AMERICA LATINA-MUJER: Más poder es el grito del día

La mitad de la población de America Latina es femenina, pero sólo en un país de la región, Nicaragua, gobierna una mujer, mientras la consigna regional del Día Internacional de la Mujer es: más poder.

En Brasil una nueva ley obliga a los partidos a que 20 por ciento de sus candidatos sean mujeres, lo que significa que el 3 de octubre, cuando haya elecciones municipales, 100.000 de los 500.000 aspirantes tendrán que ser mujeres.

Una "revolución" que el movimiento femenino impulsa motivando a la inscripción en masa de mujeres en los partidos, ahora que han logrado imitar una conquista previa de Argentina.

En este último país, una ley de cupos obliga a que 30 por ciento de los primeros lugares en las listas de candidatos a la cámara baja del parlamento sean mujeres. Un elemento que elevó a 70 el número de mujeres entre 257 bancas.

Apenas en 1991, antes de instrumentar la cuota, eran sólo 11 las mujeres en bancas parlamentarias, igual que cuando se restauró la democracia en 1983.

También en Chile los partidos comienzan a estudiar la posibilidad de introducir la llamada "discriminación positiva", que establece cuotas para la mujer en el acceso a cargos políticos o de participación pública.

Sondeos realizados por IPS en los diferentes países de la región muestran que la paridad en el poder es un anhelo común, en la búsqueda de que sea un trampolín hacia la escurridiza igualdad en materia de ciudadanía y derechos.

En Ecuador hay dos candidatas a la vicepresidencia para las elecciones generales del 19 de mayo, pero su presencia, según dirigentes femeninas como Natalia Wray, no tiene "trascendencia para la mujer" y sus problemas, que son vistos por el poder político y económico como se ve "lo étnico o ambiental".

La uruguaya Lilián Celeberti, una de las coordinadoras regionales del movimiento de la mujer, señaló que si algo es claro es que el dominio del hombre en cargos de poder en la región no se puede decir que haya tenido resultados ejemplares.

Corrupción, pobreza, malos servicios públicos, ampliación de brechas sociales, narcotráfico, son algunas de las herencias de los gobiernos regionales dominados por hombres, recordó.

En México, en una realidad que refleja lo que pasa en muchos países de la región, "las mujeres son en la historia como un muro de arena, entran y salen del espacio público sin dejar rastro", señala un estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

En las últimas cuatro décadas 169 hombres han sido secretarios (ministros) en México frente a sólo tres mujeres. En el mismo período, de 3.513 senadores y diputados electos apenas 356 fueron mujeres.

En los partidos, en promedio las mujeres sólo ocupan 17 por ciento de los cargos directivos y en los sindicatos aún menos, seis por ciento.

Esas situaciones comunes con el poder suceden mientras la población femenina ha dado un salto educativo y laboral, que en algunos segmentos la coloca por encima del hombre en las universidades y en el trabajo.

En Colombia, por ejemplo, 60,5 por rciento de las personas que ingresaron a un trabajo en los últimos 20 años fueron mujeres, y la población femenina económicamente activa creció 168 por ciento entre 1970 y 1990, mientras la masculina lo hizo en 62 por ciento.

Al mismo tiempo, en la mayoría de los países las mujeres dominan las organizaciones de la llamada sociedad civil, un "nicho" nuevo en que encontraron posibilidades para la acción pública, ante el feudo masculino del poder oficial.

El tema del poder pasa también por el lenguaje. El movimiento organizado de la mujer impulsa que las palabras se sacudan de los estereotipos sexistas.

La mayoría de los cargos públicos siguen teniendo oficialmente sólo denominaciones masculinas y los militantes de la igualdad de géneros impulsan la existencia de presidentas, magistradas, ministras y en general jefas, aunque los sellos oficiales sólo existan con las "oes" distintivas de lo masculino.

Eso sí, las propias mujeres alertan que el aumento de su presencia en el poder público y la gerencia económica no significa que las cosas vayan a cambiar para la mayoría femenina.

El caso argentino lo evidencia. Muchas de las llegadas al parlamento gracias a las cuotas para mujeres son la expresión fundamentalista contra los derechos por los que batalla la mujer, como el aborto, el divorcio y hasta la anticoncepción.

Una realidad que está llevando a las dirigentas femeninas en la región a reflexionar sobre la necesidad de que las candidatas se comprometan activamente en una "agenda de la mujer" en favor de la eliminación de la discriminación.

El camino es largo, pero la voluntad también, se aseguró este viernes en cada país donde poder, ciudadanía y liderazgo se convirtieron en consignas comunes de las mujeres. (FIN/IPS/eg/dg/pr/96)

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