RELIGION: Justicia uruguaya indaga grupo católico internacional

La justicia de Uruguay inició hoy una investigación para indagar eventuales delitos del sacerdote católico Adolfo Antelo, líder de la Comunidad Jerusalén, una organización con filiales en Argentina, Brasil y Chile.

Antelo fue acusado de usar técnicas de hipnosis para someter a los fieles, varios de los cuales denunciaron haber sido golpeados con saña por el sacerdote, a quien también se le imputan abusos sexuales.

La comunidad, creada en 1982, tiene filiales en Buenos Aires, en la ciudad brasileña de San Leopoldo, en el estado de Río Grande del Sur y en Santiago de Chile.

El grupo fue creado en 1982 por Antelo, un sacerdote salesiano con fuerte carisma, que logró captar la voluntad de centenares de jóvenes de ambos sexos provenientes de sectores económicamente poderosos y de fuerte influencia en la sociedad uruguaya.

Por esa vía Antelo, un religioso de 46 años nacido en España, se convirtió en conductor de La Santa Misa, único programa religioso de la televisión local.

En 1972 se le diagnosticó cáncer en un pie que finalmente lllevó a su amputación, y a partir de ese momento se acentuó su vocación mística. Se ordenó en 1975.

Ana Coutinho, una joven disidente de la comunidad de 26 años, relató a la revista "Tres" que Antelo solía decir: "Yo soy el Jesús histórico para ustedes".

En octubre de 1993 el arzobispo de Montevideo, José Gottardi, inició una investigación en la comunidad.

En 1994, en una carta enviada a sus fieles desde San Leopoldo, Antelo afirmó que sus acusadores operaban bajo "obsesión demoníaca".

A partir de ese momento la Comunidad Jerusalén se convirtió en una espina para la erosionada Iglesia Católica uruguaya, que enfrenta una severa crisis financiera y de participación popular.

Según datos del Fondo Común Diocesano, 58,4 por ciento de las iglesias están desfinanciadas y esta situación lleva a dilatar la entrega de dinero para gastos personales de los sacerdotes y en su cobertura médica.

En Montevideo, donde vive 45 por ciento de los 3,1 millones de habitantes de Uruguay, sólo cuatro por ciento de la población concurre a misa al menos una vez a la semana.

En la mayoría de los países de America Latina ese guarismo oscila entre 25 y 30 por ciento, según el sacerdote Daniel Bazzano, vicario pastoral del arzobispado.

Fuentes del arzobispado dijeron que la situación generada por la Comunidad Jerusalén puede derivar en mayores perjuicios en este terreno.

José Balcaldi, el juez que investiga los eventuales delitos, dijo a IPS que la indagatoria será profunda y que se recibirá declaración a quienes argumentan haber sido afectados y al propio imputado.

El punto de partida de la investigación es el psicólogo Daniel Corlazolli, quien atiende a varios disidentes del grupo religioso.

El profesional dijo a una emisora radial que las técnicas de hipnosis utilizadas por Antelo pueden llevar al suicidio o a dar muerte a terceras personas.

Corlazzoli coincide con varias denuncias formuladas por ex fieles, según las cuales Antelo flagelaba a sus seguidores provocándoles incluso fracturas graves.

Tan duro era el castigo, que llegó a fracturase una mano golpeando, añadió.

Alvaro Vázquez, de 29 años, hijo del líder de la coalición de izquierdas, Frente Amplio, Tabaré Vázquez, que participaba en la Comunidad Jerusalén, también denunció los excesos de Antelo.

Vázquez reconoció haber sido castigado en varias ocasiones, tras lo cual se fugó de la sede que la organización tiene en Buenos Aires.

Varias jóvenes disidentes dijeron que el sometimiento psíquico era tan fuerte que el líder de la comunidad llegaba a convencerlas de que habían sido violadas.

Coutinho denunció que Antelo les tocaba los senos y otras partes del cuerpo, las hacía desnudar y las besaba, según él para ayudarlas a que el demonio las dejara en paz.

Vázquez dijo que Antelo dormía con frecuencia acompañado por mujeres de la comunidad.

En noviembre de 1995, el arzobispo Gottardi disolvió la comunidad en Uruguay, pero ésta sigue operando en Argentina, Brasil y Chile.

La decisión de la iglesia local fue apelada ante el Vaticano, que aún no se expidió. (FIN/IPS/rr/jc/pr/96)

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