un número indeterminado de tutsis zaireños han sido asesinados desde enero.

Los ataques contra la población tutsi de Masisi, un área vecina a la localidad fronteriza de Gomá, fueron atribuídos a la milicia ruandesa Interahamwe y a miembros del grupo étnico zaireño bahunde.

La comunidad internacional responsabilizó a los milicianos Interahamwe y el ejército que respondía al régimen extremista hutu derrocado en julio de 1994 del genocidio perpetrado ese año en Ruanda, cuyas víctimas fueron tutsis y hutus moderados.

Los Interahamwe huyeron a Zaire junto con las autoridades hutu cuando tomó el poder el Frente Patriótico Ruandés, en el que prevalecen los tutsis.

"Una auténtica limpieza étnica se registra en Masisi", aseguró a IPS un integrante de una agencia internacional de ayuda que visitó la zona.

La fuente, que solicitó conservar el anonimato, explicó que Masisi, localizado en la norteña provincia zaireña de Kivu, es escenario de un baño de sangre sin precedentes desde el comienzo de 1996, después de tres años de disturbios.

El gobierno de Ruanda manifestó su consternación ante lo que considera la organizada matanza de la comunidad zaireña banyarwanda, de origen ruandés y que engloba tanto a tutsis como a hutus.

"Esperamos una rápida reacción de las autoridades de Zaire para proteger a sus ciudadanos ante las fuerzas y las milicias del antiguo gobierno ruandés", declaró esta semana el canciller de Ruanda, Anstase Gasana, al comunicar los hechos a los diplomáticos extranjeros.

Previamente, el ministro de Salud, Joseph Karemera, condenó la violencia estallada en Masisi y exhortó a la comunidad internacional a colaborar en el esfuerzo por poner fin a la tragedia.

"La impunidad prevalece al otro lado" de la frontera. Los culpables del genocidio en Ruanda, unidos a otros grupos, perpetran una matanza", dijo Karemera.

"Puede repetirse (en Zaire) la situación de Ruanda en 1994, en caso de que la actitud de la comunidad internacional sea de prescindencia, como en aquella oportunidad", advirtió el ministro.

Karemera aseguró que las víctimas son banyarwanda, un grupo que permaneció dentro de Zaire cuando a fines del siglo XIX, las potencias europeas trazaron el mapa de sus colonias en Africa sin tomar en cuenta el origen étnico de los pueblos que dominaban.

El norte de la provincia de Kivu pertenecía al reino de Ruanda cuando los belgas llegaron a Africa central en la segunda mitad del siglo pasado.

La región fue incorporada al Congo Belga, ahora Zaire, y los banyarwanda, que junto con otros grupos "no aborígenes" conforman 80 por ciento de la población de Masisi, se mezclaron luego con tutsis que abandonaron Ruanda a la caída de la monarquía en 1959.

Una ley de 1972 que confirmó la nacionalidad zaireña a todos los habitantes de Kivu alivió tensiones surgidas en la primera mitad de los años 60, cuando las autoridades de la provincia prohibieron el ejercicio de cargos públicos a todos los "no aborígenes".

Pero en 1991, el Cerea, un partido político creado por los banyarwanda, fue excluído de una conferencia nacional convocada para discutir el futuro de Zaire.

Considerados extraños en áreas donde son mayoría, y marginados de la actividad política, mientras la minoría bahunde controla casi la mitad del empleo público en la provincia, los banyarwanda formaron una asociación denominada Magrivi, que en 1991 lanzó una campaña de desobediencia civil.

Los banyarwanda seguidores de la asociación Magrivi retiraron su reconocimiento a las autoridades provinciales y se negaron a pagar impuestos, y difundieron panfletos llamando a la rebelión.

Más allá de su carácter étnico, la crisis tiene también raíces en la tensión entre los ganaderos, integrantes en su mayoría de la comunidad banyarwanda, y los agricultores, que pertenecen a grupos "aborígenes" zaireños.

La violencia brotó en marzo de 1993, a causa de la detención de un dirigente de Magrivi. En pocos meses fueron muertas entre 6.000 y 15.000 personas, y más de 250.000 perdieron su hogar, de acuerdo con un informe divulgado hace un año por la organización humanitaria Médicos sin Fronteras.

Las conversaciones de paz abiertas a principios de 1994 no acabaron con los disturbios, y la tensión se agravó en la segunda mitad del mismo año, debido al arribo de los hutus que abandonaban Ruanda por temor a represalias de los tutsis.

"Los hechos de Masisi y del vecino distrito de Rubero son la continuación del genocidio" comenzado en Ruanda, alertó el prefecto de Gisenyi, Charles Zirimwabagabo.

Zirimwabagabo aseguró a IPS que los asesinos son miembros de la milicia Interahamwe y de la Coalición por la Defensa de la República (CDR), una organización política de activa participación en la matanza de Ruanda.

Un millón de hutus ruandeses permanecen refugiados en el norte de Kivu y entre ellos se cuentan militantes de la CDR y de Interahamwe y soldados del ejército hutu derrotado en la guerra civil de 1994.

"No creo que la violencia se oriente directamente contra todos los zaireños de origen ruandés. Es selectiva, en el sentido de que sus objetivos son los pastores y los (banyarwanda) tutsis establecidos en el área", dijo Zirimwabagabo, que pertenece a la etnia hutu, mayoritaria en Ruanda.

Zirimwabagabo cree que los hechos de Zaire son el préambulo de la invasión de Ruanda por las fuerzas hutu exiliadas.

"La limpieza étnica tiene el propósito de asegurar la retaguardia de las fuerzas que invadirán Ruanda", afirmó el prefecto. (FIN/IPS/tra-en/jbk/kb/ff/ip/96).

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