Las economías de América Latina y el Caribe deben crecer a un ritmo mucho más acelerado que hasta el presente para reducir de forma significativa la pobreza absoluta que aflige a un tercio de la población de la región, declaró hoy en esta capital un alto funcionario del Banco Mundial.
La región podría alcanzar tasas anuales de crecimiento entre seis y siete por ciento en los próximos cinco, y tal vez 10 años, según Shahid Javed Burki, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, si lo países siguen las políticas aconsejadas por el Banco.
"Esperamos que ello suceda", dijo Burki a la prensa este martes, en momentos de clausurarse la reunión anual de primavera que celebraron en Washington el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Banco Mundial es la segunda fuente de financiación del desarrollo para la región, en orden de importancia, con préstamos a los Estados por un total que oscila entre 5.000 y 6.000 millones de dólares al año para financiar proyectos y programas de ajuste.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuyas oficinas centrales se encuentran a sólo un kilómetro de distancia, prestó en 1995 un total de 7.300 millones de dólares a la región.
Sin embargo, de acuerdo con Burki, las economías caribeñas y latinoamericanas sólo crecieron a una tasa promedio de 0,6 el año pasado.
Tan mal comportamiento -que no alcanzó a cubrir el crecimiento de la población- en opinión del Banco se debió en gran medida al colapso de la economía mexicana, comenzado en diciembre de 1994, y a una seria recesión en Argentina.
Si esos dos países no hubieran sufrido tan serias pérdidas económicas, el crecimiento regional podría haber alcanzado una tasa de hasta seis por ciento en 1995, según dijo Burki.
Esa es más o menos la tasa de crecimiento necesaria para hacer un "daño significativo" a la pobreza en América Latina, donde la brecha entre los ricos y los pobres es una de las mayores del mundo, de acuerdo con el alto funcionario del Banco Mundial.
Sin perjuicio de lo dolorosos que resultaron para México y Argentina los retrocesos de sus respectivas economías, en especial para los sectores más pobres de la población, es estimulante el hecho de que el impacto exterior de sus crisis haya sido apenas perceptible, expresó Burki.
"Los otros países… permanecieron relativamente indemnes" ante la crisis, a pesar de las predicciones lanzadas por muchos expertos acerca de un "efecto tequila" que iba a hundir la economía de toda la región.
Burki insistió en que los pobres hubieran resultado mucho más afectados si no hubiesen estado en vigor las políticas liberales.
El funcionario agregó que el Banco Mundial tiene "la receta adecuada" para alcanzar el desarrollo con políticas económicas liberales, combinadas con una bien dirigida intervención estatal para asegurar la estabilidad social.
El colapso del peso mexicano, recordó Burki, de hecho vino a acelerar el ritmo de las reformas en sectores que no habían sido tenidos en cuenta en anteriores programas de ajuste estructural, especialmente en el sector bancario y financiero y en la reforma de los sistemas de retiros y de seguridad social.
Además, el funcionario señaló que los gobiernos han comenzado a enfrentar otros cuatro problemas clave: rigideces en el mercado de trabajo, desarrollo social, mejores marcos legales para estimular la inversión y mayor transparencia y eficiencia de las administraciones.
La pobreza urbana, según Burki, es un fenómeno relativamente reciente de los procesos de desarrollo, y las instituciones internacionales como el Banco Mundial y el BID están empezando a comprender de qué forma puede ser corregido.
El funcionario afirmó que la tasa de crecimiento debe doblar el ritmo de crecimiento de la población para poder reducir los índices de pobreza en la región. Ese crecimiento económico es el que puede "crear espacio" para una riqueza que beneficie a los que se encuentran en lo más bajo de la escala económica.
En el caso de América Latina, expresó Burki, ello significa que la tasa anual promedio de crecimiento debe ser de seis por ciento. Además, los niveles de pobreza también pueden ser atacados con mejores programas sociales y sanitarios, orientados a beneficiar a los pobres.
Burki anticipó que la región tendrá que invertir entre 300.000 y 400.000 millones de dólares en infraestructura durante los próximos cinco años, y 800.000 millones en el decenio venidero, que deberán concentrarse en energía, telecomunicaciones, caminos y transportes. (FIN/IPS/tra-en/jl/arl/if/96)