Un decenio después del desastre atómico de Chernobyl, los estudios realizados no han conseguido llenar los vacíos de conocimiento sobre el accidente, según las conclusiones de una conferencia internacional clausurada hoy en Viena.
La insuficiencia de información no se refiere sólo a las causas del accidente en sí mismo, sino también a la forma en que la radiación ha afectado a las víctimas.
En las palabras de clausura presentadas a la Conferencia Internacional sobre Un Decenio Después de Chernobyl, su presidenta, la ministro alemana de Medio Ambiente, Angela Merkel, señaló que existen algunas áreas, tales como la salud, en las que han sido defraudadas las expectativas científicas.
Lo que se conoce sobre el accidente de Chernobyl (Ucrania) no es ninguna novedad. Serios defectos de diseño -algunos de los cuales eran conocidos por los funcionarios responsables de la seguridad nuclear en la entonces Unión Soviética pero no fueron tenidos en cuenta- fueron la primera causa del desastre.
La segunda fue la omisión del personal de la planta, que no respetó las normas existentes de seguridad, todo lo cual llevó a la explosión del cuarto reactor de Chernobyl, el 26 de abril de 1986.
No obstante, siguen sin ser conocidos los exactos mecanismos que condujeron a la explosión, que rompió parte del reactor, enviando miles de kilos de material radiactivo a la atmósfera.
Fuertes vientos en los días siguientes llevaron ese material radiactivo a través del norte de Europa, pero buena parte de él se depositó alrededor de la planta, que está localizada cerca de la frontera de Ucrania con Belarús y Rusia.
El desastre obligó a evacuar 500.000 personas de una zona de exclusión de 30 kilómetros de radio, donde la radiación todavía es alta. Según datos oficiales, 237 personas recibieron una dosis excesiva de radiación, y 28 de ellas murieron.
De acuerdo con los funcionarios ucranianos, en total han muerto 31 personas, pero en Viena se discutió esta semana cuál es el verdadero número de personas que desde entonces han muerto o han enfermado de algún mal inducido por Chernobyl.
Mientras que las estimaciones oficiales de los científicos occidentales -la Organizacion Mundial de la Salud y la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA)- son muy conservadoras (entienden que aún no existen pruebas claras de un aumento de la leucemia o de defectos genéticos como consecuencia de la explosión), otros adoptan la posición contraria.
"La inesperada incidencia del cáncer de tiroides, en especial entre los niños, y sus inusuales características, demuestran que debemos ampliar urgentemente nuestro conocimiento radio-biológico del desarrollo del cáncer", dijo Merkel en la sesión de cierre de la conferencia, tras cuatro días de trabajos.
Los científicos participantes destacaron que el cáncer de tiroides ha aumentado en los últimos años, con un período de latencia entre el accidente y el diagnóstico que oscila entre cuatro y 10 años, aunque no se esperaba que fuera tan breve.
El cáncer de tiroides es consecuencia de la ingestión excesiva de iodo y ha aumentado entre los niños, en particular los que habían nacido justo antes del accidente o fueron concebidos antes del mismo.
Hasta el momento se han registrado unos 800 casos, la mayoría de ellos en Belarús, donde se asentó alrededor de 70 por ciento del material radiactivo de Chernobyl.
La conferencia se hizo eco del debate sobre si la incidencia de la leucemia ha aumentado o no. Según las conclusiones oficiales de la reunión, aparte de el cáncer de tiroides no ha habido otra "desviación estadísticamente significativa de las tasas de incidencia de otros cánceres".
Las delegaciones incluyeron a políticos de alto nivel, como el presidente de Belarús, Aleksandr Lukaschenko, y científicos de numerosas naciones y organizaciones.
Pese a que la reunión no tuvo potestades para aconsejar ni hacer recomendaciones, en sus sesiones se escucharon numerosos informes sobre varios sectores de interés, tales como las consecuencias sanitarias, ambientales y socioeconómicas del peor accidente sufrido por la industria nuclear.
Así como algunos funcionarios de la conferencia se mostraron felices por el "éxito" de haber reunido a cientos de políticos y científicos de tan diversos orígenes, algunos críticos piensan de otra forma.
Unos 30 manifestantes de Greenpeace y del grupo ambientalista austríaco Global 2000 colgaron una gran pancarta fuera de la sede de la conferencia, en la cual se acusaba a los participantes de adoptar una actitud de "no ver, no oír, no hablar" del sufrimiento de las víctimas de Chernobyl.
Manuela Kraeuter, portavoz de Global 2000, acusó a la IAEA – coorganizadora de la reunión, con sede en Viena- de intentar minimizar las consecuencias de Chernobyl, y dijo que parece evidente que la agencia de la ONU trabaja "en nombre del grupo de presión nuclear". (FIN/IPS/tra-en/sr/rj/arl/en-he/96)