Los gobiernos no lo cuentan y ellas no obtienen dinero por él, pero mujeres de todo el mundo afirman que el trabajo que realizan -tareas domésticas y agrícolas, cuidado de niños y ancianos- debe ser reconocido como tal.
El movimiento internacional por la valoración de las tareas no remuneradas afirma que la definición del trabajo basada estrictamente en términos monetarios no tiene en cuenta la contribución de la mujer a la sociedad y perjudica sus derechos.
Grupos de mujeres presentes en la 40 sesión de la Comisión de las Naciones Unidas para la Condición de la Mujer, finalizada este viernes, continuarán presionando a sus gobiernos para que cumplan lo acordado en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, sobre la valoración del trabajo no remunerado.
"Una sociedad tiene ciertas actividades que no pueden ser definidas en términos meramente económicos", señaló Martha Duenas- Loza, directora interina del Instituto de Investigación y Capacitación de las Naciones Unidas para el Progreso de la Mujer (Instraw).
Duenas-Loza subrayó que el uso del producto interno bruto (PIB) como criterio para la cuantificación de la riqueza es "insuficiente", dado que esa cifra es sólo un indicador del desarrollo de un país y no debería utilizarse como definición de todos los procesos económicos.
El PIB ignora entre 25 y 50 por ciento de todas las actividades económicas, que no son remuneradas, observó la directora de Instraw.
"La cuestión no es que nos paguen por el trabajo que hacemos, sino que nuestra labor sea valorada en su justa medida, como una de las más importantes contribuciones al bienestar social", agregó.
En términos de mercado, las actividades no remuneradas ascienden a 16 billones de dólares o 70 por ciento de la producción mundial, estimada en 23 billones de dólares, de acuerdo con el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) correspondiente a 1995.
"Los países en desarrollo manifestaron en Beijing su temor a que la inclusión de este trabajo en sus cifras 'infle' el PIB y los excluya de las naciones elegibles para ayuda económica", indicó Sakiko Fukuda-Parr, directora de la Oficina de Informes sobre Desarrollo Humano del PNUD.
Sin embargo, si estos valores se incluyen en una "cuenta satélite", es decir, un registro separado pero relacionado con el PIB, esto no ocurriría, puntualizó Fukuda-Parr.
La aplicación de esta experiencia en Nepal determinó que la contribución de la mujer al PIB saltara de 30 a 63 por ciento, según un estudio patrocinado por Instraw para la cuantificación del trabajo no remunerado.
Varios países están tomando medidas para reconocer este tipo de labor, entre ellos Trinidad y Tobago, donde está en camino un proyecto de ley sobre el tema, y Canadá, que incluyó en el último censo tres preguntas sobre trabajo no remunerado.
Sin embargo, a seis meses de la conferencia de Beijing varios gobiernos se resisten aún a fijar un valor a la labor no remunerada, y en el Sur, donde los ajustes macroeconómicos implican drásticos recortes en los servicios sociales, una carga cada vez mayor de trabajo no remunerado recae sobre los hombros de las mujeres.
La valoración del trabajo femenino implicaría la adquisición de derechos jubilatorios y hereditarios, destacan las activistas. (FIN/IPS/tra-en/jb/yjc/ml/pr/96)