Aunque poco difundidas, las cooperativas escolares se van perfilando como una alternativa socioeconómica para millones de adolescentes latinoamericanos afectados por la pobreza, el hambre y la criminalidad.
A esta conclusión llegaron más de 100 educadores y líderes de asociaciones cooperativas reunidos en el Segundo Encuentro Latinoamericano de Cooperativismo Escolar, realizado en Panamá del 20 al 22 de marzo.
La presidenta del cónclave, la panameña Lucrecia Herrera, indicó a IPS que "el cooperativismo promueve la paz y el entendimiento entre los hombres y debe servir para incorporar a niños y jóvenes a los procesos de desarrollo de cada país".
Herrera sostuvo que los esfuerzos cooperativos a favor de la infancia y la juventud fueron validados en un encuentro mundial de organizaciones cooperativas, realizado en Manchester, Inglaterra, en septiembre de 1995.
Por su parte, la presidenta de la Célula Regional de América Latina, la argentina María Gómez Uría, comentó a IPS que se trata de un movimiento que resurge con fuerza tras tres décadas de dificultades y reveses políticos en la región.
Aclaró que las cooperativas escolares estimulan el trabajo colectivo y la solidaridad entre niños y jovenes, a partir de actividades que circundan el medio educativo y los núcleos familiares.
La coordinadora del Programa de Cooperativismo Juvenil de Puerto Rico, Brendaliz Acevedo, quien atiende alrededor de 50 cooperativas integradas por jóvenes, dijo a IPS que ha crecido el interés de extender esta forma de organización a todas las escuelas puertorriqueñas.
Explicó que las cooperativas en los centros educativos de su país han sido formadas por estudiantes que aportan un capital de 25 centavos de dólar para hacerse socios, y luego se dedican a la venta de cuadernos, libros y lápices con el propósito de crear un fondo común.
"Sin duda esta es una alternativa para muchos adolescentes y jóvenes, quienes no encuentran solución a sus problemas en el individualismo o en la baja autoestima", destacó Acevedo.
Advirtió que hay otras cooperativas estudiantiles, como las de bellas artes o las que montan obras de teatro, que obtienen ganancias y reparten sus dividendos al final del año lectivo, en procura del bienestar común.
Acevedo subrayó que en este proceso los docentes desempeñan una gran labor de orientación e infunden a los niños el sentido de la responsabilidad en la administración de los recursos y bienes de sus colectividades.
"Las cooperativas escolares contribuyen a cambiar valores negativos por valores positivos y dan la oportunidad para descubrir cualidades y aptitudes, que en la edad adulta se convertirán en factores decisivos para el mejoramiento del entorno social", planteó la dirigente puertorriqueña.
Al respecto, recordó que un niño de nombre Omar, quien se convirtió en ejemplo de su colegio, ubicado en el municipio central de Toa Baja, después de ser elejido por el voto de un grupo de bromistas de su salón de clases, es ahora seguido con entusiasmo y esperanza por otros infantes de origen humilde.
Las cooperativas escolares agrupan a unos 5.000 niños y jóvenes puertorriqueños, quienes en 1994 demandaron al Senado una ampliación de las edad de los socios, de cero a 25 años, para fortalecer la continuidad de sus organizaciones.
Según la educadora y diputada argentina María González, el cooperativismo escolar "ha resultado y es hoy una herramienta útil" para atender los problemas sociales en muchas regiones deprimidas de América Latina.
González declaró a IPS que el cooperativismo tiene una expresión muy fuerte en las poblaciones indígenas de la provincia del Chaco, en Argentina, donde la gente apela a esta forma de participación inherente a su cultura y tradiciones.
Precisó que la nueva ley de Educación de Argentina, aprobada en abril de 1993, reconoce el valor de las cooperativas y promueve el desarrollo de las mismas como parte de los valores nacionales.
Las organizaciones cooperativas en América Latina agrupan a casi 5.000.000 millones de asociados.
La dirigente cooperativista panameña, Gisela Jaen, comentó por su parte que las cooperativas escolares son medios idóneos para encausar las energías juveniles hacia objetivos de progreso y bienestar comunitario.
Jaen comentó a IPS que al estar ocupados en la solución de problemas comunes los jóvenes no tendrán motivos para delinquir o dedicarse a actividades improductivas.
Recalcó que Panamá dio un gran paso en esa dirección cuando en octubre de 1990 promulgó una ley por la cual se establece la enseñanza del cooperativismo en los centros educativos.
Los delegados que asistieron al encuentro aprobaron un documento que urge a los gobiernos latinoamericanos a dar su pleno respaldo al cooperativismo escolar y a convertir ese esfuerzo en un recurso pedagógico permanente. (FIN/IPS/dc/dg/cr-pr/96)