HAITI: Campesinos abandonan los secos arrozales

Pierre Antoine Jean, un campesino de 55 años de la oriental localidad haitiana de Ferrier, debe atender a los 16 hijos que tuvo de dos matrimonios, pero los campos de arroz de los que obtiene el sustento están secos.

Los tiempos son mas duros de lo habitual para Antoine y su numerosa familia. "Estamos a merced del sol y las lluvias", dijo el campesino, seguramente en alusión a las escasas precipitaciones registradas.

Los funcionarios de gobierno raramente visitan el área donde Antoine trabaja en sus cultivos, y la zona está también fuera del alcance de las organizaciones no gubernamentales, que desempeñan un creciente papel en el apoyo a los agricultores haitianos.

Y los campesinos se sienten discrmidados cuando emigran al medio urbano. "No se nos considera suficientemente buenos para trabajar en las ciudades, donde los migrantes del campo son frecuentenente humillados", señaló Antoine.

"¿Pero qué podemos hacer? Debemos trabajar para subsistir", agrego.

Localizada 340 kilometros al norte de Puerto Príncipe, junto a la frontera con la República Dominicana, Maribaroux es un centro de producción de arroz. Pero ha perdido campos de cultivo en los últimos 10 años y las tierras de Antoine, como las de otros agricultores, no son ya fuente de vida.

Los campesinos se ven obligados a tomar préstamos a interés de usura —en ocasiones a una tasa de 85 por ciento— para financiar su actividad, y a veces, la cosecha no se materializa.

Miles de campesinos como Antoine atraviesan todos los años la frontera, entre junio y septiembre, en busca de trabajo en los arrozales de Manzanillo y Monte Cristo.

Los habitantes de la zona limítrofe afirman que hasta 300 personas ingresan diariamente en territorio dominicano, en el momento culminante del trabajo temporario.

Esos campesinos residen en Haití, pero trabajan y se alimentan todos los días al otro lado de la frontera.

La demanda ha transformado la economía del noroeste de la República Dominicana. El desarrollo del turismo en la región de Puerto Plata volvió escasa y costosa la mano de obra para la agricultura.

Los granjeros del área prefieren los trabajadores haitianos a los dominicanos. Los nativos del país exigen una paga de 200 pesos, suma que triplica el salario abonado a los ilegales haitianos.

Aunque no hay guardias en la frontera, el cruce presenta riesgos. Agricultores y soldados dominicanos roban y en ocasiones matan a inmigrantes ilegales haitianos, según informes recabados en la zona, y algunos trabajadores no reciben su paga, de acuerdo con fuentes consultadas por IPS.

Mientras, los soldados haitianos, que robaban ganado durante la dictadura de Raoul Cedras (1991-94) ya no representan ninguna amenaza. Pero el robo de reses persiste a ambos lados de la frontera, donde operan civiles armados.

Los campesinos han dado cuenta de varios incidentes en que soldados dominicanos dispararon sobre trabajadores haitianos, que también son confundidos por los plantadores con ladrones de ganado.

"En enero, numerosas personas fueron muertas a lo largo de la frontera por soldados dominicanos, y sus cadaveres sirvieron de alimento a los perros", aseguró Jean Delaneau, presidente de la Federación de Agricultores de Maribaroux.

"Por ejemplo, 25 trabajadores agrícolas haitianos murieron en un accidente cerca de Libertad, una localidad del norte de República Dominicana, sin que el gobierno realizara ninguna investigacion", dijo Delaneau.

Según estudios sobre la propiedad de la tierra, hay 0,32 hectáreas por habitante en el noreste de Haití, una región que cubre 805 kilómetros cuadrados. Las tierras fiscales, abandonadas desde 1984, comprenden unas 15.000 hectareas.

Desde hace un cuarto de siglo, esas tierras han sido explotadas por compañías estadounidense para la producción de sisal y, más recientemente, para la cría de ganado.

Unas 2.500 hectareas de tierras públicas están ahora ocupadas por la Asociación de Pequeños Agricultores del Noreste. "No tenemos títulos de propiedad", destacó Jacques Antoine Wasembeck, presidente de la Asociación, que reúne a 2.000 afiliados.

El sábado, los campesinos de Maribaroux dispensaron una entusiasta acogida al presidente René Preval, el primer jefe de Estado en visitar la región.

Preval, que se propone relanzar la producción de arroz, llegó a Maribaroux para conocer directamente la situación del área.

La rehabilitación del limitado sistema de irrigación pondrá hacia mayo a los campesinos en condiciones de cultivar una superficie de 600 hectareas, equivalente a un décimo del área total señalada por el llamado Plan Maribaroux. (FIN/IPS/tra- en/imc/tt/fn/ff/dv pr/96)

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