ESTADOS UNIDOS: Brown, esforzado soldado en la batalla comercial

Ron Brown, el secretario de Comercio de Estados Unidos que murió este miércoles en un accidente de aviación en Croacia, fue el comandante del gobierno de Bill Clinton en la batalla geoeconómica desatada tras el fin de la guerra fría por la conquista de nuevos mercados.

Desde su cargo, Brown se dedicó con empeño a ganar para las principales empresas estadounidenses contratos en el extranjero, especialmente en los grandes mercados emergentes. Y en ese esfuerzo se ganó enemigos tanto dentro como fuera de su país.

"Como primer secretario de Comercio de la posguerra fría, asumió su papel de promover los negocios y las inversiones del país", dijo a la cadena de televisión CNN el jefe de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Wally Workman, cuando el avión de Brown desapareció en la antigua Yugoslavia.

Brown, por lejos el más viajero de los integrantes del gabinete de Clinton, estuvo al frente de numerosas delegaciones de ejecutivos en viajes dirigidos a ganar miles de millones de dólares en contratos.

De hecho, la participación de empresas estadounidenses en proyectos de reconstrucción e infraestructura en Bosnia- Herzegovina y Croacia era el propósito central de su frustrado último viaje. Y, como en otras ocasiones, le seguían algunos de los más poderosos hombres de negocios de su país.

Durante la gestión de Brown, los términos "mercados emergentes" y "diplomacia comercial" se convirtieron en moneda corriente.

A principios del período, la Secretaría de Comercio instaló una "sala de guerra" cuyo propósito fue seguir de cerca la marcha de las propuestas de contratos y ejercer el máximo de presión posible a los gobiernos para que aceptaran las ofertas estadounidenses.

La especial preocupación de este equipo se centró en Argentina, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Polonia, Sudáfrica y Turquía, países a los que el fallecido secretario de Comercio denominaba BEMS ("big emerging markets", grandes mercados emergentes).

Brown convenció a Clinton con frecuencia de que desarrollara gestiones personales ante gobernantes extranjeros con fines comerciales. Tan es así que un columnista del diario The Washington Post lo bautizó "el jefe de ventas".

"Proteger nuestros intereses en materia de seguridad en el mundo no es suficiente. También debemos proteger nuestros intereses comerciales", dijo Brown una vez para defender su gestión.

Esta estrategia involucró con frecuencia a otros organismos del gobierno entre cuyas funciones específicas no se contaba la promoción de negocios.

Entre ellas se contó la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que fue encargada de espiar a rivales de empresas estadounidenses en el extranjero en procura de evidencia de sobornos o corrupción para obtener contratos.

Según un informe secreto elevado por Brown al Congreso en 1995, la CIA y otras agencias descubrieron que compañías de Estados Unidos perdieron, sólo en 1994, hasta 45.000 millones de dólares en contratos debido a conductas impropias de sus competidores.

Los esfuerzos de Brown no se limitaron a los BEMS. En febrero, encabezó una misión para desafiar el predominio de Francia en Africa francófona. "Estados Unidos no cederá más los mercados africanos a sus competidores comerciales", dijo en Costa de Marfil.

Pero su resuelta persecución de mercados le ganó algunos enemigos dentro de su país y fuera de él.

Brown era considerado un actor clave en la decisión de desvincular la concesión a China de la cláusula comercial de nación más favorecida de cuestiones como el respeto a los derechos humanos o la exportación de armas nucleares.

Brown argumentó que, dada la encarnizada competencia entre los países ricos por los BEMS, Washington no debería caer en un "desarme unilateral" en la guerra por la participación en esos mercados. Por otra parte, afirmó que un "compromiso comercial" fortalecería el respeto de los derechos humanos.

La primacía otorgada a la diplomacia comercial bajo la gestión de Brown frecuentemente se logró a expensas de otros intereses de Estados Unidos, como el respeto a los derechos humanos y la protección del ambiente, según algunos activistas.

El columnista de The Washington Post, James Hoagland, anotó que el enfoque de Brown tenía el inconveniente de que fortalecía la posición de otros países que ignoran los derechos humanos.

"Considerar el comercio como la fuerza predominante en la relación de Estados Unidos con el resto del mundo equivale a invitar a cualquier otro país a poner el lucro y los negocios del gobierno" en el primer lugar de la lista de prioridades, escribió.

La gestión de Brown quizá haya contribuido a la creciente intranquilidad dentro de su país, pues promovía la radicación de las principales inversiones en el extranjero mientras la inseguridad laboral trepaba a la cumbre de la agenda política.

"Su política identificaba los intereses de (la compañía automotriz) General Motors con los intereses de Estados Unidos", consideró John Cavanagh, codirector del Instituto de Estudios Políticos en Washington.

"Ignoró el hecho de que los intereses mundiales de la mayoría de las principales compañías de Estados Unidos coliden hoy con los intereses del mercado de trabajo local", concluyó. (FIN/IPS/tra- en/jl/yjc/mj/if/96)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe