Aunque poderosos antibióticos erradicaron la lepra de la mayor parte del mundo, esa antigua enfermedad persiste en una docena de países en desarrollo, con índices de contagio sorprendentemente altos.
Angola, Brasil, Congo, Costa de Marfil, Guinea, India, Liberia, Madagascar, Mozambique, Nepal, República Centroafricana y Tanzania sufren 90 por ciento de todos los casos de lepra, y esto los convierte en el foco de la estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contra la enfermedad.
La vasta mayoría de los enfermos de lepra, desde tiempos bíblicos marginados en colonias, ahora tienen acceso a cócteles de medicamentos gratuitos distribuidos por la OMS, y pueden curarse con relativa facilidad.
Pero al menos 700.000 nuevos casos de lepra se diagnostican todavía cada año, y en los países en desarrollo más afectados por el mal, la incidencia está en crecimiento.
Como resultado, la OMS se vio obligada a retrasar el plazo fijado para la eliminación mundial del mal de 2000 a 2005, e incluso ese objetivo parece difícil de alcanzar.
El peligro es que nos hemos vuelto complacientes debido al bajo número de afectados, declaró Terry Vasey, director ejecutivo de la Asociación para el Alivio de la Lepra, una organización humanitaria británica.
Debemos recordar que la enfermedad como problema de salud pública se considerará eliminada cuando los casos desciendan a uno cada 10.000 habitantes. Esto puede dejar bolsones considerables en algunos países como India, advirtió.
La lepra es una enfermedad infecciosa crónica, caracterizada principalmente por síntomas cutáneos y nerviosos, sobre todo tubérculos, manchas, úlceras y anestesias. Causa además deformaciones en el rostro, los pies y las manos, y puede provocar la muerte.
La bacteria que causa el mal pertenece a la misma familia del bacilo de la tuberculosis.
La eliminación de los últimos bastiones de la enfermedad no es simple, porque se trata de países que en muchos casos padecen inestabilidad política y sistemas de salud pública sin recursos suficientes.
Además, el diagnóstico y el tratamiento de la lepra tienden a ser centralizados, y los enfermos siguen siendo víctimas del miedo y el asco, lo cual muchas veces los disuade de buscar ayuda.
La estrategia principal sigue siendo la ampliación del acceso a la terapia de múltiples fármacos, explicó a IPS el médico Ayodele Awe, funcionario de la OMC en Lagos, Nigeria.
Debemos descentralizar los servicios y llevarlos a centros de salud periféricos, además de educar al público sobre la lepra, en especial sobre sus primeros síntomas, agregó.
Todos los países con lepra endémica respaldan el empuje final de la OMS contra la enfermedad, pero algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) sostienen que se ha declarado la victoria en forma prematura.
La OMS destaca siempre la reducción de la incidencia de la enfermedad, que ha sido un gran logro, pero todavía hay zonas endémicas, resaltó Vasey.
Casi todo puede probarse con estadísticas, pero para una persona que padece la enfermedad y no puede tratarla, la lepra es tan devastadora hoy como en la antigüedad, comentó.
Otros expertos señalan que el objetivo nunca ha sido erradicar la lepra, sino reducir la incidencia a menos de un caso cada 10.000 personas, y agregan que muchos casos recién diagnosticados en realidad son infecciones que datan de varios años y no habían sido detectadas.
India registra cerca de 70 por ciento de todos los casos reportados, pero recordemos que tiene 1.000 millones de habitantes, señaló Paul Fine, un epidemiólogo de la Facultad de Higiene y Enfermedades Tropicales de Londres, que integra el grupo técnico asesor de la OMS sobre la eliminación de la lepra.
La actual estrategia es la más razonable que se puede aplicar. La vacunación sería posible, pero muy poco práctica, porque se trata de una enfermedad rara, dijo.
Vasey estuvo de acuerdo, y señaló la improbabilidad de que las compañías farmacéuticas inviertan en una investigación tan poco rentable.
El objetivo es mantener la lepra dentro de la agenda de quienes toman decisiones de salud pública. Todos intentamos ayudar en la integración de la lepra a los servicios de salud, aunque a veces chocamos con la renuencia de los funcionarios, expresó.
