El presidente de Colombia, Ernesto Samper, vive las mismas amarguras e incertidumbres sufridas por ex mandatarios como Fernando Collor de Mello, de Brasil, en 1992, y Carlos Andres Perez, de Venezuela, en 1993.
Los tres tienen en comun el hecho de que su destino politico quedo en manos de la opinion publica, mas que en procesos legales o coyunturas politicas.
Collor y Perez no lograron sobrevivir al veredicto de las encuestas y fueron obligados a abandonar el poder.
No obstante, lograron salir ilesos en la batalla juridica qwue siguio tras ser acusados de corrupcion.
Al igual que esos dos ex presidentes, Samper esta inmerso en una situacion confusa, donde las versiones periodisticas acaban por tornarse mas convincentes que los hechos.
Ello contribuye a que la opinion publica se alimente de sospechas y no de evidencias y a que el desenlace de la historia se conduzca hacia lo que algunos expertos politicos latinoamericanos llaman "sindrome Collor".
La leccion dejada por las crisis que culminaron con la perdida del mandato presidencial por Collor y Perez indica claramente que en situaciones confusas generadas por denuncias de corrupcion o de comision de ilegalidades la imagen publica del acusado pesa mas que las maniobras juridicas o politicas.
A menudo el proceso comienza con la formulacion de denuncias por opositores, se complica con explicaciones y justificaciones no muy convincentes, se enreda con contradicciones entre amigos y asesores del presidente cuestionado y culmina con una fuga en masa de aliados y simpatizantes.
Estos ultimos intentan sobrevivir al remolino fatal de la perdida de credibilidad del principal acusado.
Lo que sucede ahora en Bogota es casi la repeticion de una pelicula ya vista en Brasilia y en Caracas.
Aun es prematuro para afirmar si Samper se incorporara al equipo de victimas del sindrome, pero si el presidente colombiano no cambia radicalmente su estrategia solo un milagro podria salvarlo de perder su mandato.
Lo que los politicos, y en especial los que ejercen la presidencia de sus respectivos paises, no han comprendido cabalmente es que la opinion publica paso a ser un actor decisivo en situaciones de crisis en que aparece involucrada la investidura presidencial y en casos de corrupcion.
La conquista de corazones y mentes es fundamental para la sobrevivencia de presidentes amenazados.
A su vez, para lograr ese objetivo el arma mas eficiente es la transparencia. Los intentos de reemplazarla por articulaciones politico-partidarias tienen pocas posibilidades de prosperar, porque las contrapartes tambien ponen un ojo en las encuestas y no sacrificaran votos futuros por lealtades presentes.
Un veterano experto en imagen publica, el estadounidense Daniel Yankelovitz, aconseja a los presidentes acorralados preocuparse solo por la gente de la calle.
Si para conquistar al ciudadano comun deben "decir todo, mejor decirlo, porque el publico es mas propenso a tolerar una confesion de culpa que una disculpa poco convincente", senalo, pensando en el actual presidente de su pais Bill Clinton y en el ex mandatario republicano Richard Nixon, victima del Watergate.
El problema es que los presidentes acorralados, en general, tienen mucha dificultad en ver mas alla de los muros de la casa de gobierno, senalo. (FIN/IPS/cc/dg/ip/96)
