Atrás y quizá para siempre quedaron las épocas en que los equipos de fútbol de México eran respaldados por clubes deportivos. Hoy, sociedades anónimas, empresas de televisión y grandes firmas comerciales manejan a jugadores y técnicos.
Los 18 equipos que disputan en la cancha la supremacía del campeonato de primera división, considerado uno de los cuatro más caros del mundo, son apenas parte de un complicado tejido de negocios que mueve alrededor de 100 millones de dólares por temporada.
En medio están cerca de 55 millones de consumidores atrapados por su afición deportiva y poco más de 360 jugadores profesionales sin derechos sindicales y convertidos en vitrinas publicitarias.
"Se nos ha cosificado, olvidando que no existe acto más inmoral que privar a alguien de su libertad de decisión. Se nos ha impuesto la obediencia como obligación convirtiéndonos en sombra de ajenas voluntades", señala la Asociación de Futbolistas Profesionales.
Desde hace varios años, el fútbol mexicano prácticamente borró de su entorno el concepto de club, instancia que reunía a aficionados e hinchas para formar un equipo. Ahora, 88 por ciento de los equipos profesionales están ligados a algún consorcio privado.
Según los expertos, las empresas de televisión, con la poderosa Televisa a la cabeza, son los principales responsables de que el fútbol se haya convertido en un espectáculo publicitario de jugosas ganancias.
Con más de 160 canales de televisión en su poder, dueña de un servicio por cable y de varias radioemisoras y medios escritos, Televisa lidera las transmisiones de partidos de fútbol y es dueña de tres equipos: Necaxa, el campeón de la temporada 1994-95, América y Atlante, dos de los más populares del país.
Televisa es además propietaria del Estadio Azteca, el más grande de México con un aforo de 100.000 personas, y de los derechos de transimisión televisiva de los juegos que realizan 11 equipos.
En segundo lugar está la televisora Azteca, que compró el equipo Tiburones de Veracruz y que próximamente hará lo mismo con Atletico Morelia y los Tigres de la Universidad de Nueva León.
La tercera empresa con mayor poder en el negocio del fútbol, según un estudio realizado por el periódico Reforma, es el Grupo Modelo, la principal compañía cervecera del país y propietaria de Santos y Diablos Rojos.
A excepción de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, equipo que no está ligado a empresas comerciales, los demás son propiedad de diversas firmas dedicadas a la producción de cemento y lubricantes, venta de computadoras, actividades hoteleras y negocios bancarios.
Datos recabados por la prensa indican que en México un jugador de fútbol profesional gana un promedio superior a los 4.000 dólares mensuales, mientras que un entrenador recibe más de 20.000 dolares.
Por concepto de venta de entradas, los equipos y sus empresas captan en una temporada de diez meses unos 34,9 millones de dólares, por publicidad en televisión, camisetas y campo de fútbol alrededor de 51 millones y por derechos de transimisión televisiva 6,5 millones.
Pero los gastos también son cuantiosos. Sólo en contrataciones y sueldo a jugadores se invierte unos 47,6 millones de dólares.
Directivos de diversos equipos coinciden en señalar que el fútbol mexicano es el mejor pagado de América Latina y uno de los cuatro primeros del mundo, luego de Italia, España y Japón.
"México es un buen mercado para los técnicos y para los jugadores. Si se paga bien es porque el fútbol es muy competitivo", señala Luis Fernando Tena, entrenador del actual subcampeón Cruz Azul.
Para muestra un ejemplo. El entrenador de la selección mexicana de fútbol, el serbio Bora Milutinovic, gana unos 500.000 dólares al año.
Para pagar parte de esos millonarios gastos está la publicidad. En cada partido la exhibición de productos es un elemento infaltable. Las camisetas de los jugadores son escaparates donde Coca Cola tiene el liderazgo.
"El fútbol es un excelente nicho de ganancias, hay que tener mucho dinero para ganarlo y aprovecharlo", dijo a IPS un publicista europeo que trabaja para una firma local.
Pese a los millones que circulan o quizá por ese mismo motivo, los intentos de la Asociación de Futbolistas Profesionales para crear un sindicato han fracasado. Sus promotores sostienen que los dueños de los equipos amenazan a los jugadores que pretenden aagremiarse.
La Asociación, que pugna por defender los derechos laborales de los jugadores, entre ellos evitar ser tratados como mercancias, no tiene reconocimiento oficial. (FIN/IPS/dc/dg/cr-if/96).