La anunciada incorporación de las cuestiones ambientales a la política exterior de Estados Unidos fue bienvenida por los activistas que trabajan en la materia, quienes, de todos modos, aún son escépticos en cuanto a si las palabras se convertirán en acciones.
De acuerdo con la "Iniciativa Ambiental para el Siglo 21" expuesta este martes en la Universidad de Stanford por el secretario de Estado, Warren Christopher, el Departamento de Estado emitirá informes anuales sobre tendencias mundiales, políticas de desarrollo y prioridades de su país.
"Creo que esto es increíblemente excitante y alentador", dijo a IPS Larry Williams, del Sierra Club con sede en Washington. Sin embargo, agregó que "informar sobre el estado del ambiente es bueno, pero debe hacerse mucho más".
La nueva política pretende promover tratados mundiales y ayudar al empresariado estadounidense a ganar espacio en la industria de protección ambiental, cuyo giro se estima en 400.000 millones de dólares.
El plan del Departamento de Estado exhorta a embajadas en países "clave" a trabajar en conjunto con organizaciones no gubernamentales y empresarios para, entre otras cosas, ejercer presión en materia de protección de los recursos naturales.
La iniciativa también apunta a "ayudar a empresas de Estados Unidos a vender su tecnología ambiental de avanzada en el extranjero".
"El ambiente tiene un profundo impacto en nuestros intereses nacionales en dos vías", dijo Christopher.
Las actual degradación ambiental no sólo amenaza directamente "la salud, la prosperidad y el trabajo de los ciudadanos estadounidenses", pues también es un punto "crítico para la estabilidad política y económica en todo el mundo".
Christopher afirmó que Washington ayuda a Asia Central a "recuperarse de las prácticas de irrigación soviéticas que convirtieron el mar Aral en un océano de arena" y que en Guatemala y Colombia colabora con "la agricultura sostenible, alternativa a los cultivos de rozas y quema de opio y coca".
También mencionó la construcción de estaciones de generación de electricidad solares y eólicas en El Salvador y la contribución de empresas estadounidenses en la actividad pesquera y el abastecimiento de agua potable en Kenia, Tanzania y Uganda.
"Dentro de diez días, el presidente Bill Clinton se reunirá con otros líderes en Moscú para promover medidas de seguridad en la operación de reactores nucleares y ayudar a Ucrania a que no se produzcan más accidentes como el de Chernobyl", dijo.
Christopher dijo que el gobierno de Estados Unidos lanzará a fines de la primavera boreal un programa dirigido a empresarios y gobiernos de los estados de Texas y Nuevo México y la mexicana Ciudad Juárez para reducir la contaminación de la atmósfera en la frontera.
El secretario de Estado agregó que su país promoverá durante los próximos dos años medidas para asegurar el cumplimiento de acuerdos internacionales en materia ambiental, entre ellos la Convención del Mar, y acelerar la firma de tratados sobre cambio climático y prohibición de productos que dañan la capa de ozono.
"Los productos químicos que están prohibidos aún se usan en todas partes y viajan largas distancias por aire y por mar. Los ciudadanos estadounidenses sufren las consecuencias del daño al ambiente aunque se produzca lejos de sus fronteras", dijo Christopher.
Paul Ehrlich, especialista que ya en 1968 afirmó que la sobrepoblación era causa de degradación ambiental en todo el mundo, se mostró "complacido" por la iniciativa. Pero "no estamos haciendo lo suficiente para frenar el consumo" de recursos naturales, dijo.
Christopher afirmó que Estados Unidos promoverá la protección de "la rica diversidad biológica" en la Amazonia y en el mar Artico. Con esta finalidad, mencionó las ventas de sistemas satelitales y otros medios tecnológicos a países en desarrollo.
Pero los ambientalistas se manifiestan escépticos. La Red de Ambiente y Recursos del Pacífico (PERC), la Red de Acción sobre los Bosques Húmedos (RAN) y otros grupos sostuvieron que la retórica de la política internacional de Washington choca, frecuentemente, con las actuales prácticas de gobierno.
Doug Norlen, de PERC, admitió que el vicepresidente Al Gore arrancó a Rusia importantes compromisos para la protección de los bosques de Siberia, pero estos mismos acuerdos se vieron perjudicados por la promoción de intereses empresariales de Estados Unidos.
"Programas respaldados por el propio gobierno transformarán a Siberia y al lejano oriente ruso en una colonia para la exportación masiva de madera", dijo Norlen.
La gubernamental Corporación para la Inversión Privada en el Exterior (OPIC) informó en 1995 que suministró 10 millones de dólares en seguros de riesgo político para las actividades en Rusia de Global Forestry Management Group, un consorcio maderero del noroeste de Estados Unidos.
La OPIC también prestó 9,3 millones de dólares al Pioneer Group, de Boston, compañía que se encargará de la explotación de los bosques rusos.
El subsecretario de Estado para Asuntos Globales, Tim Wirth, dijo a IPS que el Departamento de Estado no podía controlar las actividades de todas las restantes agencias del gobierno.
"Habitualmente influimos en otras agencias, pero a veces no. El Congreso levantó deliberadamente paredes entre las agencias. No estoy familiarizado con el caso de Siberia, pero tratamos de trabajar de forma más estrecha con la OPIC", dijo Wirth.
Por su parte, la Agencia de Comercio y Desarrollo, una rama del Departamento de Comercio de Estados Unidos, presentó en Brasil a fines del año pasado una compilación de proyectos de infraestructura, entre ellos carreteras dentro de la Amazonia.
Shannon Wright, de RAN, afirmó que estos proyectos contienen en raras ocasiones disposiciones de protección ambiental, y que compañías de Estados Unidos estaban destruyendo grandes superficies de bosques húmedos en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Pero la mayoría de las empresas estadounidenses, para Wirth, tienen más respeto por el ambiente "que las de otros países", aunque, acotó, "existen compañías pícaras, por supuesto". (FIN/IPS/tra-en/pc/yjc/mj/en ip/96)