La visita del presidente haitiano René Preval a Canadá el próximo fín de semana, tiene el propósito de contrarrestar cualquier retroceso en las cordiales y cada vez más estrechas relaciones entre esos dos países donde se habla francés.
"Estamos involucrados en Haití a la grande, así que no es una sorpresa que Preval quiera visitar Canadá para discutir el futuro", dijo Colin Stewart, vocero del Departamento de Asuntos Exteriores de Canadá.
Stewart indicó que el principal tema de discusión entre el presidente haitiano y el primer ministro canadiense Jean Chretien será el desafío para mantener la paz en la nación caribeña.
Canadá ha asumido recientemente el liderazgo en la operación de paz de la ONU en Haití, y está enviando 700 soldados con personal adicional para reemplazar a las tropas estadounidenses que están en proceso de evacuar la isla.
Stewart dijo que, previsiblemente, el ampliado contingente canadiense estará totalmente desplegado en el país el 15 de abril próximo.
El funcionario agregó que los dos líderes "discutirán una serie de asuntos bilaterales… La pregunta fundamental es '¿hacia donde vá Haití'?"
El interés de Canada en el futuro de Haití se ha intensificado a medida que la comunidad haitiana en este país ha crecido, cimentada sobre la tradicional relación que comenzó en la primera parte de este siglo, cuando misioneros canadienses llegaron a la isla.
En la actualidad hay alrededor de 60.000 personas de orígen haitiano que viven en Canadá, casi todos en la provincia de Quebec, de habla francesa. El ex presidente Jean-Bertrand Aristide vivió y estudió en la provincia por varios años antes de retornar a Haití y presentarse en las elecciones.
En su gran mayoría, los miembros de la comunidad haitiana coinciden con las afirmaciones de Ottawa que Canadá ha tratado de actuar como una fuerza en favor de la democracia y el orden cívico en Haití.
"La gente sabe que cuando Canadá nos prestó ayuda no fué porque estaban buscando poder", dijo Florence Colas, una miembro ejecutiva de Sautien aux Organisations Populaires en Haiti, con base en Montreal.
"Creo que nos hemos acostumbrado a las dominantes relaciones con Estados Unidos", apuntó Colas. "Para nosotros, la participación de Canadá en el proceso de reconstrucción ha sido otro tipo de obligación. Ha estado basada en otra clase de vínculo. Si despues del golpe (en 1991, cuando Aristide fué derrocado por los militares) Haití solo ha sido manejada por Estados Unidos, creo que la situación ahora va a ser muy diferente".
En efecto, mientras los políticos estadounidenses se mostraron ambiguos en la reinstalación del izquierdista Aristide, Canadá pareció estar más seguro de su política. Entre 1991 y 1994, Ottawa desempeñó un papel de primer orden en las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y con socios occidentales para reponer en el cargo a Aristide.
Canadá tambien fué un fuerte partidario de imponer sanciones al régimen militar haitiano y copatrocinó el proyecto de resolucion 940 de la ONU, que autorizó a la fuerza internacional emplear "todos los medios necesarios" para el regreso de Aristide.
Tras el colapso de los militares, Canadá se convirtió en el primer país que brindó asistencia al desarrollpo a Haití, además de ayuda de emergencia por un monto de 34 millones de dolares anuales desde 1994.
La Real Policía Montada de Canadá (RCMP) tambien realizó diversos programas para la formación de la policía civil en Haití.
Funcionarios locales dijeron públicamente que el nuevo rol ampliado de la fuerza de paz canadiense no es un gran desafío. "No creemos que tomen como blanco directo a los soldados canadienses", dijo el coronel Michel Maisonneuve. "El objetivo será apoyar los beneficios de la mision anterior y suavizar la transición".
Sin embargo, el analista Hal Klepak, profesor de historia y relaciones internacionales en el Real Colegio Militar en Kingston, Ontario, dijo que la fuerza de paz encabezada por los canadienses es muy reducida y afrontará problemas si los programas de ajustes económicos y de privatización, impuestos internacionalmente, crean malestar social.
Klepak criticó a la comunidad internacional por exigir duras medidas económicas.
"La democracia debe estar vigente para que puedan ser enviados bienes de consumo, y está muy lejos de ser una certeza que haya progresos económicos en Haití por largo tiempo. Podrian producirse retrocesos", declaró Klepac.
La salud económica de Haití tambien preocupa a la comunidad haitiano-canadiense en Quebec.
Miembros de la comunidad haitiana han gozado recientemente de mayor poder del acostumbrado. Políticos federalistas consideran esenciales los votos de la comunidad para frenar la corriente de los separatistas de Quebec.
Los haitiano-canadienses integran un gran bloque de población en el área de Montreal de Papineau-St.Michel, donde una crucial elección está teniendo lugar. El candidato por el gobernante Partido Liberal es Pierre Pettigrew, el ministro canadiense de Cooperación Internacional y de relaciones con paises francófonos.
la presencia de Pettigrew en la ceremonia de juramento de Preval fué considerada por muchos como una señal a la comunidad haitiana de Montreal que el candidato los toma en serio. La decisión canadiense de enviar más tropas de paz a Haití sin esperar la aprobación de la ONU tambien fue vista como una acción para llevar a los haitiano-canadienses al campo federalista.
Los candidatos opositores en la batalla por Papineau-St. Michel tambien están involucrados en las cuestiones haitianas.
El candidato conservador progresista Nicole Roy-Arcelin recordó a los votantes su amistad personal con Aristide, y el apoyo dado a Haití por el ex primer ministro conservador Brian Mulroney.
El separatista Bloc Quebecois, entretanto, ha proclamado entusiastamente su apoyo al aumento de la fuerza de paz canadiense en Haití.
Colas declaró que la sitación actual ha hecho que muchos haitianos se den cuenta que "si puedo ayudar a mi país de orígen desde el exterior, entonces está bien…". (FIN/IPS/tra- en/sd/yjc/ego/IP).
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