Investigadores de la Universidad Nacional de Singapur produjeron mediante ingeniería genética una bacteria que podría contribuir al control de algunas larvas de mosquito.
Las toxinas producidas por dos bacterias, el bacilo sphaericus y el thuringiensis israelensis, fueron empleados por algún tiempo para controlar las larvas de mosquito en regiones cálidas donde el uso de productos químicos no era adecuado.
Pero, entre otras desventajas, estos bacilos no flotan durante mucho tiempo, mientras la larva del mosquito se encuentra, sobre todo, en la superficie del agua.
Además, la luz ultravioleta destruye las esporas de estos organismos, cuyo crecimiento es un proceso caro de provocar, lo que los convierte en inapropiados para su aplicación en países en desarrollo.
Jian-Wei Liu, entre otros investigadores de la Universidad de Singapur, tomaron algunas de las toxinas de estos bacilos y los insertaron en un organismo que flota mejor, es resistente a los rayos ultravioletas y crece con facilidad.
La investigación partió de la base de que el control biológico de los mosquitos es preferible al uso de productos químicos que resultan tóxicos para los animales y contaminan el ambiente. Además, la resistencia de los mosquitos a estas sustancias aumenta "de forma alarmante", según los científicos.
Millones de personas enferman y mueren cada año de enfermedades que produce la picadura del mosquito. Quinientos millones contraen cada año la malaria, mal transmitido por la variedad Anofeles, mientras tres millones mueren.
Unos 250 millones de personas están infectadas por las filarias parásitas que causan la elefantiasis, que transmite la variedad Culex, y otros 100 millones por el dengue o la fiebre amarilla, enfermedades de las que es portador el mosquito Aedes.
"Es un avance valioso, pero no cambiará la situación", dijo Jo Lines, profesor de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Los organismos obtenidos por los científicos de Singapur son todavía más caros que las sustancias químicas sintéticas y, si se los utilizara ampliamente, los mosquitos podrían adquirir resistencia contra ellos.
De todos modos, los hábitos de reproducción del mosquito son diferentes de acuerdo a cada variedad del insecto, y en situaciones específicas las nuevas toxinas podrían ser útiles.
El mosquito Anofeles es más prolífico en áreas rurales y se reproduce en aguas estancadas sin contaminación, como charcas y estanques. La larva flota paralela a la superficie y se alimenta de ella.
Los mosquitos Aedes, en cambio, prefieren recipientes pequeños de agua limpia y son propios de centros urbanos. Sus larvas penden de la superficie. Pero el mosquito más común en las ciudades es el Culex, que se genera en letrinas, tanques sépticos y corrientes de agua contaminadas.
En teoría, la bacteria, que se adhiere a la superficie del agua, podría ser más efectiva contra la larva de los Anofeles. Su eficacia aún es dudosa en el caso de las larvas de los mosquitos Aedes y Culex, que pasan la mayor parte de sus existencias debajo de la superficie del agua.
El problema consiste en que el control del Anofeles, que, en condiciones normales, no depende del combate a la larva debido a la amplia diseminación de los lugares de reproducción.
"Pueden reproducirse en cualquier pequeño charco de agua, incluso en una pisada, y encontrar todos los lugares no es posible", explicó Lines. De todos modos, en Africa e India existen algunos lugares donde la malaria urbana es un problema.
"La reproducción puede ocurrir en claros de algunas ciudades africanas. Quizá el anofeles sea responsable de solo uno por ciento de las picaduras de mosquito, pero es muy eficaz como transmisor de malaria", dijo.
En esas situaciones, el control biológico podría ser útil, agregó.
En India, el Anofeles se adaptó a tanques que contienen agua para consumo humano o para su uso en construcciones, y, por eso, es el único país donde la enfermedad se "exporta" desde las ciudades al campo, sostuvo Lines. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/mj/he/96)