AMERICA LATINA: Muchos alimentos pero poco dinero

La preocupación por la seguridad alimentaria ha resurgido en América Latina, una región donde no hacen falta alimentos sino dinero para comprarlos y donde los gobiernos carecen de políticas para desarrollar la agricultura de autosuficiencia.

La preocupación por encontrar respuesta al problema de acceso a los alimentos para 43 por ciento de la población latinoamericana y del Caribe en riesgo llevó a técnicos y funcionarios de esta región a adoptar varios acuerdos.

Reunidos en Managua, en octubre, dejaron constancia de la necesidad de promover un instrumento internacional que garantice el derecho humano básico de los pueblos a la seguridad alimentaria.

También sentaron las bases de un Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Seguridad Alimentaria que reunirá a organismos no gubernamentales. La coordinación del grupo la tiene Brasil, con la organización Cáritas, de la Iglesia Católica.

Consideraron indispensable incorporar el objetivo de seguridad alimentaria en los planes oficiales de desarrollo y fomentar estrategias de aumento de la producción de productos básicos.

Luis Fernando Astorga, uno de los participantes en la reunión por parte de una organización no gubernamental, comentó a IPS que los gobiernos no se muestran muy interesados en crear mecanismos de producción para asegurar la autosuficiencia alimentaria.

Y esto es así, señaló Astorga, porque aún confían que el modelo neoliberal y la globalización económica, principales responsables de la inseguridad en el acceso a los alimentos, reviertan su tendencia y empiecen a dar los resultados que se esperan de ellos.

Para Gerardo Escudero, un técnico del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), "el problema no es de oferta sino de acceso, y por lo tanto, de ingreso".

Según Escudero, de la escasez de alimentos en los años 70, América Latina y el Caribe pasaron a la sobreoferta en los años 80 y 90.

Para entender este fenómeno aparentemente contradictorio de sobreoferta de alimentos e inseguridad alimentaria, Escudero hizo un recuento de las principales tendencias en el comportamiento de la agricultura en los últimos años.

En primer lugar, citó, la producción crece muy lentamente, se rezagan los productos básicos y disminuye el abastecimiento de los mercados internos, mientras sube la producción exportable.

Pero esta producción exportable, en aras de la cual se ha sacrificado la de subsistencia, tampoco es tan dinámica como se esperaría para generar suficientes recursos. Las pocas excepciones son Chile, Costa Rica, Paraguay, Venezuela y Bahamas, que incrementan sus exportaciones rápidamente.

La agricultura, agregó Escudero, ya no genera más empleo y la población en las zonas rurales no aumenta, sino que emigra.

En un análisis de la situación hecho para el IICA, el experto señala, por ejemplo, que en los años 50 la población rural crecía a una tasa anual de 1,1 por ciento. En los 80, ese incremento era de 0,4 por ciento, y se calcula que en los 90 el índice es cero o incluso negativo.

Este desplazamiento ha provocado la llamada urbanización de la pobreza.

Estas características de la agricultura actual, a juicio de Escudero, tienen gran incidencia en la alimentación y nutrición de amplios sectores de la población rural, porque se traduce en menor producción. En el caso de los nuevos habitantes urbanos, los coloca en condición de pobreza y falta de empleo alternativo.

Además, la reducción del empleo, la baja en los salarios y el subempleo, si bien favorecen la rentabilidad de las empresas, afectan directamente la capacidad adquisitiva de trabajadores y campesinos y su acceso a los alimentos y a la nutrición.

El modelo de producir sólo aquello en lo que cada nación es eficiente y tenga mercado en el exterior, así como la globalización comercial, que no beneficia por igual a todos los países, son causa de la creciente pobreza de los trabajadores de la región.

El experto señaló que la mayor parte de las exportaciones de la región siguen concentradas en pocos países, como México, Brasil, Argentina y Venezuela, que en conjunto venden más de 70 por ciento del total regional.

Brasil, Argentina, Chile, México y Colombia concentran más de las dos terceras partes de las exportaciones agrícolas de la región.

Las naciones que han entrado de lleno a producir para exportar y competir en mercados abiertos encuentran que los términos de intercambio siguen siendo desfavorables para los productos agrícolas de la región.

Además, continúa la caída de precios de algunos productos de la región y, en general, la agricultura pierde importancia en el comercio global y en las exportaciones.

A pesar de su sobreoferta de alimentos, varios países latinoamericanos y del Caribe son deficitarios en cereales y granos, que deben importar.

América Central es uno de estos casos. La región es deficitaria en maíz, uno de los granos básicos de la alimentación de los habitantes y materia prima para la producción de concentrados para animales.

El aumento de precio de los cereales, unido a una baja en la producción mundial, y el descenso en las reservas mundiales de alimentos, son tema de preocupación internacional.

La producción mundial de cereales en 1995 se calculó en 1.891 millones de toneladas, una cantidad inferior en 58 millones de toneladas (tres por ciento) respecto de 1994.

Los precios de exportación de los cereales aumentaron entre 30 y 50 por ciento. Esto significa que entre 1995 y 1996 los países del Sur deberán pagar 3.000 millones de dólares adicionales.

Porfirio Masaya, director del Programa Regional de Reforzamiento de la Investigación de Granos Básicos en Centroamérica, considera que la comunidad internacional debe permanecer atenta a las políticas de producción de China.

Si China sigue descuidando la producción alimentaria para fortalecer la industria de exportación, tendrá que importar grandes cantidades de granos y cereales y esto repercutirá rápidamente en los precios y existencias, advirtió.

Aún sin esa variable, cálculos de la Organización de Naciones unidas para la Agricultura y la Alimentación señalan que la producción alimentaria mundial tendrá que incrementarse más de 75 por ciento en los próximos 30 años para hacer frente al crecimiento demográfico.

Por eso, se espera que la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, que se realizará en Roma del 13 al 17 de noviembre, sirva para que los gobernantes se comprometan en un plan de acción para aumentar la producción de alimentos y garantizar el acceso de la población a ellos. (FIN/IPS/mso/dg/dv/96).

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