DROGAS: Conferencia Internacional, el mismo libreto

Roces diplomáticos entre Estados Unidos y México y quejas por la desorganización de la cita fueron las únicas líneas que salieron del libreto en la 14 Conferencia Internacional para el Control de las Drogas, realizada en México esta semana.

Al igual que en reuniones anteriores, los asistentes -delegados gubernamentales de 34 países de América- concluyeron la conferencia con promesas para coordinar operaciones e investigaciones conjuntas, condenas al narcotráfico y compromisos para modernizar sus legislaciones.

Aunque el escenario no estuvo muy bien armado y hubo supuestos malentendidos, los participantes en el encuentro, realizado entre martes y jueves, repitieron el guión de otras reuniones.

Fue una cita sin otro aporte que el de volver a discutir el tema, coincidieron en señalar a IPS delegados oficiales y un experto mexicano.

Se trató de un nuevo intercambio de puntos de vista en torno a la visión policial que se tiene del problema del narcotráfico, no hubo novedad, opinó Jorge Chabot, experto del Centro de Investigación y Docencia Económica de México.

Bajo la batuta de Estados Unidos, que gastó 200.000 dólares para rentar el lujoso hotel y los salones donde se realizó el encuentro, las discusiones, realizadas a puertas cerradas, fueron las mismas de los tres últimos años, indicó el representante de una país andino que pidió reserva de su nombre.

Para el delegado mexicano Francisco Molina, el principal logro de la reunión, que se realiza cada año desde 1983, fue "dejar atrás viejas discusiones para entrar en una nueva etapa de sólida convicción de que la tarea contra el narcotráfico llama a la suma de voluntades y a unirnos todos en torno a un objetivo común".

José Gallego, representante de la policía colombiana, indicó se acordó crear mecanismos de "integración directa" entre los cuerpos de investigación policial de América para combatir al narcotráfico.

Los asistentes informaron que hubo consenso en descatar los logros alcanzados en 1995, cuando la policía consiguió desarticular mafias en Colombia y en México, los dos principales países desde donde se envía drogas a Estados Unidos, el primer mercado de estupefacientes del mundo.

El ritmo de la cita, inaugurada con un mensaje del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y palabras del embajador de ese país en México, James Jones, y del director de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), Thomas Constantine, se vio alterado por una reacción diplomatica del gobierno mexicano.

La Cancillería local expresó el miércoles un "profundo y enérgico rechazo" a declaraciones de Constantine, quien afirmó – según la interpretación de su traductor de inglés a español- que en el sistema financiero mexicano se están lavando "miles de millones de dólares".

No existen pruebas ni acusaciones concretas para confirmar lo que dice la DEA, due la respuesta de la Cancillería. El gobierno de México "lamenta las desafortunadas declaraciones del señor Constantine, pues atentan contra el ambiente de cooperación", precisó.

Según Doug Wankel, jefe de operaciones de la DEA, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo debería estar disgustado con la prensa mexicana y no con Constantine, quien acusó a los periodistas de tergiversar sus declaraciones.

"Todos lo oímos, la DEA cometió un error al hablar sobre el anfitrión", expresó un delegado de un país de América del Sur.

Independientemente del roce diplomático, en la reunión los asistentes comentaron un documento de Washington, difundido en 1995, donde se asegura que México es el mayor centro de lavado de dinero del narcotráfico en América Latina y que su sistema financiero es "muy vulnerable a las transacciones ilícitas".

Otro elemento que alteró el ritmo de la Conferencia fue la desorganización. Ausencia de autoridades mexicanas de alto nivel, falta de lugares para hablar con la prensa, agresiones de agentes de seguridad a fotógrafos y un exceso de vigilancia, fueron parte de los problemas.

La seguridad de la cita, en la que el gobierno de México no destacó a su procurador general, estuvo a cargo de más de 160 agentes especiales enviados por Washington y de la policía local, es decir un número mayor al de los delegados.

"Realmente no funcionó bien la organización. Hubo un colega colombiano que tuvo que dar una conferencia de pie, pues no habia sillas, mientras otros fuimos vigilados en exceso y casi no pudimos movernos", indicó un representante centroamericano.

Los problemas en materia de seguridad comenzaron desde la inauguración de la conferencia, cuando un fotógrafo fue empujado violentamente y sin motivo por agentes de seguridad.

Según el delegado centroamericano citado, el hecho ensombreció el acto de apertura y fue "la marca" de lo que sucedió durante toda la cita. (FIN/IPS/dc/dg/ip/96).

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