Una investigación universitaria hace caer el mito de que Costa Rica es un país de clase media para mostrar que la mayoría de la población se ubica, sociológicamente, en la clase baja.
El estudio, realizado por científicos del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, muestra también que la clase alta del país, que constituye sólo 3,3 por ciento de la población, concentra el 10,6 por ciento del ingreso.
Mylena Vega, coordinadora de la investigación, señaló que la misma no se hizo en base el ingreso, sino que la ubicación en un estrato social determinado se hizo tomando en cuenta si una persona se define como patrono o no patrono.
A partir de ahí se realizó una segunda clasificación tomando en cuenta el número de empleados que cada patrono maneja y, en el caso de los que no lo son, se tomó en cuenta la ocupación y grado de calificación.
A partir de esa metodología se logró establecer que el conjunto de la clase media representó solo 24,5 por ciento de la población ocupada en 1987 y 29,7 por ciento en 1995.
Pero la clase baja es mucho mayor. En 1987, ésta constituía 72,1 por ciento de la población ocupada, en tanto que en 1995 llegó a 65,8 por ciento.
La comparación entre ambos grupos sociales y fechas muestra que la clase media -media alta y media baja- tuvo durante el período en estudio (1987-1995) un crecimiento de 5,2 puntos porcentuales, en tanto la baja descendió en 6,5 por ciento.
Este dato se puede acompañar con otras estadísticas. Por ejemplo, la clase media en zonas rurales paso de 24,3 por ciento en 1987 a 28,6 por ciento en 1994.
Según el investigador Carlos Castro esto no significa que se haya producido un ascenso social en las zonas rurales o una mejoría en la condición de vida de los habitantes, sino que el crecimiento de la clase media obedece a un descenso en el número de personas dedicadas a labores agrícolas.
Es así como los campesinos, que representaban 20,7 por ciento de la fuerza de trabajo ocupada en 1987, pasaron a 11,5 en 1994.
Ante esta situación, los expertos concluyeron que se está presentando una rápida transformación en los mercados de trabajo de la zona rural costarricense en la cual pierde peso el sector tradicional y aumentan las actividades financieras, eléctricas, de gas, agua y comercio.
Respecto del nivel de escolaridad, la investigación concluyó que la clase alta tiende a educarse a un ritmo mayor que las otras, quizá presionados por la necesidad de competitividad que despierta la era de la globalización económica.
En 1987, la clase media alta presentaba un nivel de educación superior de 56,7 por ciento en 1987, en tanto que en 1994 llegó a 60,2 por ciento. En 1967, 50,5 por ciento de los ocupados de clase alta tenían estudios universitarios, porcentaje que subió en 1984 a 59,7 por ciento.
Dentro de la clase media baja predomina la población con educación secundaria -49,7 en 1994- en tanto la mayor parte de la población ocupada de clase baja tiene sólo educación primaria. El porcentaje fue de 66,8 por ciento en ese mismo año.
El análisis sobre ingresos demostró que al contrario de lo que ocurre con la clase alta, que concentra 10,6 por ciento del ingreso, la baja, constituída por 66,6 por ciento de los ocupados, recibe 48 por ciento del total del ingreso.
La clase media alta representa 12,3 por ciento de los ocupados y recibe 23,1 por ciento de los ingresos y la media baja, con un tamaño de 16,9 por ciento, capta 17,3 por ciento.
Toda la población ocupada sufrió en 1995 una reducción de su ingreso promedio real, pero este deterioro lo sufrió en mayor medida la clase baja.
Los estratos altos sufrieron un deterioro en sus ingresos de 6,5 por ciento, la clase media baja de 5,9 por ciento y la baja de 11,3 por ciento.
Este deterioro generalizado en los ingresos coincidió con un año de recesión económica y de fuerte ajuste fiscal ejecutado por el gobierno socialdemócrata del presidente José María Figueres, en el poder desde mayo de 1994. (FIN/IPS/mso/ag/dv/96)
