LESOTHO-SUDAFRICA: El pueblo basotho busca su destino

Lesotho es reino montañoso, empobrecido y políticamente inestable, enclavado en medio de Sudáfrica y totalmente dependiente de su próspero vecino, todo lo cual forma un conjunto de sensatas razones para que un número creciente de sus habitantes, el pueblo basotho, piense en la integración.

Quienes así piensan argumentan que Lesotho ya es virtualmente la décima provincia sudafricana. Rodeado por un vecino 150 veces más grande, cuyo producto nacional bruto es 90 veces más alto, Lesotho depende de Sudáfrica para 95 por ciento de sus importaciones y para el empleo de 40 por ciento de su gente.

Se estima que 115.000 basothos trabajan en las minas de Sudáfrica, mientras que otros 13.000 están empleados en otras partes del enorme vecino. La fuerza de trabajo total de Lesotho es de 225.000 personas.

No obstante, ahora resulta más difícil que un inmigrante encuentre trabajo en el saturado mercado laboral sudafricano, y el gobierno tiene dificultades para absorber a los mineros que deben regresar al país.

Lesotho es parte de la Zona del Rand, lo que significa que su moneda, el loti, está atada al rand sudafricano a un tipo de cambio fijo y paritario. También pertenece a la Unión Aduanera Sudafricana, en la cual se han suprimido los derechos de aduana.

La soberanía, dentro de este marco, no cuenta demasiado. En la era del apartheid, Sudáfrica mantuvo un ojo atento a este país, y en 1986, el conflictivo jefe Leabua Jonathan fue removido por un golpe con el que Pretoria afirmó no tener nada que ver.

Incluso después de la supresión del régimen segregacionista, aunque por razones opuestas, Sudáfrica siguió en actitud de intervenir en Lesotho, como en 1994, cuando volcó su influencia para revertir un golpe de la Corona, que había destituido al primer gobierno legítimamente elegido en más de dos décadas.

Los nacionalistas señalan, sin embargo, que a pesar de su permanente inestabilidad a causa de guerras civiles, gobiernos militares y golpes repetidos, Lesotho no ha sufrido una violencia interna al estilo de la que ocurre en KwaZulu-Natal, la provincia sudafricana donde el pueblo zulú es predominante.

Otros opinan, en cambio, que la vigencia de la democracia y el respeto a los derechos humanos en Sudáfrica ofrecerían a un Lesotho integrado una garantía de estabilidad política.

"Si no pudiéramos ser la décima provincia de Sudáfrica, por lo menos deberíamos suprimir las fronteras económicas", sostuvo Stephen Gill, curador del Museo Morija. "Con nuestro trabajo hemos hecho las minas sudafricanas, y ese país está en deuda con nosotros. Los basothos deberían tener libre acceso al empleo".

El Museo Morija, en el centro del país, ha tenido activa presencia en el debate de la integración, estudiando la historia del pueblo sotho (tronco de los basothos, de origen bantú) e identificando la tierra que este pueblo reclama, que ahora es parte de Sudáfrica.

El moderno estado basotho remonta sus orígenes a la década de 1820, cuando el rey Moshoeshoe I unificó a los pueblos de lengua sotho que vivían al sur del río Vaal.

No obstante, el país fue dividido por interferencias coloniales, y hacia 1870 había perdido 50 por ciento de sus tierras fértiles a manos de colonos blancos, o sea, la región que hoy forma la provincia sudafricana de Free State, después de la guerra boer-basotho de 1865-68.

Muchos basothos creen que si no se obtuviera alguna forma de unión con Sudáfrica, este territorio debería pertenecer a un gran estado sotho, que incluyera también a la mayor parte de Free State, tal como formaron y mantuvieron unido los pueblos sotho desde el siglo XIV.

Sólo nueve por ciento de la tierra de Lesotho es fértil, los recursos minerales son escasos y difíciles de explotar, y el único recurso exportable del país, el agua, ya es aprovechado por Sudáfrica.

En opinión de los nacionalistas étnicos, un territorio sotho ampliado, que abarcara las tierras fértiles de Free State, sería mucho más viable desde el punto de vista económico.

Otra opción presentada al creciente debate es la creación de una federación sudafricana.

La constitución de la Unión de Sudáfrica, en 1910, dejó abierta la puerta a la reincorporación de Botswana, Lesotho y Swazilandia, si estos países lo desearan al ser descolonizados. Pero al sancionarse la legislación segregacionista en Sudáfrica en 1948, estos territorios declararon su propia independencia.

La estructura no federal de la actual Sudáfrica dejaría sin ninguna forma de poder a los políticos basotho, lo cual es un desestímulo inaceptable para los parlamentarios de este país, en opinión del cientista político Shoai Santo.

Sudáfrica concedió en octubre pasado la ciudadanía a los trabajadores basotho con más de cinco años de residencia. Esta decisión, que implica un reconocimiento, vino a privar a Lesotho de las importantes remesas de dinero que hacían los trabajadores emigrantes.

Los integracionistas que polemizan con los nacionalistas en Lesotho han recibido escaso apoyo de los principales partidos políticos sudafricanos.

"Lesotho es un país independiente y continuaremos tratándolo como tal", declaró Blade Nzimande, experto en asuntos internacionales del gobernante Congreso Nacional Africano. (FIN/IPS/tra-en/gm/oa/arl/ip/96)

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