DESARROLLO: Vigencia de Convención de Lomé al 2000 preocupa a UE

La Unión Europea (UE) continúa en procura de nuevos caminos para revitalizar la política de desarrollo del bloque, cinco meses después de la firma de un tratado de comercio y asistencia con los 70 países del grupo de Africa, Caribe y el Pacífico (ACP).

El danés Steffen Smidt, director general de Desarrollo de la Comisión Europea, dijo que el bloque enfrenta el desafío de redefinir sus relaciones con los países del ACP y diseñar una política de desarrollo que refleje los intereses comunes de las 15 naciones de la UE.

Smidt, quien asumió en enero de 1995 la jefatura del Directorio de Desarrollo de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, también desea ampliar el diálogo con el ACP a cuestiones ambientales, de salud y educación.

"En términos políticos, la definición de nuestras relaciones futuras con los países del ACP es nuestro mayor desafío", dijo el funcionario.

El acuerdo firmado a fines del año pasado, conocido como Convención de Lomé, expirará recién en el 2000, pero Smidt está convencido de que el debate sobre el futuro del tratado deberá comenzar lo más pronto posible.

Esta discusión deberá involucrara a los 70 gobiernos del ACP, los 15 de la UE, organizaciones no gubernamentales, académicos, empresarios y grupos comerciales, afirmó. "Queremos que las conversaciones comiencen en forma temprana y que todos se involucren en ellas", sostuvo Smidt.

Se prevé que la Comisión Europea habrá concluido en septiembre de este año la redacción de un borrador sobre su visión respecto del futuro de la Convención de Lomé.

A la difusión de este documento seguirá un año de discusiones, después de las cuales el Directorio de Desarrollo diseñará propuestas específicas para la redefinición de la estrategia europea hacia el ACP.

Pero no será una tarea fácil. Los países del ACP están preocupados ante una eventual pérdida de la corriente comercial y la asistencia que supone la convención, mientras decae el interés de los países de la UE en el tratado.

La asistencia finalmente acordada, por 13.300 millones de ecus (16.750 millones de dólares), es cerca de 20 por ciento superior a la que la UE aportó a los 70 países del ACP en la anterior Convención de Lomé.

Sin embargo, durante los 15 meses de negociaciones que precedieron al acuerdo, varios países de la UE manifestaron su deseo de recortar los gastos de ayuda al grupo.

La reducción del aporte de algunos países europeos a los fondos de la Convención de Lomé fue posible gracias al incremento de la contribución de otros, entre ellos Francia. Smidt rechazó que las nuevas prioridades obliguen a la UE a dejar de lado el ACP.

"Las nuevas prioridades se sumaron a nuestras viejas responsabilidades. Hubo un efecto acumulativo", dijo, en referencia a la asistencia vertida a Europa oriental y a Medio Oriente.

De todos modos, los gobiernos de la UE continúan reclamando un reacondicionamiento de las relaciones con el ACP que tenga en cuenta los cambios políticos y económicos en ambos bloques.

"El problema que enfrentamos es si debemos continuar brindando un tratamiento privilegiado a los países del ACP de forma colectiva, a través de un acuerdo que abarca a todos sus países", dijo Smidt.

La UE obtuvo en la Organización Mundial de Comercio (OMC) la vigencia de la Convención de Lomé hasta el 2000 y eludió así las frecuentes críticas de Estados Unidos al régimen de preferencias comerciales de este acuerdo, que, según muchos, discrimina a los países en desarrollo que no integran el ACP.

"Nadie sabe qué sucederá cuando el permiso de la OMC expire en el 2000. Estoy convencido que será posible encontrar un régimen aceptable para la OMC que brinde a los países del ACP algunas preferencias en el campo comercial, pero tendremos que trabajar en ello", afirmó Smidt.

Aunque la OMC acepte algún acuerdo especial entre la UE y el ACP, la presión para la reforma de la Convención de Lomé persistirá.

La Comisión Europea tendrá que preguntarse a sí misma si el tratado tendrá que seguir siendo un emprendimiento colectivo o convertirse en acuerdos separados con distintos países del ACP. "Debemos saber qué necesita el ACP", expresó Smidt.

La UE procura nuevas propuestas que sean aceptables para el ACP pero no contradigan las normas de la OMC en materia de no discriminación comercial.

Entre las opciones que se consideran, se incluye la negociación de acuerdos con países o regiones del ACP bajo el "paraguas" de la Convención de Lomé.

Los planes de la UE de negociar un acuerdo de zona de libre comercio con Sudáfrica, por ejemplo, no pueden ser cuestionados por otros países del ACP, según Smidt.

"Un acuerdo de libre comercio sólo puede funcionar con países que tengan un alto nivel de desarrollo y que puedan competir con la UE", explicó.

Smidt también prevé concluir en los próximos meses la redacción de una serie de memorandos estratégicos sobre el desarrollo potencial y los problemas que enfrentan los 70 países del ACP.

"Estos documentos nos ayudarán a identificar las principales áreas en las que podremos ayudar y servirá para coordinar políticas de los integrantes de la UE", dijo.

"Por ejemplo, en materia de democracia y buenas prácticas de gobierno tendremos mucho trabajo para definir qué significan estos términos. Los factores históricos específicos siempre influenciarán en el modo de pensar de los países y eso debe reflejarse en nuestra política", afirmó Smidt.

"Pero si la UE no asume una política colectiva de desarrollo, sus acciones no tendrán impacto", advirtió. (FIN/IPS/tra- en/si/rj/mj/dv if/96)

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