/REPETICION/ (Artes y Espectáculos) CHILE: Batalla legal contra la censura y autocensura en la TV

La regulación que se transforma en censura, así como la autocensura disfrazada de autorregulación son ya frecuentes en los medios televisivos en Chile, tanto de señal abierta como en el cable.

Cuatro diputados de la oficialista coalición de centroizquierda y uno de la derecha opositora iniciaron una batalla legal para limitar las amplias facultades censoras que tiene el Consejo Nacional de Televisión (CNTV).

El día 16, la Cámara de Diputados acordó, por 34 votos contra 25, solicitar al presidente Eduardo Frei que envíe al Congreso un proyecto para modificar la ley que creó el CNTV en las postrimerías de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973- 90).

El propósito central de los diputados es eliminar, o al menos limitar al máximo, la facultad del consejo de ordenar cortes a filmes que se transmiten por los canales a partir de las 22.00 horas, en el llamado horario para adultos.

Del mismo modo, los parlamentarios plantean que si bien caben algunas regulaciones estrictamente reglamentadas para la televisión de señal abierta, en VHF o UHF, no debe haber ninguna censura en la televisión por cable.

El CNTV, apoyado en su ley, resolvió en 1995 que las distribuidoras locales de TV-cable deben bloquear o sustituir en su programación películas u otros programas con contenidos pornográficos o de extrema violencia.

Los diputados que propician los cambios legales coinciden con los reclamos de las empresas y sus usuarios, en el sentido de que la TV-cable es un servicio "privado y voluntario", cuyos contenidos no deben ser interferidos ni reglamentados por ninguna autoridad.

Más allá de los argumentos jurídicos, en el trasfondo del debate están los extremos a que ha llegado la censura, que a menudo no es tal, sino una autocensura de los canales, temerosos de incurrir en faltas que los lleven a ser sancionados por el CNTV.

Este organismo regulador tiene facultades para amonestar y multar a canales que incurran a su juicio en violaciones a la ley, pudiendo incluso disponer su cierre temporal o el fin de la concesión televisiva si hay faltas muy graves y reiteradas.

La ley otorga un amplio espacio a los miembros del consejo para determinar cuándo una programación es atentatoria contra determinados valores, por contener mensajes con violencia excesiva, truculencia o pornografía.

El CNTV cuenta con 12 miembros que representan a organismos estatales y privados y hay quienes dudan de la amplitud de criterio de sus integrantes, entre los cuales hay connotados políticos y académicos conservadores.

El consejo ha sancionado a algunos canales por reportajes periodísticos en que se mostraron mujeres con pechos desnudos y ha amonestado o multado programas de difusión sexual, así como al "reality-show" envasado del animador Geraldo.

El temor a sanciones llevó en 1995 a la televisión estatal a cancelar la exhibición de un cortometraje nacional en que un niño observaba una relación sexual, pese a que el canal había comprado los derechos de difusión a su director, Cristián Galaz.

El supuesto temor a la censura permite a la estación de la Universidad Católica cortar en las películas cualquier escena o parlamento que contenga, aún en tono humorístico, referencias directas o indirectas a los preservativos.

El diputado Víctor Barrueto, del Partido Por la Democracia, uno de los impulsores de los cambios a la ley del CNTV, advirtió que se está gestando en la televisión chilena "un enrarecimiento de la libertad de expresión".

Barrueto recordó que los filmes transmitidos en horarios para adultos ya han sido calificados por el Consejo de Censura Cinematográfico para mayores de 18 años, y sin embargo se les practican habitualmente cortes.

Eso, según el diputado, "es una ofensa a la inteligencia y capacidad de discernimiento de los ciudadanos y al mismo tiempo una manera de atentar contra la integridad de una obra cinematográfica".

La iniciativa que impulsan los parlamentarios busca la tipificación precisa de conductas o actos que se transmitan por la pantalla televisiva y que resulten inadecuados, en lugar de dejar en manos del CNTV su juzgamiento mediante valores genéricos.

La presidenta del CNTV, Pilar Armanet, designada en el cargo por Frei, está de acuerdo a título personal con ese criterio y planteó que la definición de conductas objetables no debe aludir sólo a aspectos clásicos como la violencia o la pornografía.

Para Armanet, en la medida de que exista amplitud y a la vez especificidad en la caracterización de conductas, se evitarán actitudes del CNTV que algunos consideran discrecionales y se evitará también la autocensura en los canales.

El otro tema que salta a la discusión es el de la responsabilidad familiar, y hay quienes advierten, como el diputado socialista José Antonio Viera-Gallo, que la censura en los horarios para adultos es un reconocimiento de que los padres permiten a sus hijos ver programas calificados sólo para mayores.

Bajo esa consideración, Viera-Gallo defiende incluso las regulaciones en las señales por cable, en tanto el periodista Fernando Paulsen, coincidiendo con el diputado en la falta de responsabilidad de los padres, llega a una conclusión opuesta.

"Las familias se relajan porque existe un organismo regulador. Por eso es positivo quitarle al CNTV la posibilidad de ser el 'sherif' de los programas que se exhiben", dijo Paulsen, jefe de prensa de La Red, una estación privada de señal abierta. (FIN/IPS/ggr/jc/cr/96)

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