/AMBIENTE/ HABITAT: Latinoamericanos quieren ciudades prósperas y frescas

La ciudad ideal para los latinoamericanos es fresca, está a mil metros sobre el nivel del mar y tiene un millón de habitantes, ofrece buenos servicios públicos y fuentes de empleo y la rodea una campiña agrícola.

Se trata apenas de un promedio entre cifras y ventajas que un sondeo realizado por las oficinas de IPS en América Latina mostró como las cualidades más apreciadas por urbanistas, profesionales y otros usuarios al escoger la más atractiva de sus ciudades.

La mayoría de las capitales de la región resultaron reprobadas en el examen, aunque de ellas "todos sus habitantes hablan mal, pero permanecen habitándolas", según dijo a IPS Marco Negrón, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central, la principal de Venezuela.

Una explicación podría ser que en América Latina, "la vida urbana fuera de las grandes ciudades no ofrece muchas opciones", considerando como tales la reunión de empleos, servicios, aire limpio y ventajas de la vida moderna, según Negrón.

De los 460 millones de latinoamericanos, 340 millones (74 por ciento) tienen un hábitat urbano, y fluyen hacia las capitales cargados de lo que Antanas Mockus, el exitoso alcalde de Bogotá, llama el "desarraigo" para con esas urbes.

Explica Mockus que cada día 100 nuevos colombianos se instalan a vivir en Bogotá, por las posibilidades de empleo o realizaciones que ofrece esa ciudad de seis millones de habitantes, "pero se siguen sintiendo desarraigados".

"La realidad es que América Latina es un pueblo urbano pero muy pobre", observó la urbanista venezolana Teolinda Bolívar, compiladora de testimonios sobre la construcción no planificada de viviendas en una docena de ciudades de la región.

Jorge Legorreta, director del Centro de Ecología y Desarrollo, una organización no gubernamental de México, considera ciudad ideal "la que tiene entre 100.000 y 500.000 habitantes, no es capital, posee fuentes de agua, y escuelas y servicios suficientes en cada uno de sus barrios".

Esas ciudades ideales escasean en América Latina, "a diferencia de Europa, donde la ocupación más densa del territorio deja numerosas ciudades de 70.000 o 100.000 habitantes a una hora de auto o tren de los centros de actividades culturales de gran calidad, por citar un ejemplo", apuntó Negrón.

Estudios detallados sin embargo las consiguen, como el del urbanista italiano Giorgio Piccinato sobre Curitiba (Brasil), "donde naturaleza y arquitectura no se encuentran en oposición y los espacios son vividos como conviene: ni congestionados ni desiertos".

Según el sondeo de IPS, en ARGENTINA atrajeron en el pasado reciente ciudades sureñas como Neuquén, de 180.000 habitantes, pero la crisis económica revirtió la tendencia hacia convencionales fuentes de empleo.

Muchos bonaerenses hartos del "smog" encuentran refugios como la pequeña San Marco Sierra, en la central provincia de Córdoba, donde gente bohemia improvisa un modo de vida informalizado, come lo que cultiva y desarrolla el trueque.

En BOLIVIA, la ciudad preferida es Santa Cruz de la Sierra, en las llanuras de oriente, a 457 metros de altitud y con 700.000 habitantes, con un clima cálido que agrada a los bolivianos y florecientes agricultura y agroindustria que les atrae.

Curitiba, en BRASIL, capital del sureño estado de Paraná, a 900 metros de altitud y habitada por 1,6 millones de personas, a partir de núcleos de inmigrantes alemanes, italianos y de Europa Oriental, tiene una de las más altas proporciones de áreas verdes por habitante en el mundo: 52 metros cuadrados.

Sus índices de mendicidad y violencia son bajos en comparación con las megalópolis Sao Paulo y Río de Janeiro, y por su calidad de vida las grandes empresas la escogen para lanzar sus productos a prueba antes de diseminarlos en el resto de Brasil.

Parte del éxito se atribuye a quien muchas veces ha sido su alcalde desde 1971, Jaime Lerner, y al protagonismo del Instituto de Investigación y Planificación Urbana, con más de 100 técnicos.

Curitiba es una ciudad que compra la basura a sus habitantes más pobres, privilegia el transporte público sobre el privado, con 1.500 autobuses que se desplazan sobre 700 kilómetros de vías, de las cuales 56 reservadas a las unidades "expresas".

En CHILE crece Temuco, ciudad del sur con temperatura media anual de 11 grados, que entre 1982 y 1992 pasó de 150.000 a 250.000 habitantes, es eje de explotaciones madereras y cuenta con tres universidades.

También La Serena, 470 kilómetros al norte de Santiago, con 125.000 habitantes que se duplican con el vecino puerto de Coquimbo, crece como polo turístico y con un auge inmobiliario que alberga sospechas de lavado de dinero.

En COLOMBIA, la capital, Bogotá, con 25 universidades que mantienen a la educación como mecanismo de ascenso social, sigue siendo la favorita, aunque el desarraigo de que habla Mockus sostenga altos niveles de criminalidad.

Santafé de Bogotá, nombre colonial rescatado por la reciente Constitución colombiana, ocupa parte de una altiplanicie y cada día gana nuevos enamorados, como Joan Font, difrector de Els Comediants de Barcelona (España), para quien ver la ciudad "es como mirar a los ojos de una mujer".

En CUBA, la capital "sigue siendo lugar ideal para jóvenes profesionales, por las posibilidades que concentra en cuanto a relaciones profesionales, culturales y de acceso a información", según Blanca Morejón, investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.

Pero la más habitable sería Cienfuegos, a orilas del mar y la "perla del sur" en esa isla del Caribe, con 131.000 habitantes que viven de la industria azucarera cercana. Con el estilo arquitectónico de las ciudades españolas del siglo pasado, tiene fama de ser "la ciudad más limpia de Cuba".

Para ECUADOR la ciudad más apetecida es Cuenca, a 2.580 metros sobre el nivel del mar, de 350.000 habitantes, con predominio de la arquitectura barroca del siglo XVIII. Alberga las dos más prestigiosas universidades del país.

El urbanista ecuatoriano Diego Carrión, de la Fundación Ciudad, constató en la zona de Cuenca "una alta emigración de sus indígenas y campesinos que van a grandes ciudades, mientras su calma atrae a jóvenes, artistas y personas de tercera edad".

Aguascalientes es en MEXICO la ciudad que más calza con los conceptos de Legorreta. Es la capital del Estado de su mismo nombre, a 510 kilómetros al noreste de Ciudad de México, y de sus 400.000 habitantes, trabajan 115.000, en su mayoría en la industria manufacturera, el comercio, el agro y la cría.

La ciudad, de arquitectura colonial, fue capital de México durante la llamada "Convención Revolucionaria" de 1914, y sostiene el atractivo de las aguas termales en sus cercanías.

En PANAMA, una consulta a urbanistas, algunos jóvenes y personas maduras arrojó un resultado sorprendente: se prefiere a Boquete, de 6.000 habitantes y a 2.200 metros sobre el nivel del mar en la zona cafetera fronteriza con Costa Rica.

Pero la mayoría de los jóvenes profesionales siguen prefiriendo la agresiva Panamá, una ciudad de más de un millón de habitantes cuyo desarrollo fue a la vez auspiciado y atrofiado por la vecina zona del canal que administraba Estados Unidos.

En PERU, la urbanista Teresa Chipoco, del Centro Peruano de Estudios para el Desarrollo Regional, presentó como ciudad vivible a la norteña Cajamarca, a 2.750 metros de altitud y con 240.000 habitantes, rodeada de una plácida campiña.

Cajamarca carece de problemas de contaminación ambiental o tensiones sociales, tiene una universidad que jamás ha vivido una huelga y estuvo casi totalmente ajena a la violencia política que estremeció Perú hasta 1993. En su contra, tiene una escasa oferta de empleos.

En VENEZUELA es Barquisimeto, en una meseta a 570 metros de altura, con 900.000 habitantes, la que descuella como foco agrícola, agroindustrial y cruce de caminos, equidistante entre Caracas, el occidente petrolero, la costa y las llanuras, y con ofertas de universidades y vida cultural.

Mérida, en los Andes del suroeste, mantiene el atractivo de su universidad y clima, y en la caribeña isla de Margarita varios pueblitos, a los que el desarrollo turístico-hotelero convirtió en conurbación, se ofrece como sueño a la gente de tierra firme. (FIN/IPS/hm/jc/pr/96)

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