El avance guerrillero en el estado de Chiapas esta semana y la reaccion del gobierno de Mexico, que mantuvo su alto al fuego mientras reforzaba el cerco militar, pusieron al borde de la ruptura la tregua armada vigente desde el 13 de enero, y mostraron dos rostros de la paz.
Para algunos, como el analista politico Pablo Latapi, estamos en "dias de preguerra", mientras que otros, como algunos voceros y altos funcionarios gubernamentales, confian en que se podra lograr un "nuevo dialogo".
Ambas partes, y hasta los protagonistas que cubren una variada gama intermedia, coinciden en hacer de la paz el eje de sus discursos, aunque se rigen por la famosa sentencia latina: "Si vis pax para bellum" ("Si quieres paz preparate para la guerra").
Lo que ocurre en la practica es que la socorrida palabra tiene diferentes e incluso contrapuestos contenidos semanticos segun la esgrima uno u otro bando. "Es tragico que estemos llegando a la guerra entonando himnos equivocos a la paz", reflexiona Latapi.
Para la insurgencia encarnada en el movimiento guerrillero zapatista del campesinado indigena chiapaneco -con ramificaciones ideologicas y politicas en otras zonas de Mexico- la paz solo vale la pena si se erige sobre la base de nuevas concepciones de justicia y dignidad para los desposeidos.
Del otro lado, sin desdenar la urgencia de los cambios, lo que importa, ante todo, es superar el actual estado de inestabilidad que genera la fragil tregua armada, que prolonga de hecho el alto al fuego, pese a que la guerrilla la considera ya rota desde el 8 de diciembre.
De la paz a construirse hablan el guerrillero Ejercito Zapatista de Liberacion Nacional (EZLN) y el "gobernador en rebeldia" de Chiapas, Amado Avendano, postulado por el Partido de la Revolucion Democratica (PRD), que alega haber ganado los comicios locales del 21 de agosto.
Tambien comparten esta idea la Comision Nacional de Intermediacion que lidera el obispo de San Cristobal de las Casas, Samuel Ruiz, en ayuno y oracion desde hace cinco dias, y numerosos analistas y organizaciones politicas y sociales.
Esta concepcion implica nuevas leyes y practicas, transformaciones estructurales de la economia y la organizacion politica, en materias como la tenencia de la tierra, la justicia, la autonomia de las regiones indigenas, la transparencia electoral y el cambio del regimen de gobierno.
Los medios que postulan cada uno de los sectores son diferentes, ya que si bien el EZLN lleva adelante su linea de "lucha armada" o "paz pactada", Avendano pregona la insurgencia civil pacifica, pero energicamente disidente, y otros buscan "una negociacion a fondo, con sinceridad y apertura".
Enfrente esta el sector alido al oficialismo, como el nuevo gobernador de Chiapas, Eduardo Robledo, del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), la cupula empresaria, los terratenientes y ganaderos, y un sector importante de los grandes medios de comunicacion.
Estos sectores, que no dejan de reconocer las causas profundas del conflicto y la justicia de las demandas rebeldes, propugnan una paz que garantice la ausencia de guerra propiamente dicha, con entrega de sus armas por parte de los insurgentes.
Su oferta se mueve en un plano asistencialista, consistente en paliativos a la situacion de atraso en que esta sumido ancestralmente el estado de Chiapas.
La propuesta incluye incrementar recursos sociales, ayuda a las poblaciones pobres, algunas obras de infraestructura, intensificacion de programas gubernamentales de promocion para "los mas necesitados", sin cambios estructurales de fondo.
Los observadores coinciden en considerar que no es dificil predecir el fracaso de toda negociacion si ambas posiciones se mantienen en su actual marco irreductible.
Opuesto a la lucha armada, el padre Mardonio Morales, con 30 anos entre los indios chiapanecos, hizo un diagnostico dramatico: "Se ha seguido un camino de destruccion de los indigenas y de los campesinos pobres, pero ahora mas cruel y definitivamente, mediante una guerra de destruccion, de dominio, de extincion…"
Y anadio: "El gobierno esta y ha estado siempre de parte de los opresores, mas aun, esta formado por esa gente, y es injusto, racista, inhumano en sus acciones, soberbio en sus actitudes. Nunca ha habido en el Estado un deseo de buscar justicia, y sin justicia no hay paz."
Frente a esto, el discurso oficialista pone el acento en el cese inmediato de la violencia armada mediante un retorno a la situacion anterior, bajo la promesa de considerar y negociar cambios que ya se admiten como impostergables.
Felipe Arizmendi, obispo de la ciudad chiapaneca de Tapachula considera en tanto "deplorable" que la guerrilla ponga la inconformidad por la pobreza y la miseria por encima de "valores superiores a la economia, como son la vida y la paz".
El obispo Luis Mena, de la arquidiocesis de la ciudad de Mexico, opina que las demandas del EZLN son "pretextos" para apropiarse de lo ajeno sin ningun trabajo.
El lider empresario Antonio Sanchez sostuvo que "el conflicto es mas un evento publicitado que un conflicto real" y definio a la guerrilla como "la principal promotora de la pobreza en Chiapas".
Todo parece indicar que la primer coincidencia imprescindible entre las partes debe consistir en acordar en torno al significado de la palabra paz. (FIN/IPS/emv/dm/np/94