Las familias cubanas volvieron a ser rehenes del conflicto entre el gobierno nacional y el de Estados Unidos, tras el incidente provocado por el derribo de dos avionetas civiles por la fuerza aérea de la isla.
"La soga siempre se rompe por el lado más flaco", dijo a IPS Alicia Gutierrez, quien tenía visa y pasaje para visitar a su hermana que vive hace 22 anos en Estados Unidos.
Emigrantes cubanos en ese país comenzaron a llamar a sus familiares en la isla la noche del domingo, ante el temor de que las comunicaciones telefónicas entre ambas naciones pudieran ser cortadas.
El día anterior, la defensa de la isla había derribado a dos aviones civiles pertenecientes a la organización opositora "Hermanos al rescate" y que sobrevolaban cielo cubano sin autorización.
Como por instinto, la población cubana previó de inmediato que cualquier reacción de Washington traería un corte a los viajes Miami-Habana y, por tanto, un fin a los contactos familiares.
"Lo mismo sucedió cuando la crisis de los balseros", recordó una jubilada de 63 años que vive de su pensión y de los pocos dólares que una hija radicada en Miami le manda cada cierto tiempo.
Por las calles de La Habana, la opinión pública se divide entre los que apoyan incondicionalmente la acción gubernamental y los que se cuestionan si no había vias menos agresivas para hacer descender los aviones sin necesidad de derribarlos.
"Tenían que haberlo hecho antes", opinó un estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana. "Cuba dijo que iba a hacerlo y si no lo hace el día menos pensado tiene toda una flota frente a la bahía de La Habana", agregó.
En el mismo centro académico, una futura historiadora comentó que "no hacía falta llegar a tal extremo". "Sin contar las pérdidas humanas, no creo que Cuba gane algo con todo este problema", señaló.
Con el paso de los días las divergencias entre la administració estadounidense y el gobierno cubano parecen desplazarse de la definición del lugar del accidente, dentro o fuera de las aguas jurisdiccionales cubanas, al carácter civil de las naves.
Como resultado de la crisis, el presidente Bill Clinton decidió apelar a la condena internacional, endurecer el bloqueo, limitar las actividades de los diplomáticos cubanos en Estados Unidos y suspender los vuelos entre ambos paises.
Esa última decisión fue la que más afectó a los ciudadanos cubanos.
"Aquí el que no tiene un padre, tiene un hermano o un tío en Miami. En 30 años nos acostumbramos a vivir con el bloqueo, pero nadie se acostumbró a la lejanía y a la incomunicación familiar", dijo a IPS un experto del Centro de Alternativas Políticas.
Se considera que al menos dos millones de cubanos viven fuera de la isla, la mayoría en la ciudad estadounidense de Miami, al sur del estado de Florida.
Durante décadas la politización absoluta del fenómeno migratorio condujo a que Estados Unidos considerara "refugiado político" a todo cubano que llegara a su territorio y a que La Habana catalogara de "enemigo" a todo habitante de la isla que deseara emigrar.
Las filiaciones políticas dividieron a familias enteras y dejaron desgarramientos que, en algunos casos, no se sanaron ni después de los primeros encuentros. Sin embargo, salvo raras excepciones, los cubanos parecen haber superado los rencores.
Un sondeo realizado en 1991 entre 4.676 cubanos asentados en 12 países arrojo que la unidad familiar es el aspecto de la cultura cubana que los emigrantes más valoran y que, por lo general, los vínculos con los parientes en la isla son muy fuertes.
El 70 por ciento de los entrevistados dijo tener algunos o bastantes familiares en la isla. Sin embargo, sólo 16 por ciento había regresado a su país natal para visitar a sus familiares.
"Uno vive en el miedo de que hoy es así pero mañana puede ser diferente", dijo Eva Martin, cubano-estadounidense que viajó a La Habana después que en octubre el presidente Clinton decidiera autorizar los viajes humanitarios a la isla.
Estados Unidos suspendió las líneas regulares de comunicación con Cuba en 1962. Aunque las salidas legales se restablecieron entre 1965 y 1973 recién en 1978 que los emigrantes pudieron regresar a su país para visitar a sus seres queridos.
El llamado "reencuentro familiar" se interrumpió luego del éxodo masivo de 1980 a través del puerto del Mariel, fue renovado en 1984 y volvió a suspenderse un año después, cuando Estados Unidos aprobó la salida al aire de la emisora Radio Martí, que transmite hacia Cuba.
Con la llegada de los 90 pareció acercarse la normalidad en las relaciones bilaterales. Hasta la crisis de los balseros, en agosto de 1994, los cubanos viajaban a Estados Unidos de visita y, en casos humanitarios, los emigrantes residentes en ese país encontraban la forma de llegar a la isla.
Especialistas locales aseguran que el tema migratorio siempre ha sido una carta de negociación política entre ambas partes y, por ende, "no podía dejar de serlo en esta ocasión".
"Ni 'Hermanos al rescate' ni Cuba piensan en la familia cuando hacen estas cosas", dijo un médico que, con dos hijos en Estados Unidos hace 18 años, aseguró "depender siempre de los vaivenes de la política". (FIN/IPS/da/dg/pr-ip/96)