CUBA: Expertos contra la dependencia azucarera

Cuba tendrá que renunciar al azúcar como su principal rubro exportable si aspira a una recuperación económica que no dependa de los vaivenes de un producto comercialmente débil, señalaron expertos locales.

"Una cosa es aprovechar las bondades de una gramínea gigante de gran aporte vegetal, otra es concentrarse en la tradicional producción de azúcar", aseguró el economista Rogelio Torras, del Instituto de Investigaciones Económicas.

Las críticas a la "antigua ilusión que presentaba a la industria azucarera como salvadora de la economía nacional" aparecen en la literatura económica cubana desde los años 40.

Cuando el azúcar cubana todavía contaba con precios preferenciales en el antiguo bloque socialista europeo, técnicos locales defendieron la conveniencia de convertir la caña de azúcar en materia prima de una amplia gama de productos y reducir su excesiva participación en las exportaciones.

Los expertos ven como serias desventajas la debilidad comercial del producto con precios máximos limitados por la competencia de sucedáneos, su dependencia de las variaciones climáticas y el hecho de provenir de una industria de escasa incorporación del progreso científico-técnico.

"La recuperación de la industria azucarera hará pensar en la antigua disyuntiva de continuar o no con la fuerte dependencia azucarera externa", señaló Torras.

La alternativa sería mantener los rubros tradicionales, como el azúcar y el tabaco, e impulsar otros sectores, como el níquel, el turismo, la biotecnología y la industria farmaceútica.

Aunque el especialista reconoce que esta propuesta podría parecer prematura, advierte que decisiones para "impedir una nueva dependencia deben estar adelantadas en el tiempo".

A seis años del inicio de la peor crisis económica del gobierno del presidente Fidel Castro, la industria azucarera continúa siendo el sector más deprimido de la economía y cuya recuperación parece causar más dolores de cabeza a las autoridades.

Expertos locales atribuyen la actual crisis económica a la conjugación de los efectos bloqueo estadounidense a la isla, la desintegración de la URSS y el derrumbe del bloque socialista europeo, con errores internos en la dirección de la economía.

Tras la zafra azucarera más baja en la segunda mitad de este siglo, el gobierno decidió acudir a esquemas de prefinanciamiento externo que podrían garantizar el despegue del sector y, al mismo tiempo, colocar en muy difícil situación a la isla.

Castro reveló en diciembre que los préstamos ascienden a 350 millones de dólares y que, junto a los intereses, deben pagarse al final de la actual zafra 1995-96.

Según los planes estatales, la producción debe ascender de 3,4 millones de toneladas a 4,5 millones, pero especialistas locales aseguran que, probablemente, la producción no sobrepase los cuatro millones.

"La industria azucarera cubana logrará cumplir los pronósticos", aseguró el ministro responsable del azúcar, Nelson Torres, al valorar la marcha tras intensas lluvias que paralizaron la producción en 99 industrias de la isla.

La caña de azucar fue introducida en Cuba por los colonizadores españoles en el siglo XVI y en la década pasada el país caribeño era uno de los 10 productores más importantes del mundo y el primer vendedor.

Según cálculos especializados, la participación del azúcar y otros derivados de la caña en el total de las exportaciones cubanas ascendió de 80 por ciento en 1958 a 90 por ciento en 1975, para caer a 73 por ciento en 1989.

Con el inicio de la crisis de los años 90, la participación del azúcar en el comercio exterior continuó su tendencia decreciente a partir de la declinación productiva y la pérdida de los precios preferenciales con la caída del bloque socialista.

En 1990, cuando comenzaron a sentirse los efectos de la crisis, la producción alcanzó 8,4 millones de toneladas, bajó a 7,6 en 1991 y continuó su caída en picada para registrar cuatro millones en 1994 y 3,3 en 1995.

Estimaciones oficiales indican que si para producir ocho millones de toneladas de azúcar era necesario invertir 900 millones de dólares, para la zafra pasada el financiamiento fue de unos 150 millones.

Según fuentes especializadas, en la actualidad el azúcar sólo representa alrededor de 35 por ciento de las exportaciones cubanas y las pérdidas monetarias por este concepto se estima que superan los 2.000 millones de dólares.

Sin embargo, la fuerza de Cuba como productor azucarero suele incidir de forma directa en el mercado mundial y una caída de su industria provoca, de inmediato, un alza de los precios.

Torras considera que esta situación salvó en muchas oportunidades a la economía cubana en los últimos años, al compensarse parte de la pérdida de ingresos en moneda convertible con el alza de los precios del azúcar en el mercado mundial.

"Cuando la zafra recupere sus niveles tradicionales, es probable que repercuta en más bajos precios", advirtió el economista. (FIN/IPS/da/ag/if/96)

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