SRI LANKA: Gobierno lanza nueva ofensiva contra rebeldes Tamil

El ejército srilankés lanzó hoy una gran ofensiva para terminar de recapturar el baluarte de los rebeldes Tamil en la septentrional península de Jaffa, informaron voceros militares en esta capital.

La operación lleva el nombre código de Riviresa II y creó gran expectativa porque el gobierno había concentrado 300.000 soldados en el norte de la isla, que esperaban la orden de atacar.

Los funcionarios militares señalaron que las tropas sobre el terreno están apoyadas por tanques y artillería pesada, helicópteros artillados recientemente adquiridos y cazabombarderos.

Riviresa, que quiere decir "amanecer" en singalés, fue el nombre original de la operacion lanzada en octubre para recapturar la ciudad de Jaffna, en manos de los rebeldes. La conquista de esa población fué el mayor éxito obtenido por los militares en sus 13 años de guerra contra los guerrilleros separatistas Tamil.

La nueva ofensiva tiene el propósito de lograr el control del resto de la península en manos de los rebeldes. El año pasado, la región fue escenario de las batallas mas intensas de la guerra entre las fuerzas de los Tigres Tamil y el ejército.

Hace un año, los rebeldes rompieron cinco meses de conversaciones de paz en Colombo y, antes que el gobierno pudiera reaccionar ante el colapso del proceso de paz, los Tigres cesaron un cese del fuego unilateral de 14 semanas con la voladura en una hora de dos buques srilankeses en el puerto de Trincomalee.

Tres días más tarde derribaron dos aviones militares de transporte mediante misiles antiaéreos, provocando la muerte de 100 soldados. En los primeros 10 días de reanudación de la lucha, los Tigres Tamil, conocidos por sus siglas LTTE, hundieron tres unidades navales y destruyeron dos aviones.

El gobierno reaccionó con la mayor compra de armas registrada en la historia del país. Decenas de millones de dólares se gastaron en nuevos aviones de combate, helicópteros artillados y unidades navales. El ejército fue dotado de artillería más moderna y miles de nuevos reclutas.

Sin embargo, los mayores cambios se produjeron en el campo táctico. Desde 1983, Colombo había dado prioridad a la restauración de la paz en los distritos de Trincomalee oriental, Batticaloa y Ampara, aduciendo que si se privaba de su control a los rebeldes, su posicion separatista no tendría razón de ser.

Los mayores grupos étnicos de Sri Lanka, la mayoría singalesa, la minoría Tamil y los musulmanes, están repartidos por igual en esos tres distritos.

Esa táctica dió mano libre a la guerrilla para afirmar su control en la provincia septentrional, donde reclutó y entrenó sus cuadros, descargó embarques de armas y recolectó millones de rupias imponiendo gravámenes a bienes y servicios.

Fué el nuevo viceministro de Defensa, coronel Anurudha Ratwatta, quién sostuvo exitosamente que la guerra debía desplazarse al norte, incluso a costa de desestabilización en el este. Luego de una cuidadosa preparación, los militares lanzaron la Operación Riviresa para reconquistar el sector de Vadikamam, en la península de Jaffa. El objetivo fue alcanzado tras 50 días de dura lucha.

Los rebeldes, obligados a cambiar de bases en áreas que controlaban, contratacaron con espectacularmente, porque en enero destruyeron el banco Central de Colombo mediante el estallido de un camión cargado con 400 kilos de explosivos.

Ambos bandos pagaron un alto precio tras un año de sangrientos combates. Los militares dijeron que habían matado a 3.500 rebeldes y herido a varios miles, en tanto admitieron la pérdida de 2.019 soldados y más de 5.000 heridos.

Los civiles en la zona de guerra fueron las principales víctimas. Al menos 1.013 perecieron por ataques rebeldes y acciones militares. Los 13 años de guerra civil en Sri Lanka cobraron hasta ahora 50.000 vidas.

El costo económico tambien fué enorme. Decenas de millones de dólares gastados en armas y municiones privaron al gobierno de los fondos necesarios para mejorar la infraestructura, mientras los ataques con bombas en Colombo representaron un revés para la crucial industria del turismo y ahuyentaron a los inversores.

Sin embargo, la ruptura unilateral del proceso de paz costó a los rebeldes la pérdida del apoyo internacional. Naciones occidentales han comenzado a presionar al LTTE en el exterior, que recolecta millones de dólares para financiar la guerra.

Si bien la presidenta Chandrika Kumaratunga prometió un paquete de concesiones en favor de la minoría Tamil, los rebeldes rechazaron la propuesta calificándola de inoperante.

El general Lucky Alagama dijo que "a un año del reinicio de las hostilidades está claro que lo único que hay es una parálisis militar… Está en manos del ejército consolidar sus posiciones y avanzar". (FIN/IPS/tra-en/wk/an/ego/ip).

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