Cuba aparece como la gran perdedora de la crisis generada por el derribo de dos aeronaves civiles pertenecientes a la organización de exiliados cubanos en Estados Unidos "Hermanos al rescate".
Con razón o sin ella, la decisión oficial echa por tierra el incipiente proceso de distensión entre el gobierno de la isla y Washington y alejaría la posibilidad de un acuerdo con la Unión Europea (UE).
Por si fuera poco, especialistas locales aseguran que el conflicto tendrá una incidencia directa en el turismo y en la atracción de inversionistas extranjeros y fuentes de capital, necesarios para salir de una crisis económica de más de cinco años.
Carlos Fernández de Cossio, director del Departamento América del Ministerio de Relaciones Exteriores, dijo este jueves que un endurecimiento del embargo por parte de Estados Unidos alejaría "casi eternamente" la posible solución de los problemas entre ambos países.
Con la luz verde al proyecto de ley Helms-Burton, que refuerza el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, vuelve el viejo tema de las confiscaciones de empresas estadounidenses radicadas en la isla y, por ende, comenzarán tiempos difíciles para la apertura externa de la economía nacional.
Fuentes del gobierno estadounidense aseguran que la lista de demandas contra Cuba asciende a más de 6.000 corporaciones e individuos, entre los que figuran la IT&T, la Cuban Electric Co., la North American Sugar Industries y la Nicaro Nickel Co.
A pesar del rechazo de la comunidad internacional al proyecto, con la Helms-Burton entraría en vigor el derecho de llevar a los tribunales a cualquier empresa extranjera que invierta en las que fueran propiedades estadounidenses en la isla.
España, Canadá y México aparecen como los tres países con mayor inversión de capital. En total unas 212 asociaciones económicas con empresas extranjeras se habían consituído al cierre de 1995 por un monto comprometido de 2.100 millones de dólares.
"Con la Helms-Burton el tema Cuba pasará a ser prerrogativa del Congreso de Estados Unidos, en el cual el presidente de ese país no podría decidir", dijo Fernández de Cossio.
El segundo conflicto en menos de dos años entre ambos países estalló el día 24, cuando fuerzas aéreas cubanas derribaron dos aeronaves civiles procedentes de territorio estadounidense.
Por un lado, la administración del presidente Bill Clinton acusa a Cuba de derribar dos naves civiles, no armadas y en aguas internacionales.
Por el otro, el gobierno cubano esgrime que las naves estaban en aguas jurisdiccionales y que, en más de una ocasión las autoridades advirtieron que se tomarían medidas contra "los provocadores".
A instancias de Estados Unidos y sin esperar la presencia del canciller cubano Roberto Robaina, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió aprobar una declaración que lamenta el incidente y la presunta muerte de cuatro personas.
Expertos locales aseguran que a diferencia de la "crisis de los balseros" que, en agosto de 1994, encontró una salida negociada, la "crisis de las avionetas" toma el camino de las sanciones unilaterales contra la isla.
Según Fernández de Cossio, los acuerdos migratorios del pasado año, la única carta de negociación que tendría a su favor el gobierno cubano, permanecen invariables y hasta ahora no existe interés oficial por cambiar sus términos.
Las autoridades hicieron circular una lista de ocho violaciones del espacio aéreo cubano entre 1994 y 1996 e información sobre ocho notas diplomáticas dirigidas a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana a ese respecto.
Las nuevas retorsiones anunciadas por Estados Unidos fueron interpretadas por expertos cubanos más que como "una maniobra electoral" de la administración Clinton, como un plan bien orquestado por la derecha cubana en Miami para generar tensiones entre Cuba y Washington.
Estudiosos del proceso electoral estadounidense en La Habana aseguran que Clinton no necesitaba tomar una posición de fuerza hacia la isla en una carrera en búsqueda de votos.
"Haga lo que haga Clinton el voto cubano de la Florida siempre ha sido republicano", dijo una experta. Una vez producido el derribo, al presidente "no le quedaba otro remedio que tomar una posición coherente con su política", agregó.
"Los únicos que tenían algo que sacar de esta historia son los miembros de la ultraderecha cubana en Miami", señaló la especialista, que recordó el llamado de esos grupos a la "desobediencia civil" después de los últimos acuerdos migratorios.
Por primera vez desde los tiempos de Ronald Reagan, la administración estadounidense no tuvo en cuenta a la influyente Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) a la hora de tomar una decisión importante relacionada con Cuba.
Con los acuerdos secretos del 2 de mayo para poner fin a la emigración ilegal, se produjo una ruptura en la comunicación entre la FNCA y la administración estadounidense, que recién acaba de restablecerse.
La iniciativa de "desobediencia civil" tuvo su primera acción pública el 13 de julio de 1995, con la preparación de una flotilla aérea y naval que violó las aguas jurisdiccionales cubanas y sobrevoló áreas de la avenida costera del Malecón habanero.
"Empresarios, militares retirados, ambientalistas y hasta cuatro congresistas estadounidenses han pasado por Cuba en los dos primeros meses de este año", recordó la especialista. "Eso a la derecha no le gusta nada", resaltó.
Además de las sanciones anunciadas por Washington, estos sectores del exilio cubano pidieron un bloqueo naval, cierre de las oficinas de intereses en ambos países, interrupción de todo tipo de transacciones económicas, eliminación de los vuelos y de las remesas familiares.
Catalogadas como "insuficientes", las medidas de Clinton implican el endurecimiento del bloqueo, la suspensión de los vuelos charter entre La Habana y Miami, limitación del movimiento de diplomáticos cubanos en ese país y apelación a sanciones internacionales.
"Estamos hablando de un grupo de fanáticos, capaces de inmolarse e incapaces de ver las consecuencias que estos actos traen para el pueblo", dijo un funcionario de la Cancillería cubana, que aseguró que de repetirse la provocación Cuba actuaría de la misma manera.
"La Habana y Washington advirtieron que una cosa así podía pasar", dijo la experta de la Universidad de La Habana, estumando que "todo hubiera sido diferente si las partes se hubieran decidido a negociar". (FIN/IPS/da/dg/ip/96)