Cautela entre ecologistas y recelo de la población despertó el nuevo plan anunciado por el gobierno de México contra la contaminación que afectan a esta capital, la ciudad más grande del mundo, donde 330 días del año la calidad del aire es considerada mala.
El programa, que incluye 95 medidas con una inversión privada y pública de 13.000 millones de dólares, repite promesas incumplidas, no ataca el desordenado crecimiento urbano y castiga a las personas de menores recursos, señalaron expertos independientes.
Tras varios meses de estudios, las autoridades capitalinas y las secretarías de Medio Ambiente y de Salud, pesentaron este lunes un programa que ofrece reducir hasta el año 2000 50 por ciento de las actuales emisiones de 3,7 millones de toneladas de contaminantes anuales que asfixian actualmente a la ciudad.
Para lograrlo se contemplan cuatro metas básicas que "chocan con la crisis económica que vive la población y el empresariado", dijo a IPS Alejandro Calvillo, de la organización ambientalista internacional Greenpeace.
Estas metas son: industria limpia, automotores con convertidores catalíticos, transporte público eficiente y reordenamiento vehicular.
Con 20 millones de personas, 3,5 millones de automóviles -70 por ciento de los cuales no tienen convertidor catalítico-, más de 30.000 industrias y 1.400 kilómetros cuadrados de extensión, la capital mexicana es responsable de 70 por ciento de toda la contaminación que se genera en el país.
El nuevo plan, el cuarto de su tipo presentado en la última década, promete mejorar la calidad de las gasolinas y retirar los vehículos contaminantes en 1997, así como perfeccionar los sistemas de control de los automotores, proceso marcado hasta ahora por la corrupción, según reconocieron las autoridades.
Además, se elminará el programa "Hoy no circula", que impide a los vehículos funcionar un día a la semana, se bajarán impuestos para la compra de automóviles nuevos, se darán incentivos fiscales a las industrias no contaminantes y se renovará y reordenará el transporte público.
También se endurecerán los controles a las zonas industriales, se cerrarán generadores termoeléctricos y se iniciará un masivo proceso de reforestación en la ciudad, donde diariamente se consumen 44 millones de litros de combustibles.
El plan no puede resolver la difícil ubicación geográfica de la ciudad, pero sí ofrecer soluciones que tendrán impacto evidente en cerca de una década, dijo Oscar Espinosa, regente (alcalde) de la capital mexicana.
A 2.240 metros sobre el nivel del mar, rodeada de montañas y con un crecimiento desordenado -en 25 años la ciudad se extendió en más de 700 kilómetros cuadrados- la capital es considerado un nido reproductor de contaminantes.
Según la secretaria de Medio Ambiente, Julia Carabias, el nuevo plan "es duro y lento porque requiere muchísimas reconversiones sociales, tecnológicas y de inversión".
Para Greenpeace, el programa tiene falencias pues no castiga de una forma más severa el uso de automóviles privados y olvida que la crisis económica impedirá cumplir con la mayoría de las metas de inversión previstas, tema sobre el que las autoridades no hicieron mayores precisiones.
La organización ambientalista sostiene que el nuevo proyecto repite en lo básico las promesas de planes anteriores y castiga inútilmente a las personas de menores recursos.
Carabias sostiene que eliminar los automóviles viejos y contaminantes no representa una injusticia social, pues 80 por ciento de la población capitalina no cuenta con un vehículo.
Los primeros planes contra la contaminación en la capital mexicana, donde respirar equivale a fumar varios cigarrillos, según señalan los expertos, se remontan al principio de la década del 80.
El urbanista Jorge Legorreta consideró al nuevo plan como incompleto, pues no considera el desordenado crecimiento de la ciudad, que en 1920 albergaba a un millón de habitantes en una extensión de 46 kilómetros cuadrados.
Proyecciones independientes indican que en el año 2000, la mancha urbana de la capital mexicana se extenderá 2.000 kilómetros cuadrados y tendrá más de 23 millones de habitantes.
"Sin una planificación urbana adecuada y un mejoramiento de las condiciones sociales de la población, el plan ambiental podría ser un nuevo fracaso", advirtió Legorreta. (FIN/IPS/dc/ag/en/96)