Brasil tuvo el mes pasado su primera cosecha comercial de quinua, un grano de origen andino rico en proteínas, y el resultado fue prometedor en materia de productividad, aunque incierto en términos de mercado.
Ese cereal, domesticado por los incas del altiplano boliviano y peruano hace 8.000 años, es considerado un alimento perfecto por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), por ser muy nutritivo y adaptarse a suelos pobres, incluso a heladas y sequías.
Pero en Bolivia, Ecuador y Perú el esfuerzo por revalorizar su producción y consumo se enfrenta con dificultades. La quinua, sustituida durante la colonización española por el trigo y el arroz, sigue despreciada por la población urbana, que la considera alimento de pobres.
La primera siembra brasileña se realizó en el establecimiento agrícola Riedi, cerca de Brasilia, donde se obtuvo un rendimiento de 1,6 toneladas por hectárea.
Esa experiencia fue afectada por la cosecha precoz, así que en mejores condiciones se puede alcanzar hasta 2,5 toneladas por hectárea, explicó a IPS el gerente de Riedi, Francisco Luçardo.
Los costos son muy bajos, ya que ocho kilogramos de semillas son suficientes para sembrar una hectárea, contra 150 kilogramos de trigo, y no hay necesidad de agrotóxicos porque la quinua no está sujeta a plagas.
Una mayor producción sólo depende de que haya demanda, lo cual exige difundir las calidades de ese alimento totalmente desconocido por los consumidores brasileños, evaluó Luçardo.
La primera siembra se debió a la curiosidad y despertó el interés de otros agricultores y ganaderos, que adquirieron dos tercios de la cosecha, informó el gerente. El uso de la quinua como alimento animal es quizás la mejor perspectiva de desarrollo de un mercado en Brasil, observó.
La introducción de la planta en Brasil se debió al entusiasmo personal de Carlos Spehar, agrónomo de la Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa), organismo estatal que reúne 40 centros de investigación definidas por tipos de producción y ecosistemas.
Su primer contacto con la quinua ocurrió en los años 70 en Estados Unidos, mientras realzaba estudios de posgrado en genética vegetal.
En 1989, al cursar el doctorado en Gran Bretaña con la soja como asunto central, Spehar obtuvo algunas semillas de la quinua de un colega peruano.
Desde entonces amplió su material genético con cada viaje que realizaba a los países andinos, en general para participar de congresos, y se dedicó por iniciativa propia a hacer factible la siembra de ese ancestral cereal americano en Brasil, en un largo proceso.
Las primeras variedades que llevó a Brasil contenían saponina, un glucósido de sabor amargo y muy tóxico, que exigía lavado, narró Spehar a IPS.
Luego pudo seleccionar y obtener el grano que se puede consumir e industrializar sin necesidad de lavar, con productividad promedio de 2,5 toneladas por hectáreas.
Spehar trabaja en la unidad Cerrados de la Embrapa, ubicada en Planaltina, cerca de Brasilia, y destinada a adaptar especies agrícolas al suelo de baja fertilidad y humedad de la zona central del país.
Las tierras de esa región brasileña eran consideradas inadecuadas tres décadas atrás, pero en la actualidad concentran la mayor producción de soja y se expanden otros cultivos, incluso el café.
La Embrapa Cerrados distribuirá semillas mejoradas y divulgará las ventajas de la nueva siembra, anunció Spehar. Además, en el sur de Brasil se comprobó que la variedad disponible soporta heladas de hasta dos grados negativos.
Gracias a esa gran adaptabilidad, la quinua ya es cultivada en decenas de países de Africa y Asia y también en Europa, respondiendo a una creciente demanda de los países industrializados del Norte.
Su cultivo tiene un gran futuro en Brasil si se difunden sus propiedades nutritivas y se estimula su consumo tanto como alimento humano como animal, opinó el investigador.
El grano andino tiene más proteína que otros cereales, alcanzando hasta 20 por ciento con mejoramiento genético.
Eso es menos de lo que ofrece la soja en cantidad, pero le gana en calidad de proteínas, aseguró Spehar. Su composición de aminoácidos esenciales se asemeja a la de la leche, según estudios nutricionales.
Además, esa planta, que puede alcanzar hasta 2,5 metros de altura, sirve como forraje para la ganadería, especialmente por ser rica en metionina, esencial en la producción de leche.
Los bajos costos, la buena rentabilidad posible en áreas limitadas y la facilidad del cultivo son todas condiciones favorables para que constituyan una buena alternativa para la agricultura familiar en pequeñas parcelas.
También es apta para la producción orgánica, ya que no necesita agrotóxicos, observó Spehar.
El investigador trata también de introducir en Brasil la siembra del amaranto, otra planta de calidades nutritivas similares a las de la quinua y cuya producción fue reprimida en México por los colonizadores españoles.
Además del consumo animal, que puede alcanzar gran volumen más rápidamente, los dos granos pueden ser consumidos por seres humanos como complemento del desayuno, cocidos como el arroz, en ensaladas, para elaborar bizcochos y harinas.
En tanto, el amaranto sirve para producir una buena leche en polvo, concluyó Spehar. (FIN/IPS/mo/dm/dv/02