PERU: La batalla química en la guerra de las drogas

Los químicos que trabajan para proteger el flanco industrial del narcotráfico (la provisión de insumos) encontraron un procedimiento nuevo que les permite prescindir del carbonato de sodio en la elaboración de pasta básica de cocaína.

Una fuente de la policía antidrogas de Perú reveló a IPS, con cierto desaliento, que los laboratorios clandestinos situados en la selvática zona del río Huallaga están sustituyendo el carbonato de sodio por cal común, un producto prácticamente imposible de controlar por su abundancia.

La cal, utilizada en la construcción y la agricultura, no es un producto sujeto a control, se vende libremente e inclusive existen canteras en las zonas de sierra próximas a la selva.

"Hay un aspecto generalmente ignorado en esta guerra: los técnicos del narcotráfico buscan procedimientos nuevos y menos vulnerables para producir y transportar la droga y los técnicos policiales tratan de detectarlos y neutralizarlos", comentó la fuente.

Según expresó, el control de los insumos es uno de los aspectos menos espectaculares, pero uno de los más importantes, en esta fase de la guerra que libran las organizaciones narcotraficantes y los organismos encargados de reprimirlas.

Pese a la caída de los precios internacionales de la pasta básica de cocaína, las cifras de su producción ilegal en Perú, uno de los más importantes proveedores mundiales, se mantienen en torno de las 600 toneladas al año.

Para obtener de la hoja de coca es cantidad de pasta básica lavada se necesitan alrededor de 33.000 toneladas de insumos químicos: 3.500 toneladas de carbonato de sodio, 1.500 de ácido sulfúrico, 28.000 de kerosene, mil de hipoclorito de sodio y 97 de permanganato de potasio.

En 1995, la Dirección Nacional Antidrogas (Dinandro) de la policía peruana incluyó una nueva prioridad en su batalla contra el narcotráfico: cortar la provisión de los insumos que necesita la producción de pasta básica.

Por sus dimensiones, se considero originalmente fácil obstaculizar el acceso a tal cantidad de insumos, pero las organizaciones delictivas han encontrado diversas formas para superar el bloqueo.

Parte del ácido sulfúrico requerido es aportado por fábricas de baterías recientemente abiertas en algunas ciudades de la sierra, cuya producción global es sospechosamente mayor a la demanda zonal.

Otras empresas de reciente creación, industriales o avícolas, son investigadas porque compran más kerosene del que podrían realmente necesitar como combustible en sus operaciones, normales.

El resto, llega abriéndose paso mediante coimas o sobornos, pero la posibilidad de que los controles policiales y del Ministerio descubran las rutas de suministro de insumos los encarece y los hace aleatorios.

El bloqueo, o la reducción significativa de la provisión de insumos, es consideradp fundamental en esta fase de la estrategia antinarcóticos, porque podría estrangular la producción ilegal de la pasta básica de cocaína.

Hasta 1993, la lucha contra la producción y comercio ilegal de cocaína en Perú se centró en el combate contra las organizaciones guerrilleras que daban respaldo y seguridad a las operaciones de acopio y transporte de la droga.

Derrotadas las organizaciones guerilleras (que subsisten pero sin el control territorial que antes ejercían) la estrategia policial en 1993 se encaminó a destruir las rutas del tráfico masivo de pasta básica.

Una lucha difícil, porque, por razones políticas, para condenar al autogolpe del presidente Alberto Fujimori, el Departamento de Estado de Estados Unidos retiró entre 1992 y 1994 los radares usados para detectar los vuelos clandestinos de las avionetas que transportan la droga por toneladas.

En 1994, recuperada plenamente la cooperación entre la Agencia Antidrogas de Estados Unidos y la policía peruana, la estrategia se encaminó a destruir las plantaciones ilegales de coca, mediante el empleo de un hongo, llamado científicamente "fusarium" y que los campesinos conocen como "come coca".

Los científicos mercenarios contratados por los carteles de Cali y Medellín fracasaron en sus esfuerzos por encontrar una respuesta a este procedimiento biológico de erradicación de los cocales.

Al no encontrarlo, los "capos" de la droga recurrieron a un ardid: convertir en itinerantes las plantaciones ilegales de coca.

"Si los hongos afectan una plantación, los campesinos la abandonan y emigran hacia otras zonas limpias", revela la fuente de la Dinandro.

Frente a esa táctica elusiva, la provisión de insumos se convirtió en el objetivo fundamental de la estrategia antidrogas y el descubrimiento de un procedimiento nuevo de fabricación, que prescinde del carbonato de sodio, es apenas un incidente de esa casi secreta batalla entre técnicos de uno y otro bando. (FIN/IPS/al/dg/ip/96)

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