/DERECHOS HUMANOS/ BRASIL: Protección a testigos, clave para terminar con impunidad

Ser testigo de masacres cometidas por grupos organizados en Brasil, sobre todo si hay policías involucrados, significa perder la libertad y, muchas veces, la vida, mientras los criminales pasean libres por las calles.

Esa cruel inversión de papeles agrava la impunidad, que caracteriza la aplicación de justicia en el país y alimenta la violencia, según la abogada Cristina Leonardo, presidenta del no gubernamental Centro Brasileño de Defensa de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia (Cbddca).

Vagner dos Santos, de 24 años, vive como exiliado político en Suiza desde el año pasado, después de sufrir atentados y amenazas, e intentar un suicidio, cortándose las muñecas, como forma de obtener protección de las autoridades judiciales.

El 23 de julio de 1993, sobrevivió a la masacre de Candelaria, en la que fueron asesinados ocho niños que dormían en torno a una iglesia en el centro de Rio de Janeiro. Escapó con tres tiros en el rostro y se convirtió en el principal testigo.

Su testimonio contribuyó a la identificación de cuatro de los supuestos matadores, tres policías militares y un herrero que cumplía tareas de seguridad privada. El primer acusado será juzgado el día 29 y Leonardo teme que no sea un juicio limpio.

Dos Santos trabajaba en las calles cuidando automóviles, una ocupación del sector informal. Dormía cerca de otros 72 niños y adolescentes en la plaza de Candelaria, cuando fueron sorprendidos por la balacera.

Llevado a la Casa del Testigo, creada por las autoridades locales pero carente de eficacia en la protección, alimentación y sin condiciones de vida, según Leonardo, fue amenazado frecuentemente, sufrió un nuevo atentado y se fugó.

Ante el riesgo de ser muerto, las organizaciones no gubernamentales (ONG) lograron que el Ministerio de Justicia interviniera, asumiendo su protección y enviándolo a Suiza.

La masacre de Candelaria tuvo gran repercusión y reveló al mundo que una señora de la élite local, la artista plástica Ivone Bezerra de Mello, hacía un trabajo individual de asistencia a esos niños de la calle.

Pero el ángel protector de los niños también sufre el acoso de posibles asesinos y miembros del grupo. En tres ocasiones se le presentaron hombres que le apuntaron armas, amenazándola de muerte "si abre la boca".

Las amenazas telefónicas y ser seguida en las calles son cosas frecuentes, afirmó.

"Es que ellos no saben lo que sé", dijo Bezerra de Mello, quien añadió que tuvo miedo, pese a considerarse valiente.

Los niños sobrevivientes de Candelaria siguen hoy en las calles, en peores condiciones, y han aumentado sus colegas de vida callejera, que ya son cerca de 2.000 en Río de Janeiro, señaló la artista.

Sin un efectivo programa de protección a los testigos, "es imposible hacer avanzar la justicia en Brasil", sentenció Leonardo, quien colabora con la fiscalia también en otra masacre famosa, la de Vigario Geral, una favela (barrio marginal) de la zona norte de Río.

Hace dos meses un juez liberó a 18 de los 51 policías acusados de participar en la matanza de 21 personas en la favela, en agosto de 1993.

Esta medida aumento el temor de los testigos y familiares de las víctimas ante posibles represalias, lamentó Joao Costa, coordinador de comunicación de la Casa de la Paz, una ONG que funciona dentro de la favela.

El fundador de la Casa, Caio Ferraz, es otra víctima de la violencia. Ante las amenazas contra su vida, dejó el país para estudiar en Estados Unidos y se considera un exiliado.

Paulo Melo, un diputado estadual que fue niño de la calle, coincide con que "testigo aquí se convierte en reo, con libertad restringida" y prácticamente condenado a muerte por los grupos organizados de exterminio, incluyendo los de policías.

Hace falta en Brasil una ley de protección al testigo que, como en Estados Unidos e Italia, le permita ocultarse en otra parte, reanudando su vida con otra identidad, dijo Melo.

Se trata de "un combustible vital para la acusación", gente que arriesga la vida y merece total protección, argumentó.

Como ejemplo, mencionó el caso de una adolescente, sobreviviente de otra masacre en la favela Nueva Jerusalén, donde seis niños fueron asesinados, que desapareció con un tiro en la cabeza y sin ninguna asistencia.

Melo dijo haberla encontrado en la prostitucion, "descreída de la sociedad", desprotegida y desilusionada por las promesas de ayuda incumplidas de autoridades y de Xuxa Meneghel, famosa presentadora de programas infantiles de televisión.

Fueron necesarios dos meses y medio para convencerla de que preste su testimonio, contó el diputado, quien logró emplearla en una alcaldía del interior de Brasil, aparentemente protegida de los asesinos. (FIN/IPS/mo/ag/hd-ip/96)

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